CHAPTER TWO: Draft 11

102 13 3
                                    

Septiembre 2013

Jinyoung era una maldita obsesa del control. Estaba obsesionada con controlar cada aspecto de su vida y todo aquello que la rodeaba. Provenía de una familia de actores, todos ellos galardonados y respetados en el mundo de las artes. Ella misma había estado tras los reflectores y las cámaras incluso antes de que pudiese hablar o caminar, era una profesional a carta cabal.

Jinyoung era hermosa y ella era consciente de eso pero no usaba su belleza para conseguir lo que quisiera, porque no lo necesitaba; ella lo tenía todo. El mundo era su escenario, la prensa la amaba.

Poseía un aire arrogante, desafiante y orgulloso, pero eso no parecía importarle a los fans o a los medios de comunicación aquello llegó a convertirse en parte de su encanto.

Cuando ella estaba en alguna habitación no pasaba desapercibida, no podrías pasta por alto su imponente tpresencia. Negra cabellera como las alas de un cuervo, piel de porcelana, labios rellenos que llamaban al pecado, un cuerpo con curvas perfectas, perfecta, ella lucía así en apariencia, a simple vista no notarias su caos. Jackson y ella tenían diferentes orígenes pero de alguna manera sus personalidades hicieron que su conexión fuese inmediata. Ambos eran pragmáticos, ambos buscaban reafirmación, ambos buscaban escapar de la monocromía de sus mundos. Ambos harían lo que fuera para escapar de sus mentes, ella bebía cuando la presión empujaba su eje, él aprovecharía ese momento aunque no fuese lo correcto. Cuando Jinyoung bebía su perfección dejaba de existir y la mujer descontrolada y salvaje que vivía en su interior cobraba vida, Jackson se dejaba arrastrar por su locura, cuando ella bebía se convertía en fuego y él ardía con ella, la pasión los consumía sus mentes volaban, sus pensamientos no eran suyas y el dolor no existía.

Ella no tardía paz o quietud a su mundo como lo hacía Markie, Jinyoung adormecía sus sentidos. Tenían una relación enfermiza, tóxica pero nadie lo veía porque los dos eran buenos actuando.

Jinyoung tuvo un mal día, Jackson podía asegurarlo por la manera en que bebía. Estaban acompañados por un grupo de amigos en el área VIP de un club prestigioso en la cuidad. No todos los presentes eran actores algunos pertenecían a la socialité. Ella y sus amigos estaban a punto de terminar la cuarta botella de wiski.

Había sido divertido al inicio, Jinyoung estuvo animada, divertida y seductora, pasó la mitad de la velada sentada en su regazo, repartiendo candentes besos, caricias y diciéndole cosas atrevidas al oído. Había esperado poder llevarla a casa y terminar lo que estaban comenzando allí, pero en su estado actual dudaba que fuese posible. Ella estaba más allá de la inconsciencia, odiaba cuando ella llegaba a ese punto, no sucedía a menudo pero cuando ocurría era una verdadera lata.

Jackson suspiró un poco derrotado, tendría que arrastrarla hasta su departamento y soportar sus berrinches. No estaba de humor, hoy tampoco fue un buen día para él. Pero últimamente nunca estaba de buen humor.

Jackson arrastro sus manos por su cabello en clara señal de frustración. A veces se preguntaba qué estaba haciendo con su vida, sin embargo, una mirada a su alrededor, todo lo que estaba consiguiendo, donde se encontraba lograban acallar sus cuestionamientos.

Quizá no estaba ni a mitad del camino pero llegaría allí. Siempre podía estar más alto, siempre podía llegar mas lejos, el mundo no era suyo, no aún. Tenía muchas cosas que hacer y logros que alcanzar. Con ese pensamiento se acercó a la baranda que lo separaba del resto del mundo y miró hacia la planta baja. Las personas que se encontraban allí ni siquiera notaban su presencia, ese era parte del privilegio de ser VIP, la prensa no podía captarlo o asediarlo.

En medio de la multitud un destello llamó su atención, la chica lucía un pequeño vestido plateado que apenas cubría su cuerpo, castaños rizos caían en ondas sobre sus pechos, piernas largas y torneadas se balanceaban al ritmo de la música tan ajena a las miradas e impresiones que los hombres le daban. Podría reconocerla incluso a kilómetros de distancia, conocía esa silueta, había memorizado cada curva, cada valle cada recoveco de su cuerpo. Lucía sofisticada, por supuesto, ya no era una adolescente, se había convertido en toda una mujer.

La última vez que la vio, tenía su cabello teñido de rojo, más corto pero no lo suficiente para no extenderse sobre la almohada. Recordaba aquel espectáculo, ella juraba que se veía ruda con ese look. Él insistía que lucía como un ángel, sólo que con más color.

Seguía desprendiendo esa aura angelical pero los pelafustanes que se la comían con los ojos parecían no notarlo. Eso lo enfureció, cómo alguien podría profanar tanta pureza.

<Tú lo hiciste> le susurró una voz en su cabeza. Y toneladas de arrepentimiento cayeron sobre sus hombros. Jackson reconocía sus pecados, entendía a la perfección las consecuencias de sus actos. Nunca volvería a ella, se mantendría lo más lejos posible. No volvería a lastimarla, la mantendría a salvo.

Solo la observaría, guardaría cada detalle, retrataría mentalmente cada gesto; quería pistas que lo ayudasen a conocer a la mujer que estaba ente él, sublime, aun desprendía esa magia. Podía sentir su ser vibrar, estaba hipnotizado, paralizado millones de imágenes y recuerdos lo recorrieron como un rayo. Ella despertaba sensaciones, emociones, el deseo que había estado durmiendo en su interior.

Markie bailaba, y el mundo parecía desvanecerse a su alrededor, sonreía, brillaba con esa característica luz suya, que lo atraía al igual o peor que antes, ella ejercía una poderosa magia.

Sentía una presión en su pecho, el dolor era agudo casi como un piquete. Dios, cómo quería acercarse a ella y robar su delicioso aroma a jazmín y lavanda. Quería recordar como se sentía su toque, como se sentía su suave piel bajo sus caricias, como su cuerpo se estremecía bajo el suyo. Así es como se sentía la tentación, así es como iniciaba el pecado.

No puedes volver, sólo deja la ir. "Decirlo es mas fácil que hacerlo".

Una chica pelinegra se acercó a ella, si no se equivocaba era Yugyeom, la arrastró al centro de la pista de baile, levanto su brazo y la hizo girar como si fuesen bailarinas expertas; Markie casi tropezó pero eso no evitó que se echará a reír. Libre, feliz, ¿Estás mejor ahora? Por supuesto que sí. Yo ya no estoy cerca para irrumpir tu paz o robar tu quietud.

En medio de su dolor, ver a Markie reír fue suficiente para saber que había tomado la decisión correcta. Estaban mejor así, lejos el uno del otro.

Markie seguía riendo, no era una pésima bailarina y él podría jurar que si dejaba de jugar mostraría sus verdaderas habilidades, le seguía la corriente a Yugyeom y ambas estaban dando un espectáculo, sin embargo, parecía no importarles. Dos hombres empezaron a acercarse a ellas. Pudo distinguir a Bam, al otro no lo conocía. Su amigo ya no parecía un niño si bien se mantenía delgado, sus rasgos habían endurecido. Por un momento viajó en el tiempo, cuando los tres salían juntos, platicaban, reían. Cuando los tres eran ajenos a las injusticias del mundo. Pero ellos ya no le pertenecían. No eran suyos para proteger y eso dolía.

Algo llamó su atención; el desconocido hizo un gesto con la mano y Yugyeom asintió, colocó a Markie de espaldas a él y la instó a seguir bailando, de manera sigilosa él enredó el brazo alrededor de ella. Markie pareció sorprendida al inicio pero cuando giró entre sus brazos y lo vio sonrió con deleite; él le devolvió el gesto y depositó un beso en su mejilla. Markie lo abrazó, lanzó ambos brazos a su cuello: el desconocido provechó la oportunidad, la levanto del piso y la hizo girar. Ella nunca dejó de sonreír y mirarlo.

Jackson había sido el destinatario de esas sonrisas, él la había hecho reír de esa manera muchas veces en el pasado. Había dicho y hecho las más ridículas bromas solo para conseguir el milagro de su risa. Cuando ella sonreía parte de su dolor había sanado.

Markie había encontrado una razón para sonreír, debería estar contento por ella, sin embargo, solo se sintió miserable. Aquello era una tortura, el dolor se extendía en su pecho, se hacia mayor al punto de no dejarlo respirar, podía jurar que estaba sufriendo un infarto. Oh Dios, cuanto dolía.

Cuando él dejó a Markie nuevamente sobre el piso, ambos descansaron frente contra frente y ella siguió sonriendo solo para él.

Dolía porque él hizo esto, él inicio todo. Dolía porque fue el quien la dejó ir.

El ritmo de la música cambió a una lenta balada, y ellos se perdieron en el ritmo, se perdieron en sus miradas, en sus mundos, los brazos de él rodearon su cintura y ella seguía sujeta a su cuello como si no pudiese dejarlo ir.

Jackson temía que este momento llegase, el momento en que descubriese que ella había seguido adelante.

Las personas dicen los pecados no se pagan en el infierno, las personas afirman que todo se cobraba aquí en la tierra y tenían razón; estaba pagando. Sentía las llamas del infierno consumiéndolo vivo.

The EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora