Capítulo 55

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Resulta impredecible el momento exacto en el que una persona puede llegar a tu vida para cambiarlo todo, con su simple sonrisa, o una mirada inesperada, y quién diría que algo tan simple como eso pudiera revivir un corazón de piedra, o quien se hubiese imaginado que haría hasta lo imposible por mantener mi promesa, hasta arriesgarme y darle el placer de dejar mi orgullo contra el suelo. Mientras tanto las cosas estaban cada vez más complicadas en la discoteca, ya hace varias semanas que noté la silueta que me sigue a todas partes. Hasta Miguel una vez me lo había comentado aquella vez que nos dirigíamos a mi departamento a jugar videojuegos, dijo muy preocupado que ya había visto varias veces al mismo hombre mirándonos, por lo que José Ángel volteó inmediatamente y sin disimulo alguno ganándose un golpe por parte de mi otro amigo. Solté una carcajada por tal acto inocentemente despreocupado y la manera en como Miguel lo miró abriendo sus ojos de par en par, definitivamente no es lo suyo mirar disimuladamente.

Lo peor de todo es que no estaba seguro de que fuese un hombre de la discoteca.

Yo me tomé el asunto a la ligera y le dije que tal vez eran imaginaciones suyas, pero no, yo estaba totalmente seguro de que si nos venía siguiendo. Y si no les dije nada fue por qué me seguían únicamente a mi, y definitivamente hay cosas que les oculto a mis mejores amigos.

Ya en la discoteca, nunca faltaban las miradas de desconfianza entre cada uno de nosotros, y sobre todo la mirada de una persona en particular. Cierto policía infiltrado y yo nunca tuvimos la oportunidad de hablar, y ¿Por qué hablaríamos? Se supone que nunca lo había visto en mi vida. Pero desde aquella vez que lo encontré hablando tan sospechosamente con Bastian detrás de la discoteca no he dejado de fijarme en cada uno de los movimientos del astuto pelirrojo. Por desgracia no alcancé a escuchar nada, decidí que esa misma noche le informaría a Esteban sobre el policía infiltrado, y al relatar todos los acontecimientos extraños que han estado ocurriendo en la discoteca me hizo saber que no tenía idea de nada.

Mi Tío Esteban era la única carta que podía jugar. No pude decirle sobre el policía a Jonás porque se enteraría de todo, de todo con respecto a mi. Tampoco pude descubrir por mi mismo cuál es su objetivo, que es lo que busca y que es lo que quiere conseguir estando allí. Fue el colmo de la inutilidad cuando ni siquiera fui capaz de enterarme de cuál es la relación que mantenía el policía con el pelirrojo de Bastian.

No podemos permitir que un cargamento sea confiscado, sería una gran pérdida de dinero para nuestra organización. No me quedó de otra que informarle a Esteban sobre mi situacion, por eso, grande fue mi sorpresa cuando me pidió que lo matara.

¿Tendré que matar a alguien?

- ¿Pero qué mierda haces aquí?- exclamó Giselle asustada sacándome de inmediato de mis oscuros pensamientos.

- Quería verte.

- Estás demente- se quejó entre dientes dejando sus sábanas a un lado y sentándose en la cama me miró atentamente.

No sé porque parece querer empujarme por la ventana.

- ¿Qué tiene de malo?- pregunte con la total confusión en cada una de mis palabras, logrando así que se levantara de golpe con una expresión enfurecida.

- ¿A la 1 de la madrugada y sin avisar?

Buen punto.

Fumaba muy tranquilamente un cigarrillo en su ventana, bajo la luz de la luna y en completo silencio, hasta que un pequeño grito apagado me hizo fruncir el ceño en su dirección.

- No era mi intención asustarte.

- ¿Y entonces?- insistió ella de brazos cruzados sin dejar de mirarme con nerviosismo.

Apagué el cigarrillo contra la pared de afuera y lo dejé en la ventana mientras me levanté con un movimiento rápido en su dirección, tal acto pareció asustarla provocando que retrosediera sin ser consciente de que caería en la cama. Podría ser esto un gesto agresivo sin mala intención, y tal vez fue demás de atrevido que al caer ella en la cama me posicionase sobre ella y muy lentamente llevé un dedo sobre su boca emitiendo un descarado "sshhh" teniendo como consecuencia que Gisselle apretara los labios y abriera los ojos como un par de platos conteniendo la respiración por cualquiera que sea mi próxima acción.

- Estás haciendo mucho ruido.

Obtuve como respuesta un silencio de ultratumba por su parte, notando el hecho de que tragara saliva y me desviara la mirada, son pequeños gestos que junto a una alterada respiración lograba ecxitarme sin siquiera notarlo. Me volvía loco. La única mujer en el mundo que me ha hecho dudar, esa que me hace pensar, la tenía justo al frente. Y no lo sabía. No sabía que era esto tan extraño que sentía.

- Creo que me gustas.

Son palabras que pocos se atreven a decir, palabras que nunca imaginé que salieran de mi boca. Aquellos ojos cafés ahora me miraban curiosos, profundos, sentía que me perdía en ellos con cada segundo, ¿Donde estoy? ¿Que hora es? ¿Que estoy haciendo? Ya nada importa. Y mi fallido intento por volver a la realidad y alejarme de ella fueron interrumpidos en el momento que sostuvo de mi camisa sin dejar que me fuera. Me sorprendió por un momento el no dejar que me levantara, pero ahora parecía estar más cerca de ella. Oler su cuello y apretar sus prendas fue inevitable mientras que mi aspecto de chico frío se disolvía como humo en el olvido mostrando mi verdadero ser, sin lograr ocultar los sentimientos que ella me despertaba deje a la vista todas mis debilidades siendo ella la única que lograba hacerme cambiar. Me sentí vulnerable ante su presencia, sus suspiros y la mirada infinita de sus ojos cafés. Cada curva de su cuerpo ante mi me tentaba a tocarla y no dejar de hacerlo, con la lujuria palpable sobre mis ojos al verla.

¿Acaso podría ella romper este delirio que me ata a la soledad eterna?

Entre tantas caricias su respiración se hacía cada vez más excitante, entrecortada, jadeante, que provocaron una notable erección en mis pantalones. Quise saber qué tan mojada estaba, la curiosidad se apoderó de mí junto a una lujuria demandante que pedía más, lleve mi mano hacia su entrepierna por debajo del pijama. Podía sentir su ropa interior, tan tibia, caliente es la palabra correcta para definir su intimidad. Dos dedos practicaban movimientos circulares allí abajo que hicieron que la chica ante mí se estremeciera y una corriente ligera amenazo con recorrer nuestros cuerpos.

Sonreí ante la sensación de tener el control, de saber que provocaba placer en ella, de que mis dedos no se hayan complacido con tocar solo sobre las bragas y quisiera explorar más.

- Vaya...- exprese al sentir lo rápido que se mojaba.

- Por favor- logró decir entre suspiros incontrolables.

- Por favor que?- pregunte ante lo que me parecía ser un juego.

Complacer a una mujer se me hace un juego interesante, un placer muy entretenido. Muchas mujeres, son demasiadas las que me han suplicado por más, incontables chicas me he tirado y no hay ninguna que me haya llamado un pésimo amante.

Seguí frotando su clítoris con movimientos lentos, se escucha claramente un sonido mojado que se mezclan con sus jadeos, esa respiración. Gemidos suaves. Aceleré el movimiento, la erección en mi entrepierna es punzante, es como una necesidad de tenerla siempre así, gimiendo para mí. Todo terminó con su cuerpo arqueandose, dando por entendido el máximo placer.

- ¿Quieres más?- le pregunté.

- Si- contesto ella ante jadeos por el orgasmo.

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Hola chic@s :3

Desde hace capítulos que no aparecían encuentros así xD
Espero que les esté gustando la historia ❤️

Actualización todos los lunes.

🙈

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