Es increíble los cambios que nos trae el tiempo, las estaciones, las personas... Nunca pasamos de la misma forma un invierno. Un día del año. ¿Quién se imaginaría que ese mismo día hace un año estás haciendo algo normal y un año después en el mismo día encuentras al amor de tu vida? Y decides pasar el resto de tus días con esa persona.
A mí me llegó ese día.
Me llegó de golpe, literal.
— ¡ARIAM!
Inmediatamente, y antes de reclamar la urgencia con la que es llamado mi nombre, y el hecho de aún no saber dónde estoy me llevó antes que nada a cubrír mi desnudez colocando una almohada en la parte más evidente de mis encantos.
Confundido, miré a todos lados. Es bueno saber que las mañanas de ahora en adelante serían tan especiales.
— Tienes que "venir a recogerme"... ¿Recuerdas? Nos vamos— allí fue cuando con un almohadazo en la cara me hizo recordar.
— ¿Qué hora es?
— Hora de irnos— dijo impaciente, y sonrió.
Definitivamente tanta emoción no le entraba en la cabeza y me causó tanta gracia que le devolví la almohada y la atrapó. Eran las diez menos cuarto.
— ¿Ya les dijiste?— pregunté, haciendo referencia a ya saben quién.
— No, les diré a todos en el desayuno.
— No,— me levanté— quiero estar allí contigo cuando les digas.
— ¿Estás seguro?— dijo con aire preocupado, dudoso.
— Por supuesto— dije seguro de mi mismo, porque si dudara de mí mismo ¿Quién confiaría en mí?
Entré al baño de Giselle a tomar una ducha y enjuagarme la boca, ella me gritó que bajaría, reuniría a todos en la sala y en ese momento yo tocaría a la puerta. Tendría que esperar un poco, darle tiempo, y tomarme el café que Giselle me había dejado en su mesita de noche con una nota:
"Te quiero abajo en 20 minutos"
Según mi reloj ya habían pasado 15, y espero que traguen rápido, porque estoy ansioso, ansioso de salir de está casa con Giselle de la mano si o si. Aúnque al mismo tiempo; no querría interrumpir el desayuno. Por lo que esperé a que pasaran exactamente esos 20 minutos antes de salir por la ventana y dar la vuelta a la casa como si nunca hubiese pasado la noche en este lugar.
¿Ingenioso, no? Ya lo creo. No había nada que pudiese delatarnos, estoy tranquilo.
Cuando menos lo pensé ya estaba de pie al frente de la puerta, emocionado, y nervioso a la vez. Feliz, como en mucho tiempo no lo había estado. En algún futuro, tendría que contarle a Giselle porque no hablaba de mis padres, o el porque del arma en mi departamento, o el porque de muchas cosas, ¿Y saben qué me parece extraño de todo aquello? Qué no tengo ningún problema en contárselo.
"Somos libres, libres al fin." Las mismas palabras que había dicho Anthe aquel día, ahora las sentía más que nunca.
Toqué la puerta y fue Giselle quién me abrió. No se necesitaron palabras para saber que debía entrar; había llegado el momento. De la sala ahora se había apoderado un silencio de ultratumba al verme llegar y pararme justo al frente de ellos, por sus expresiones pude ver claramente que aún trataban de entender que era lo que tramaba Giselle conmigo. Estando todos en aquel lugar, la máxima autoridad fue el primero en alzar la voz.
— Giselle, ¿Qué demonios significa todo esto?— preguntó su padre, y ella me miró. Lo que me llevó a tomarle la mano con firmeza y de alguna manera darle fuerzas para lo que sucedería a continuación.
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Bipolar© [Completa✔️]
Aléatoire"¡NAGUEVONA de fea!" le dije. Y lo que pasó a continuación me dejó totalmente sorprendido: me sonrió. ** Todo comenzó una tarde de Junio cuando dos completos desconocidos pasan uno al lado del otro al caminar por la calle, creando un ligero interés...