Capítulo 62

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Con el orgullo latente, ninguno de los dos nos préstamos atención, al cruzar con una mirada recuerdos y sonrisas del pasado. Ambos, acabamos por hacer como si nunca nos hubiésemos tocado, alejándonos una vez que nuestros cuerpos se cruzaban en un pasillo lleno de personas, como sombras, que sabes que pasan pero no sabes que son.

Esa noche ella se la pasó bloqueando cuentas falsas al enterarse de que era yo, Giselle lo notaba en un breve intercambio de palabras o al instante de que le llegara la solicitud de Facebook. Tengo el vago presentimiento de que también mando a la mierda a otros pensando que era yo, y en vez de conseguir respuestas por su parte solo conseguí odio.

Al parecer, todo marchaba cada vez peor.

Yo por mi parte me encontraba ahora de camino a mi departamento para esperar a mi invitada de hoy, que ni más ni menos tiene el honor de presentarse tres horas más tarde del momento acordado.

- Ya pensaba que no ibas a venir- cuando abrí la puerta sus ojos me recorrieron por un instante encontrándose con un joven despeinado, sin camisa y un jean oscuro.

Cabe destacar que mís pies no son los más bonitos del mundo cuando estoy descalzo.

Ella se convirtió instantáneamente en un tomate andante cubriéndose la cara completamente roja con sus dos manos antes de responderme.

- U-un señor, con traje de seguridad, me guió hasta tu depa...

- Oye- la interrumpí.

Le hablé tan serca que tal gesto le llevó a mostrar un ojo entre sus dedos, el susodicho óvulo ocular se agrando a tal punto de causarme la mayor de las risas. Ni siquiera se había dado cuenta del momento en el que me había acercado tanto.

- En el bus no fuiste tan tímida- continúe.

- Es que yo no soy ti...

- ¡Hasta luego señor Richard!- saludé al vejestorio de seguridad que se alejaba de nosotros.

Este me respondió con el ademán de alzar su mano en señal de saludo, sin voltear a verme y sin intención de parar su andar. Me límite a prestar atención a mi invitada abriéndole por completo las puertas de mi departamento e indicándole con la mano alzada en dirección al interior que podía entrar. Ariadne prosiguió a dar los primeros pasos hacia el inicio de todo. De todo, con respecto a nuestra historia. Y de cómo esta niña sería quien me inspiraría a escribir todo esto, siendo protagonista de mis incógnitas.

- Siéntate.

Ella siguió mis ojos hasta el sofá, prosiguiendo hacía él, tan rígida y tiesa como en momentos de mucha tensión. Así no íbamos a llegar a nada.

Me rasqué la barbilla pensativo, no piensen que quiero tirarmela o algo.

- Mejor vayamos a mi habitación.

Se sobresalto al oír esto. Y ya sé que esto hace pensar todo lo contrario a lo que dije que no estaba pensando con respecto a ella, es enserio, no me la quiero tirar. Solo quiero que estemos en confianza, así como a través del celular.

- ¿Vives solo?- me preguntó.

- Así es- respondí tumbandome en la cama.

- ¡Vaya! Esto es realmente alto- exclamó mirando por la ventana.

Pasé de ver su expresión a su manera de vestir, su camisa azul claro debía de ser suave, se dejaba mover fácilmente por el aire con esos detalles artísticos de color negro, me detuve en la forma tan peculiar de su trasero, lleva una sudadera gris, unos vaqueros oscuros y convers.

- ¿Me estas viendo las nalgas o qué pedo?- así, directo y sin anestesia.

Me tomó por sorpresa.

- No, no ,no- lo negué con las manos, la cabeza... todo.

- ¿Te atreves a negarlo?- parece como si ya se quisiera ir, asqueada.

Me puse una mano en el pecho, increíblemente sorprendido, tanto dramatismo estaba serca de conseguir un Oscar en actuación.

- ¿Me estás diciendo mentiroso? ¿Tan mal concepto tienes de mi?- tanta ofensa me duele.

Se cruzó de brazos volteando sus ojos en blanco, tal acto liberó un ataque de risa hacia mi persona.

- ¿Pero cuáles? Si ni tienes...

Eso fue la gota que derramó el vaso.

Ahora fue el turno de intercambiar papeles, no sólo lucía ofendida, si no que también con un pequeño apistice de frustración. O un muy grande enojo en el momento que me tiró el zapato.

Ariadne salió disparada hacia la salida con pasos fuertes y los puños apretados, logré frenarla al pararme de un salto llegando hasta la sala y poniéndole una mano al frente. No podía dejar de reír, en serio.

- Espera, espera- repetí entre risas.

- Aún te puedo lanzar el otro, Ariam- amenazó para que me apartara.

- ¡Que era broma ome!- me calme al fin.

- Lo sé, de todos modos no pensaba irme sin un zapato- sentenció, formándose una gran sonrisa sobre sus finos labios- pero si que es una gran tentación lanzarte el otro, así que no me provoques.

Otra vez vez no aguanté una de mis sonoras carcajadas, mucho más al notar que su intento de chica mala se resistía a comprimir la risa.

- Debes de ser muy mala mintiendo, o debo de ser muy bueno descubriendo mentirosos.

- O yo debo de ser muy buena actriz- sonrió.

- ¿Como así?

Y no me respondió. Una de las primeras incógnitas que armaría en mi vida.

- De todos modos en un rato me tengo que ir, ya es tarde. Y le dije a mis padres que pasaría la noche en casa de Fany.

- ¿Fany?- pregunté curioso.

- Mi mejor amiga- aclaró ella- ¿Te gusta leer?

Miré el último libro de Sebastián Fitzek que terminaba de leer, reposando en la mesa.

- Así es.

Señaló un libro en particular de mi colección «Las ventajas de ser invisible».

- Es mi favorito- comentó, sus ojos tan oscuros como los mios parecían brillar de admiración.

- Y el mío también.

Me miró, por unos segundos. No supe adivinar los pensamientos que surcaban su mente, su expresión y su mirada me prometian un mundo entero de curiosidades.

- ¿Eres muy interesante, lo sabías?

- Eso me han dicho- respondió mirando la hora en su celular- ¿Sabes? En ese libro encontré el poema más hermoso que he leído jamás.

- No encuentro fallas en tu lógica- asentí, estando de acuerdo.

- Me lo leí dos veces y aún sigo preguntándome para quien escribía esas cartas- dijo mirando al techo en una expresión pensativa mientras su mano osaba deslizarse por su barbilla, luego de morder su labio inferior, y me miró.

- "Querido amigo"- dije.

Sus ojos se agrandaron hasta el punto del entendimiento, un "no puede ser" susurraron sus labios. Sus ojos emitían un brillo aún más fuerte, el brillo de unos ojos humedecidos ante la emosion.

- ¡Ahora lo entiendo todo! ¿Cómo no pude darme cuenta antes?- se culpaba a ella misma por no ver lo que estaba ante sus ojos en cada página.

Y entendí eso.

- Así es- suspiré en una sonrisa, porque en el momento en que leí ese poema, en ese mismo segundo, supe que sería mi libro favorito.

- Bueno, ya debo irme- miró una vez más su celular.

- No lo creo.

Se detuvo en la puerta, con una interrogante enorme sobre su rostro y un exagerado ceño fruncido.

- ¿Como que no?- preguntó, confundida.

- Por que la puerta está cerrada- me levanté acercándome a ella, lo suficiente para intimidarla- y yo tengo la llave.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora