Capítulo 9. "Pequeña"

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Después de mi pequeña discusión con la tipa esa, los chicos me calmaron contando chistes y demás, pero aun así no se me pasaba el coraje, quien se creía esa para andarme prohibiendo juntarme con los chicos y más con Caleb, él era mi amigo.

El día se había pasado rápido, gracias al cielo Wen estuvo en la mayoría de mis clases, así que, podía sobrevivir con eso.

En este momento me encontraba yendo a casa de Lucas, resultaba que Lucas era rico, lo que explicaba su forma de vestir y los lujos que se daba; nos había invitado a pasar la tarde.

El viaje no fue largo, al llegar casi me caigo, la casa era blanca, con columnas en la entrada, una puerta doble color café claro, muchísimas flores adornando un bello jardín y una fuente el doble de grande que la del Centro Comercial.

Al bajar del auto de Tom, Lucas nos recibió, entramos a una gran estancia y luego no condujo a lo que parecía ser un cuarto de T.V., los chicos ya estaban ahí, jugando video juegos, que novedad.

-Y entonces, que hacemos, ver una peli, o meternos a la alberca. -Pregunto James, emocionado. Nop, ni loca, eso significaba quitarse la ropa y yo no podía.

-Yo... -Dije viendo a Caleb. -Opino que película.

-Sip, estoy de acuerdo con la pitufina está. -Me secundo Caleb, él siempre me ayudaba, por eso lo quería.

-No, no quiero, ni puedo, con ninguna de las dos. -Dijo Tom. -Yo solo traje a Emily para que no estuviera sola, pero James, Lucas, Dan y yo, tenemos una cita con unas chicas de la escuela, así que ni pedo, Charlie, Caleb, se las encargo. -Dicho esto tomo su chaqueta y salió como alma que lleva el diablo arrastrando a los chicos con él.

Nos habíamos quedado solos, llevábamos un rato jugando en casa de Lucas, sus papás estaban fuera de la ciudad, así que nos podíamos quedar sin preocupación. Solo se escuchaba la música del juego, hasta que el teléfono de Charlie sonó, se paró del puf a la velocidad de la luz, y salió para que no escucháramos su conversación. Caleb y yo nos miramos mutuamente sin darle importancia y seguimos jugando como si nada, hasta que volvió a entrar.

-Bueno, chicos, se pierden de mi presencia, porque ya me voy.

-¿A dónde?, ¿Con quién?, ¿Tiene que ver con tu llamada? -Cuanta pregunta hacía.

-Ya Ems, para voy a salir con una amiga a...

-¿Amiga?, será que esa amiga es Wen. -Amaba ver cuando ese chico se sonrojaba, quien iba a decir que un pelirrojo se puede volver más rojo.

-S-sí, pero no le digan a los chicos, yo solo... que sea nuestro secreto, esa chica me cayó muy bien, no se ve como todas, no es como todas, y no quiero que se arruine.

Caleb y yo asentimos, después de eso se marchó. Nos habíamos quedado solos, a veces pensaba que el Karma me juagaba chueco, mucho.

-Ya no quiero jugar video juegos. -Me dijo mientras aventaba el control a un lado del sofá.

-Bueno y entonces, que hacemos.

-Umm.... -Puso esa cara que hacia cuando pensaba, arrugaba la frente, y ponía cara seria. - ¿Quieres ver una película?

-Me parece.

Se puso de pie y abrió una puerta que parecía ser pared, una inmensa colección de películas estaba ahí, el comenzó a leer títulos: "Furia de Titanes" "Iron Man" "La Dama de Negro" y muchos otros que no me llamaron la atención.

-¿Tiene "Los Juegos del Hambre"*?

-No pequeña, no está.

- Ya te dije que odio que me digas pequeña. -Se lo había dicho semanas atrás y no entendía.

-Sip, lo dijiste... pero no me diste un porque, y si no tengo un porque no lo puedo dejar de hacerlo.

-Porque, cuando las personas hacen eso te hacen menos, y odio eso, además, que tiene de malo estar pequeña, que nunca te dijeron que lo mejores perfumes vienen en porciones pequeñas. -Dicho esto me voltee y le di la espalda, estúpidamente me sentía enfadada, siempre había tenido un complejidad por mi estatura, mi peso y demás, originada por culpa de mi madre y de Marco, mi mamá, siempre me dijo que era una enana, y que por eso no le servía para nada, yo solo la disculpaba, después de todo era mi madre; y Marco en más de una ocasión me echó en cara que todas las novias de sus amigo eran altas y de buen cuerpo, que me debía dar vergüenza ser la novia del capitán del equipo de futbol, y que no fuera alta, o que no hiciera el intento por serlo.

-No, Emily no te enfades, -Sentí que se hundía el sillón cuando él se sentó junto a mí. -Yo no te digo "pequeña" por acerté menos, ni porque tenga un problema con tu estura.

-Entonces... entonces ¿Por qué lo haces? -Mi voz se quebraba, los recuerdos me habían hecho llorar.

-Pues porque, simplemente me gusta hacerlo, tú no eres pequeña, por el contrario eres grande y fuerte. Lamento si te hice daño, no fue mi intención, es lo que menos quiero en este momento. -Su voz era firme y a la vez tierna cosa me quebró.

-No, tú no me has hecho daño, bueno solo al principio con tu indiferencia que no entendía. -Sus ojos reflejaban arrepentimiento, del verdadero.

-No era que no te quisiera hablar ni mucho menos, era solo que, bueno vi tus cortadas, yo no sabía cómo tratarte, hasta que se presentó la oportunidad.

-Si, y con respecto a esto, no es por ti es por otra, otras personas. -Sus ojos buscaban los míos.

-Y, no puedes contarme.

-Si, bueno esto es solo una parte, del porque estoy aquí. -El asintió y me hizo un gesto para que siguiera. -La primera persona que contribuyó a esto fue mi madre, cuando mis papás se separaron y me quede con mi mamá ella se volvió alcohólica, no tenía el valor para dejarla; en sus ratos de borrachera, siempre me ofendía diciendo que yo no era una chica bonita, que estaba enana, y que estaba gorda, y cosas por el estilo, me dolían pero siempre la perdonaba, por dios es mi madre. -Más lágrimas se escaparon de mis ojos.

-No, Emily, tú eres hermosa, no eres la típica flaca que anda enseñando todo, eres tú, no te importan los demás, eso es ser autentico, y tú eres auténticamente bella. -Con sus pulgares seco las lágrimas que parecían divertirse al recorrer mi rostro. -Pero dijiste que ella fue la primera, ósea que hay otra persona.

-Si, la hay, umm, era mi novio, Marco. -Su mandíbula se tensó automáticamente. -Bueno, él siempre dijo que yo debía estar agradecida por ser su novia, y como mi autoestima estaba por los suelos, pues, le hacía mucho caso, y más de una vez me dijo que le avergonzaba. -Las lágrimas parecían ser ríos.

Trate de seguir con lo que faltaba de la historia.

-Pues, yo era una enana y nada más. Me dolía cada vez que lo hacía pero, aun así lo quería. -Después de eso sus fuertes brazos me rodearon y yo me desplome sobre ellos.

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Gracias por Leer.

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P.D.

En multimedia Charlie.

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