Sacrificio. Capítulo Uno

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Escrito por Sophia Ruiz

Jump'éel puksi'ik'al tu juunal latía tumen leti'e', bey xan tu p'ataj u beetik tumen u kajnáalo'ob k'ab

"Un corazón que solo latía por el... También dejó de hacerlo por sus propias manos"

—Vaya— solté un suspiro que al leer las palabras escritas en la pared del cenote.

Habíamos pasado dos días en la península de Yucatán investigando los acuíferos cuando descubrimos aquel cenote que a simple vista parecía que se hubiese librado de las manos humanas pero que descartamos al momento de leer el maya antiguo.

—Suena a novela shakesperiana— mencionó Moisés, mi compañero de buceo—, pero en versión mesoamericana.

—Los antiguos mayas solían exagerar sus historias—comenté mientras alumbraba con la linterna todo el cenote.

Aunque no lo demostraba estaba emocionada. Habíamos descubierto uno de los tantos cenotes mayas y no solo eso, habíamos desenterrado una leyenda. En tan solo dos días habíamos logrado descubrir una investigación que llevaba tres años puesta en marcha.

Ni siquiera me alegraba el hecho de que tal vez fuéramos la portada de una revista científica o nos darían un bono en el trabajo. Cuando amas lo que haces esas "recompensas" solo son el resultado del amor a la labor. Amaba la historia y el submarinismo, sobre todo, tenía una cierta fascinación por las civilizaciones antiguas. Pero Lo que hacía que mi corazón se hinchara de algarabía era descubrir otra nueva historia.

Un destello debajo del agua logró llamar mi atención. Tomé mi mascarilla y me sumergí para buscar el objeto. Estaba bajo una pequeña montaña de arena rodeado de unas piedras extrañas que aún no lográbamos identificar.

Lo tomé entre mis manos y volví a subir para verlo con claridad.

-¡Encontré algo!- alcé el objeto, que parecía una especie de tobillera de cuero-. Que extraño, juraría que era una joya, porque brillaba.

-Es solo un accesorio de cuero. Es sorprendente que esté en tan buen estado- comentó Moisés extrañado.

-Aún así es hermosa.

Tal vez era de la mujer que escribió las palabras en el muro. ¿Qué pudo haber ocurrido en este cenote?

Esa pregunta no me abandonó desde que salí del lugar y me dirigí al hotel.

¿Aquel amor había terminado con un final feliz o arrastró consigo un trágico desenlace ? ¿El hombre había arrancado el corazón de la mujer que amaba literalmente o era una metáfora?

Mis compañeros de trabajo me dijeron que no pensara tanto en el asunto pero me era imposible. La leyenda había quedado grabada en mi cerebro como las letras talladas en aquel muro de piedra.

Llegamos al hotel y el director del proyecto "gran acuífero maya" nos felicitó por nuestra labor y la tobillera terminó siendo llevada al instituto de México. Estábamos comiendo, tenía dos meses de embarazo así que tenía un gran apetito, mi amiga Lucero me miró inquisidora.

—De seguro Gabriel estará orgulloso cuando se entere de tu hallazgo.

Me atraganté con la papa.

《Gabriel, lo había olvidado》

Entre tanto alboroto había pasado por alto el hecho de que me encontraba aquí a escondidas de mi prometido.

Todos se alzaron para una foto grupal para el periódico local y espantada me coloqué la mascarilla de submarinismo para evitar que mi rostro se viera en la foto.

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