Es miércoles en la mañana, acabo de encender la computadora para escribir algunas notas. Una notificación me llega del correo y voy directo a abrirla. Me entero de que tengo cita con el médico aunque no deseo ir. Cierro el portátil y comienzo a alistarme; mi salud va primero que cualquier cosa.
Llego puntual y espero a que toque mi turno. Veo a la gente ir de allá para acá, muchas caras de pánico, madres que intentan consolar a sus hijos, chicas que salen llorando por el resultado de una prueba, enfermos que sonríen y humanos que mueren.
Es irónico que ellos disfruten estar allí, entre esas cuatro paredes blancas y que muchos de los que podemos vivir, estemos malgastando el tiempo en cosas sin sentido, en basura electrónica, donde lo primero que le dan a un pequeño es un celular en vez de un bobo, unos vídeos en vez de una clase padre e hijo. Es curioso ver que es mejor estar pegados en la pantalla que leer un libro que vale la pena y entonces nos sorprendemos al ver a los ancianos y a los enfermos disfrutando de estar juntos, entre ellos, pensando en lo que quieren hacer antes de morir, antes de irse al otro mundo...
Y mientras estoy perdido en mis pensamientos, el doctor decide llamarme. Paso a su sala y me siento, recordando que no he estado muy bien.
Él me mira con rostro preocupado, con gesto cansado y con mirada turbia hasta que lo dice. Estoy enfermo, estoy muriendo igual que todos aquellos que están aquí. Extrañamente no me siento mal, al contrario, me siento agradecido de que por lo menos hice algo en la vida.
Por lo menos viví.
~•~
Hace poco he empezado el tratamiento. Detesto la quimioterapia, al igual que tomar medicamentos que me hacen sentir más enfermo.
Me tomé la mitad del año para aceptarlo. Pero lo pensé mientras iba a la playa, mientras salía al parque, cuando cantaba en las noches en un café, cuando escribía cartas a San Valentín, por si en algún momento llegaba el amor. Lo pensé mirando los resultados de los exámenes, saliendo a caminar con mi madre, yendo a mirar a los perros divertirse y visitando a mi abuela en el asilo. También lo pensé cuando todo empeoraba, cuando por las noches lloraba, cuando no podía detener los espasmos de mi cuerpo y cuando tenía que amanecer junto al retrete porque mi sistema no soportaba nada más.
Después de pensarlo tanto, decidí darle una oportunidad y aunque el doctor dice que he estado mejorando, yo no lo creo así. Tengo cáncer terminal, no es como si fuese a ocurrir un milagro de la noche a la mañana. Quizás, quién sabe si el Todopoderoso decide ser piadoso, pero por ahora no me molesta nada de esto, a pesar de que me levanto más cansado cada día, evito desayunar y otras veces cenar. Apenas como al medio día, es la hora en la que no debo tomar medicamentos y me siento mejor; sé que es el truco de mi cuerpo, pero debo ser consciente de que hago todo esto por mi bien, mientras me entretengo escribiendo.
Cada catorce de febrero escribo una carta como esta, la leo una hora antes de comenzar a escribir la otra. Quiero que sea una secuencia de lo «malo» que me ha pasado en el año. El día de San Valentín no es como lo pintan. No todos disfrutan del amor y de la amistad, muchos se mueren, otros ven la luz por primera vez y así sucesivamente. La vida es un ciclo, cierro los míos cada catorce de febrero, escuchando un programa radial donde habla una mujer. Su voz es espectacular, me hace sentir calmado en medio de la situación.
~•~
Anoche tuve una cita, le hice el amor a una chica, pero nadie me lo hizo a mí. No porque yo no quisiera, sino porque ya había tenido mucho tiempo para hacer el amor. Era catorce de febrero, no quería nada para mí ese día, mi orgullo me lo impedía, mientras que mi intención por hacer feliz a alguien sí sabía que iba a valer.
Fue mágico. Verla disfrutar ese momento en que la piel con piel termina unida a ritmo de los vaivenes. Escucharla poder expresar lo que sentía, el poder sentir cómo sus manos se aferraban a mí sin ningún pudor, pero con algo de timidez en su actuar.
Es de noche. Esa noche en la que recuerdo que pude dar todo de mí a alguien que valía la pena, a alguien que quise por un momento y a quien, por alguna cosa de la vida, le debía algo.
Escribo unas últimas cartas para ser enviadas a las personas que quiero. Me siento más cansado de lo normal, pero sé que en cuanto termine voy a sentirme mejor. Estaré frente a la chimenea escuchando un poco de música clásica, imaginando qué pasará mañana.
Si es que llega el sol a asomarse por mi puerta.
He dejado a mi madre en compañía de mi hermana. Harán una buena combinación en estos días, estoy seguro de que la pasarán genial. Quizás luego las vaya a visitar.
Quizás...
Cierro los ojos, tosiendo un poco antes de respirar de forma profunda. El ambiente es cálido, emana esperanza, mientras que mi voz se apaga y ya no recuerdo nada más.
~•~
Si lees esto es porque ya no estoy aquí. Debes saber que luché lo suficiente por quedarme un segundo más en la vida de todos los que se encuentran en el funeral.
Solo debo decir gracias. No sé por qué, yo nunca merecí nada de ustedes y aún así me dieron todo para continuar; tengo que decirles que mi muerte no estaba prevista para el día que fallecí, de hecho, antes de que llegara esa fecha, ya debía haber muerto, pero no lo hice.
El destino me dio falsas esperanzas o tal vez solo quiso que pudiera disfrutar un poco más de lo hermoso que es vivir con ustedes. Y no me importan las cosas malas, ya escribí de ellas cada catorce, cada día de San Valentín y me di cuenta que pensar tanto en lo que nos destruye, nos va matando de a poco. Ese día que te va mal, que la lluvia te moja, que te rompen el corazón o alguien hace algo en tu contra, se queda arraigado en lo profundo y nos mata. De a poco, de a mucho y si es el caso que el amor te sobrepasa, no te mata con nada.
Se vale amar hasta el último suspiro. Se vale hacerle el amor a los demás y no de una forma sexual, porque todo el mundo piensa que hacer el amor es acostarse y ya; a mí nadie me hable de eso. Yo le hice el amor a mi abuela cuando la dejé pintarme el cabello, le hice el amor a la señora cartera cuando entregaba un ramo de flores y le hablaba de lo bello, le pedía que no se rindiera y que no se preocupara si un día se le cae el cabello. Le hice el amor a la naturaleza porque le entregué agua, porque planté flores y árboles en la tierra. Le hice el amor a miles de personas cuando me escucharon cantar delante de todo el mundo, aún cuando sabía que pronto me iba yendo.
Y ni hablar de hacerle el amor al cantinero, a la camarera, a la señora de la tienda y al niño que pasaba en bicileta o al que se le iba el globo por la rabieta.
Sí, hice el amor. Lo hice puro y bonito, con una canción, una sonrisa o un gesto; hice el amor al entregar mi dinero, al darlo todo y escribir estas letras.
Pero le hice el amor a ella. A esa chica que hablaba en la radio, que había preguntado qué era el amor. Se lo hice a ella, pero aunque fue de una forma íntima, también fue de una forma bella. Le demostré que existía, le dije que no se diera por vencida. Le pedí que hiciera vida y que siguiera creyendo en el amor, aún cuando no soy yo.
Porque ahora no soy más que un cuerpo en descomposición, listo para ser comido por gusanos hasta los huesos y terminar siendo cenizas. No hay nada ahora en mí que me haga, solo fui. Fui amor y partí, como todos los que estamos aquí.
Daniel murió. Luchó lo suficiente como para dejar buenos recuerdos en la vida de quienes no rodeaban.
El sentimiento de desolación abarca a cada uno de los presentes en su funeral. No hay nadie de negro, todos están de blanco porque fue un ángel. Uno que quizás volvió a nacer en otro cuerpo o uno que puede que nunca vuelva.
Pero que siempre va a estar en los corazones de los demás.
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¡Hola! Mi nombre es Sarah, escribo en Wattpad desde hace cuatro años ya.
Mi usuario es: @SNBrito y mi historia más famosa es: FEA, que va de romance
adulto con personajes que llegan a superarse. Gracias por la oportunidad de leer.
Un beso desde República Dominicana :D
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Relatos de mujeres
RandomPersonajes atípicos con sus ilusiones y despechos; con sus anhelos y fantasías: con sus amores y desamores; protagonistas a través de la historia. Relatos de mujeres, un compendio de ellos con la visión de ocho féminas.