Capítulo #5. La verdadera naturaleza del fuego

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No supe en qué momento perdí la conciencia. Pero cuando la recobro, siento que voy en los brazos de alguien. Cuando intentó moverme, el dolor se hace presente.

-¡Agh!

-Tranquila nena. Todo va a estar bien- me contesta una dulce voz.

-¿Do… dónde estoy? ¿Qui… qui… quien eres?- preguntó lo mejor que puedo. Estoy cansada. 

-Di, soy yo,  Hayley.  Tuve que sacarte del centro comercial antes de que te asesinaran y… y… Allen… se quedo para poder protegernos- acto reflejo abro los ojos de golpe. Encontrándome con los ojos vidriosos de mi mejor amiga.

-Hayley, bájame. Tenemos que regresar por Allen. No puedo dejar que muera por mi culpa- contestó con firmeza. Acto seguido me coloca en el suelo. Al estar de pie no puedo evitar hacer una mueca de dolor.

-Pero mírate, ni siquiera puedes estar de pie. Hay que curarte esa herida- dice mi amiga con preocupación.

-¡NO!- gritó con enfado- si tengo que arrastrarme lo hare- veo que en los ojos de la pelirroja se encarnizaba una batalla entre lo quería y debía hacer- y será contigo o sin ti- agrego rapidamente.

-Está bien, vamos- dice mientras pasa uno de mis brazos sobre sus hombros y coloca un brazo alrededor de mi cintura. Aunque Hayley hacia todo lo posible por hacer que no apoyara mi pierna izquierda, no pude evitar el dolor.

Tardamos cerca de 10 minutos en llegar al centro comercial, a pesar de que nos encontrábamos a unas cuantas calles. Y cuando estuvimos en la entrada hice que nos detuviéramos en seco. Los escaparates de las tiendas estaban completamente destruidos, había pedazos de vidrios por todas partes. Se podía decir que el lugar estaba abandonado, y no había bomberos ni policías.

Entramos por el mismo lugar que la ultima vez, y por el cual asumo que Hayley nos saco. Una vez dentro nos encontramos con una rastro de sangre, temiendo lo peor decidimos averiguar hasta donde nos llevaba.

Al llegar encontramos a Allen con toda la ropa desgarrada y múltiples cortes en todo el cuerpo, en su mayoría en el rostro. Sin embargo, su adversario no estaba libre de heridas. Akendrix ya no tenía casco e incluso le faltaban algunas púas de la cola y al igual que el rubio estaba sangrando.

Fue tan solo un instante en el que Allen se distrajo, al darse cuenta de que estábamos a unos metros de ahí, que Akendrix aprovecho para clavar uno de sus enormes colmillos en su hombro derecho. Lo que hizo que este cayera al suelo y soltara un grito de dolor.

En ese momento sentí que me quedaba fría y algo en mi interior dio paso a un calor intenso, pero no era cálido. Era algo más agresivo, me quemaba por dentro. Extrañamente ya no estaba cansada y todo rastro de debilidad se desvaneció.

-Hayley. Saca a Allen de aquí- digo con firmeza. Por lo que la pelirroja no puede evitar mirarme con extrañeza.

-¿A… a que te refieres?- pregunta- no pienso dejarte morir, eres muy importante.

-Por favor. Necesito que confíes en mi, ¿de acuerdo?- con cierta vacilación asiente con la cabeza.

Entonces recuerdo lo que había vivido en mi sueño, y hago exactamente lo mismo. Sintiéndome poderosa y sin vacilar con mi mano derecha realizo un movimiento en el aire y aparece una vez más la espada. A pesar de la herida en mi pierna logro apoyarla por completo y el dolor aun esta presente pero es mínimo.

-Espera a que este distraída y llévate a Allen- digo sin vacilación.

-¿Cómo hiciste eso?- pregunta mi mejor amiga.

-Las preguntas para después, por ahora colócate detrás de esa columna. Espera a que no te vea.

-Así que pensaste que podrías vencerme, ahora sufrirás mi ira. Despues iré por la princesa y terminaremos con esto- era la voz de Akendrix y preparaba su cola para dar el golpe final a mi mejor amigo.

Fénix: La Chica con Cicatrices de Oro y PlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora