Cinco

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Me encontraba fuera de la habitación donde residía Connor. Jugaba torpemente con mis dedos. Caminaba de ida y vuelta esperando a que me diera el okey para entrar a su cuenta y hablar con él.

Estaba preocupado. Connor jamás había mencionado el hecho de que sufría de anemia. Seguramente era por eso que hoy se veía tan mal, tal vez por eso me dejó tirado en el parque. Dios, tan solo pensar en lo mal que se sentía y que yo no haya hecho nada me revuelve las tripas de la culpa. Pude haber hecho algo, ¿verdad? Estoy casi seguro de que sí.

La puerta se abrió de repente. Zoe cruzó el umbral Zoe con una leve sonrisa llena de paciencia. Me miró de arriba a abajo. Tomó mis sudadas manos con algo de fuerza y clavó sus ojos en los míos.

-¿Él e-está bien? ¿Y-ya puedo entrar? -pregunté con un claro nerviosismo.

-¿Estás bien?

-N-no. Bueno, sí. Y-yo... -suspiré-. No lo sé.

Sus delgados y pálidos brazos me rodearon con fuerza. Me susurró algo al odio, pero fue tan despacio que no pude oírlo a causa del bullicio del hospital. Sin que pudiera preguntarle un misero "¿qué?" me soltó y se marcho a paso lento.

Caí en la cuenta de que mi camino hacia Connor estaba despejado y entré en la habitación casi corriendo. Ahí estaba él, leyendo un libro con una expresión que me trasmitía paz.

Al parecer me le quede viendo un largo rato, ya que cuando sintió mi mirada fija en él se volteó hacia mí y me pregunto qué era lo que estaba haciendo ahí parado, observándolo como un raro. Vacilé.

-¿Cómo te encuentras?

Cerró su libro. Bajó su heterocromatica mirada y comenzó a pasar la yema de sus dedos por las marcadas letras del título. No parece tener ganas de charlar, pero no me importa. Caminé hasta su lado y me senté en la cama, él se corrió un poco para hacerme espacio.

-Me hiciste asustar -mumuré, buscando su mirada-. Pudiste decirme que no estabas bien. P-pude haberte ayudado.

Inconscientemente mi cuerpo se acercó un poco más a él. Logré distinguir que su tez ya no era tan pálida como hace unas horas tras. Parece estar un poco mejor, pero no completamente. De estar bien no seguiría aquí.

-Hey, mírame -tomé su mano, sobresaltandolo un poco ante el tacto-. ¡Connor, mírame a los ojos, por favor!

-¿¡Qué quieres!? -Finalmente elevó la mirada. Sus ojos demostraban cansancio, necesitaba dormir por lo menos dos días seguidos-. ¿Qué... quieres, Evan? -Repitió en un hilo de voz. Estaba en su estado más vulnerable.

-Escuchame bien emo alto y delgado de cuarta -dije con una confianza que no sabía de donde había sacado-. No me iré de este hospital sin ti. Me quedaré a tu lado si lo necesitas, porque eso es lo que los... amigos hacen.

Nunca tuve un verdadero amigo. Y créanme que Jared no cuenta, ya que según él somos "amigos de familia" o lo que sea. Era un idiota. Jared Kleiman es el tipo de idiota que disfruta ser un idiota.

-Evan... vete.

Negué con la cabeza. Al verlo fijamente a los ojos tuve la extraña urgencia de abrazarlo, así que lo hice. Me sentía como un idiota impulsivo, pero parecía que Connor lo necesitaba ya que correspondió enredando sus brazos a través de mi cuello con fuerza.

-¿Tomaste tus píldoras?- preguntó en un susurro.

-Oh... -me separé-. Sabía que me olvidaba de algo.

Runaway || Treesbros [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora