Capítulo 29: "Niños"

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(Narra Betty)
~•~
"Niños"
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La mano de Jughead me guíaba, el sudor hacía una especie de sustancia en mi espalda la cual se mezclaba con el miedo.
Corría, corría tan rápido que lo único que sentía era mi respiración intentando estar normal.
Pero no era el ejercicio lo que me hacía sufrir tal acto.
Era el miedo.
El miedo de haber vivido y amado a un asesino.
El miedo de haber convivido con uno...

-Llegamos- susurró un Jughead cansado, empujando a la puerta de la comisaría con desesperación.

¿FP había sido el asesino?
Él me había cuidado por el amor que le tenía a Alice.
Él me mintió.
Él nos mintió a todos.

-Elizabeth- el Sheriff Keller habló, rápido y sin gracia alguna.- Él se declarará contigo. No lo hará con otra persona que no seas tú. Estaremos atrás, presentes y anotando todo. ¿Está bien?

Bajé la cabeza, e intenté mantenerme calmada.
Pero tal hecho era como luchar una guerra sin armas.

Inútil...

•••

Respiré profundo, entrando a la sala de confesión junto a FP.
Sentía miedo, aquel sujeto, luego de tanto tiempo, se declaró culpable.
¿Por qué carajos hizo eso?
¿Por qué carajos mató a la mujer que decía amar?

-Debes sentirte nerviosa, Elizabeth- formuló. Sin ningún tono.
Ni expresión.
Sin ningún titubeo.
Sin nada...

-No me llames así- solté, cerrando mis ojos.- Maldito hijo de perra, ¿Qué es lo que hiciste?

-Házme preguntas concretas...

-¿Por qué los asesinaste?

-Betty...- escuché en el fondo del salón, Keller quería entrar o tal vez intentar calmarme.

-Fue por tu madre... ¿Crees que una mujer con tan buen corazón me hubiera dejado sin nadie? Se alejó al saber que era un psicópata. Se enteró con sus propios ojos...

Con sus propios ojos...
No quiero saber qué fue aquel suceso que rompió todo acto de amor entre ellos.

-¿Y entonces por qué no dijo nada? ¡Puedes hacer cosas horribles sin tener la menor empatía posible! ¡Imbécil!

-Porque me amaba, Betty.

Negué con los ojos llenos de lágrimas.
Mierda, mierda, mierda.

-Tú no, tú no- dije, sin tener la menor idea de nada.- De todas formas, ¿Por qué te declaras culpable ahora? ¡Nadie estará para contarte un cuento en prisión! ¡Nadie te amará más de lo que ella lo hizo! ¡Más de lo que yo te amé como el padre que fuiste! ¡Como aquel que asesinaste!

-Cállate Betty, lo hice por mí. ¿Bien? Por mí y por mi hijo.

Cuando algunos policías intentaban calmar la escena de gritos que se había armado, el sheriff intentó llevarme adentro.
Pero algo me retuvo.
Él siempre me dijo, que no era bueno mintiendo.
Tal vez venía planeando su declaración desde el momento que apretó el gatillo.

-Déjame, unos segundos más- susurré, logrando mantenerme parada sin ayuda de nadie.
Me sentía mal.
Cagada de miedo.
Cagada de decepción.

-FP, mírame- pedí, sin haber esperado la respuesta del sheriff. Acaricié su rostro hasta llegar a sus ojos, los cuales estaban derramando lágrimas a mares.
Intentando no lastimarlo, lo obligué a que me mire y que mantenga mi vista en mí.
En su niña.

-Mírame- susurré, aún temblando y sintiendo los murmullos de todos aquellos que nos miraban.- Forysthe... ¿Tú mataste a mi familia?

Él intentó forcejear su cabeza para algún otro lado.
Pero no lo permití.

-¿Tú mastaste a mi familia?

-¡Sí! ¡Sí lo hice!- admitió gritando, con su vista fija en la mía y la verdad consumiendo lo único que le quedaba de humanidad.

Algo se había roto.
Lo sentí tan profundamente, como las lágrimas que comenzaban a derramar mis ojos.
Maldita sea, él jamás me mintió cuando hacía que me mirara a los ojos.

Esta vez no fue excepción.

-Púdrete.

•••

Cerré mis ojos, casada de temblar y tener tanta decepción acumulada en mi pecho.
Mi cerebro aún no comprendía ningún hecho, y dolía cuando me ponía a pensar todo lo que había sucedido en aquellos momentos.

Estaba ciega.
FP asesinó a mi familia.
Yo amaba a su hijo como nadie podía.
Y por fin, comprendí qué era tener a una familia cerca.

Yo, la niña que perdió a sus padres.
La niña que perdió y ganó miles de cosas cuando un tipo imbécil apretó el gatillo.
Gracias a ese hombre, conocí a lo que creo que son mi vida.
Aprendí a pintar para ahogar el incomprendimiento.
Aprendí a ver el mundo como no era realmente, lo cual me enseñó la mayoría de cosas que sé: De que en ningún momento de nuestras vidas, estuvimos sólos.

-¡Lo conseguimos, Julieta!- gritó Jughead. Tirando sus llaves a un lugar que Dios sabrá y acercándose a mí con la emoción que sonaba en su voz que tanto amaba.
Sonreí un poco, sin ánimo de nada. Pero al escuchar su emoción me derretí al instante.

-¡Espero que te encante!- habló, con una segura y hermosa sonrisa en sus labios.

-Me estás bromeando,- dije, riendo y tapando mi rostro con mis manos- ¿Qué has ido a buscar?

-Adivina.

Apreté mis labios, olvidando todo rastro de curiosidad que me trajo todos los anteriores hechos.

-No te lo negaré- dije, quitando el plástico que envolvía al regalo.
Era extraño, grande y liso. Cubierto por una tela utilizada para hacer arte.
Arte, arte.

-Imposible...

-También traje pinturas...

-Jughead...

-Lo compramos entre todas las serpientes, pero yo...

-Gracias- interrumpí, intentando que las lágrimas no se me escaparán.
Sólo FP solía comprarme mis chiches para arte. Pero jamás estuvimos tan bien económicamente como para gozar de ese poder.

-Te amo- grité, saltando de alegría con una sonrisa de oreja a oreja.- Te amo, te amo, ¡Dios!

Él soltó algunas risitas, feliz de aquel momento.

Allí estaban la persona que más apreciaba en mi vida.
Éramos dos niños, escuchando a los Babasónicos y bailando sin estrés en la sala de un tráiler.
Éramos solo niños aprendiendo a besar.
Niños con diecisiete años que sobrellevaban los problemas de nuestros pasados.
Niños, que aunque no sabían ni qué harían al día siguiente, qué querrían seguir como profesión, si seríamos mamá o papá o si seguiríamos siendo valientes después de todo; sabíamos que el amor de niños, es tan irreal y hermoso que ni los relojes, podrían contar el tiempo de su amor.
Éramos nosotros.
Porque si había algo en lo que sí creía, era en él...
En mí y en él...

My Wonderwall •Bughead•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora