Capítulo 27

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Algunos explotan en carcajadas y otros se contagian de esta. Me acerco a la mesa en donde estaba hace un momento con José Ángel pero la vergüenza es tanta que no puedo quedarme más tiempo en la fiesta.

—No digas nada —silencié a José Ángel antes de que pudiera decir algo, agarré la botella de la mesa y me fui.

Terminé parado en la calle sin saber qué hacer, pensé que José Ángel me seguiría pero me asombré de ver a Giselle. Caminó aún empapada hasta llegar a mi, goteando agua por todos lados igual que yo.

—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunta demandante —¿Por qué no me dijiste que tenías algo con mi hermana?

—Porque para empezar nunca hubo un "algo" entre tú hermana y yo.

—No seas tan descarado. —Puso sus ojos en blanco—. Lo escuché todo.

Negué con la cabeza. No puedo retrasar lo inevitable, eso sería perder el tiempo. Así que pienso soltarle toda la verdad sin rodeos. Sé que vino a eso, quiere escucharlo.

—Sí, me cogí a tu hermana la semana antes de conocernos, pero eso no quiere decir que seamos "algo". Yo estaba muy borracho como para recordarlo. Después de eso todos los días se me pega como un chicle y no tenía ni idea de que se había hecho tantas ideas en la cabeza.

—¿Y esperas que te crea? Sabías que era mi hermana antes de acostarte conmigo ¡Y no me dijiste nada!

—¿Si no me quieres creer entonces por qué sigues escuchándome?

Se hizo el silencio.

—Pues...

—¿O es que acaso me extrañas? —Di unos pasos acercándome.

Pff, por favor. ¿Quién extrañaría a un idiota como tú?

—Una fea como tú. —Para este punto estoy justo delante de ella mirando directamente sus ojos cafés.

Me empuja con enojo hacía atrás.

—Eres un, un...

Retomo otra vez mi postura a centímetros de ella y en un movimiento volátil sostengo su rostro entre mis manos y le estampo un beso. De esos lentos e intensos, perfecto para que se calle y deje de pelear. Me separo despacio para mirarla y sus mejillas van adquiriendo un tono rojizo.

Sonrío satisfecho.

—¿Giselle? —dice una muy desconcertada Betty detrás de nosotros.

Giselle voltea rápido y las dos hermanas se miran por un largo rato en un silencio abrumador.

—Ah, yo... —intenta decir la rubia parada desde la puerta hasta que se decide por caminar rápido lejos de nosotros. Y cada vez más rápido.

—¿Qué mierda te sucede? —Sus lindos ojos cafés reflejan odio.

Lo sé, acabo de lastimar mucho a esa chica. Esto la destrozó de verdad, ¿pero qué iba a saber yo que se aparecería por la puerta?

—¡Nunca piensas más que en ti mismo, Ariam! Nunca te has preocupado por algo. Ni siquiera tienes problemas reales.

Quise decirle a Giselle que eso no era cierto, que ni siquiera me conoce lo suficiente como para decir algo así. Pero decidí callar. Al fin y al cabo es mejor que se olvide de mí ahora, o podría terminar mal.

Nadie me conoce.

Entré nuevamente a la casa de Miguel, ningún taxi va a querer llevarme mojado. Me detuve justo antes de entrar a la habitación de Andrés, al ver que se abría la puerta antes de que yo llegase a tocarla encontrándome con la expresión de sorpresa de Astrid.

—¿Me pasas mi celular? —pregunté amablemente.

—Ah, claro —dijo saliendo de su trance de confusión —ya me estaba preguntando de quie... ¿Estás mojado?

Sonrío. Al parecer ella estaba aquí cuando armé mi espectáculo.

—No puedes andar así te vas a enfermar —dijo ofreciéndome de vuelta mi celular —ven, hace poco lavé ropa de Miguel. La puse en este lugar.

Llegamos a la habitación donde suelo quedarme las veces que vengo.

—Está por allá. —Señaló un montón de ropa en una silla—. Te dejaré sólo.

Al pasarle el seguro a la puerta me entra una llamada de un número desconocido, miro por unos segundos la pantalla vibrante de mi celular.

—Aló —contesto secamente.

—Tengo un trabajo para ti.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora