THE END

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Antes de abordar el auto, Jackson le regaló una última sonrisa o lo que pareció ser una, se aclaró la garganta y habló por última vez-. No todo fue malo, ¿verdad?

- No, no todo-. Aseguró ella.

- ¿Podrías recordar sólo lo bueno?

Ella negó-. Es todo o nada

- Lo sé-. Sí solo recordase lo bueno quizá hubiese encontrado una razón para perdonarlo, un motivo para concederle una última oportunidad. Pero al final no se trataba de los buenos momentos que habían pasado juntos, sino de todo lo que habían atravesado en el transcurso de los años-. Siento que haya habido más malos momentos que buenos

- También lo siento.

Un carraspeó llamó su atención. Su agente gesticuló algo y señaló su reloj. Era tiempo-. Debo irme-. Tampoco había razón para extender lo inevitable.

Podría decirle que se quedara, podría convencerlo para que permaneciera con ella, no obstante, no había sentido. Jackson no era de las personas que quedaban permanentemente, lo suyo era la intermitencia-. Debes irte

Él suspiró, tampoco había esperado que ella dijese algo diferente-. Gracias, gracias por lo de hoy, por todo lo que has hecho por mi

- Jackson

- Solo quería agradecerte-. Volvió a aclarar su garganta-. Me gustó volver a verte, me gustó saber de ti. De verdad te de seo lo mejor, espero que seas muy feliz

- También espero que seas feliz-. Dijo ella honestamente.

- Hare mi mejor esfuerzo.

- Sé que lo harás

Jackson la miró por última, quería un último vistazo de la mujer que había sido su mundo, de la mujer que sería la razón de su existencia. Por un segundo fueron ellos dos, por un momento el universo dejó de existir. Ojalá todo hubiese sido diferente. Ojalá...

Jackson sacudió la cabeza, de qué servía lamentarse ahora mismo. Era tarde para lamentos o arrepentimientos. Esto era lo que tenían, lo que tendrían. Nada podía deshacer lo que estaba hecho. Debía dejarla, debía permitir que alguno de ellos encontrara la felicidad. Con pesar arrancó la mirada de ella y subió al auto antes de que pudiese cambiar de opinión.

A través del vidrio polarizado a penas y distinguió su figura.

Quizá lo miraba o quizá solo esperaba que desapareciera.

Talvez sólo le daba su último adiós.

Nunca sabría.

Su agente le dio órdenes al chofer y éste arrancó el motor.

Atrás quedaría una parte de su corazón y su alma.

El clic de la puerta cerrándose, resonó de su cabeza y luego de algunos el rugido del motor le aseguró que esto era definitivo. El auto se puso en movimiento, empezó a recorrer el asfalto, y a medida que pasaba de ella, cobraba velocidad. No había sido consciente que estaba llorando, hasta que las lágrimas nublaron su visión y le impidieron seguir el trayecto del auto. Le impidieron ver como el vehículo desaparecía en el horizonte.

Las lágrimas siguieron cayendo como grandes riachuelos que fluían a través de sus mejillas, sin cesar continuaban cayendo por lo que parecieron horas, y no parecía detenerse.

Siguió mirando en la misma dirección. Siguió llorando por lo que había perdido.

Estaba hecho, una vez más todo había terminado.

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