CAPÍTULO SIETE

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Mi humor estaba por los suelos desde ayer en la noche y no podía dejar de darle vueltas a lo que Thomas había dicho acerca de la supuesta venganza de Tayler. Solo quería arreglar las cosas con él y que todo volviera a la normalidad.

—Chica, tu orden esta lista—levanto el dinero en dirección a la camarera y esta sonríe deseando un buen día.

—Gracias— musito en su dirección y me encamino a las residencias del campus.

Cuando me encuentro frente a la puerta de mI mejor amigo doy unos leves toques pero no hay respuesta, así que, intento de nuevo. Nada, absolutamente nada ocurre me dedico a observar el pasillo vacío usualmente está repleto de chicos semidesnudos caminando libremente por la estancia pero al ser domingo por la mañana muchos deben de tener resaca o simplemente no han regresado de sus casas. Intento de nuevo esperanzada de que no atienda porque está sumamente dormido pero al cabo de unos segundos me resigno a darme la vuelta y marcharme. Ahora me siento estúpida por llevar dos bebidas y un rollo de canela en las manos. No llevo ni dos pasos cuando el click de la puerta hace que me gire de inmediato para encontrar a un somnoliento Thomas, no puedo evitar mirarlo abiertamente pues únicamente porta unos calzoncillos blancos, este lo nota y mientras que con una mano talla su ojo izquierdo con la libre cubre sus partes nobles. El calor que invade mis mejillas no tarda en aparecer y aparto la mirada.

— ¿Qué haces aquí? — su vos se escucha pastosa y más ronca de lo usual.

Aun sin mirarlo estiro el "desayuno" que he comprado para ambos pero noto que él no lo toma, es ahí cuando decido levantar la mirada. Me topo con un ceño fruncido, unos ojos tan oscuros que logran sacarme de balance, sé que está molesto por la forma en la que tensa la mandíbula y su mano se aferra a la puerta de manera sobre humana, sus nudillos están lejos del color natural y simplemente blancos de la fuerza ejercida, cuando vuelvo a insistir en que tome su café y el postre, gira la cabeza y niega, sus labios se fruncen con fastidio, pero es ahí cuando lo veo. Agradezco que él no me mire directamente porque sé que mis ojos se han salido de órbita al notar las pequeñas manchas rojas que tiene en la clavícula y parte del cuello. Estoy sorprendida y de repente olvido por completo el por qué he venido a plantarme en su habitación sin avisar y es cuando soy consiente entonces de los ruidos dentro de su habitación, todo cuadra ahora, la manera en la que me trata como para que me largue ya mismo, para alejarme y el cómo aferra la puerta junto a él y no me ha pedido que pase. Está con alguien ha pasado la noche con una chica. Es imposible que sea Cal, su compañero de habitación el causante del ruido, seguro que él ni siquiera ha vuelto de la casa de sus padres.

Entonces la escucho llamarlo y me es inevitable reconocer su vos. Es Iris nuestra compañera de teatro. Es ahí cuando él levanta la mirada y me dedica una mirada avergonzada.

—Demonios —suelto y me apresuro a salir de ahí.

Cuando giro tiro lo que llevo entre las manos sin importarme el desastre que causare en el pasillo, camino tan aprisa que choco hombros con un par de chicos que pasan de casualidad por ahí y aun que sueltan alaridos molestos ni siquiera me importa y sigo con mi paso apresurado.

Siento como se forma un nudo en mi garganta y como las lágrimas invaden mis ojos con prisa pero me niego a derramar alguna, soy una idiota ni siquiera sé porque me he puesto así, Thomas está en todo su derecho de llevarse a la cama a quien le plazca, entonces sucede llega la primera etapa de duelo, la negación. ¿Por qué Iris? Ella ni siquiera es su tipo de chica. Jamás comento nada al respecto sobre si ella le gustaba. ¿Por qué tiene que ser un idiota que se fija siempre en chicas que no le convienen? ¿Y por qué demonios se ha enojado porque Tayler estaba en mi habitación?

El enojo comienza a crecer dentro de mi sistema como una bola de nieve y por si fuera poco lo escucho a mis espaldas.

— ¡Savanna! —exclama agitado pero lo único que logra es que yo aumente mi andar. ¿Cómo es que se le ocurre seguirme? Mi enojo aumente a la velocidad de la luz y es entonces cuando mis alarmas se encienden. La etapa dos ha llegado y aunque soy consiente dejo que se desborde mi ira hacia él. Me detengo, simplemente dejo de andar y me giro para encararlo este corre a toda prisa tras de mí que cuando es consciente de que me he detenido casi choca contra mí. Entonces lo empujo una y otra, y otra vez hasta que cae al suelo desconcertado.

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