Epílogo.

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Como es que pasa el tiempo de rápido, solo por breves momentos quisiera volver al pasado para poder revivir esos maravillosos momentos pero aún siguen en mi memoria, siempre presentes.

–¿Qué haces?– miro a mi hija.

–Es un regalo para tu papá – ¿la envuelvo o no?

–Pero no es su cumpleaños – mi pequeña hija pone su mano en su mentón.

–No pero si es nuestro aniversario, nuestra primera década – digo sonriendo, tantos años y lo amo cada vez más.

–Mucho tiempo – realmente no lo siento así – diez años, es un buen tiempo ya, como para tener otro hijo...

–¿Sigues con eso?– digo mientras miro la hora 8: 42 p.m. aún falta.

–Quiero un hermano o hermana ¿no lo entiendes? – levanto mi ceja – por favor, ya estoy grande.

–Solo tienes siete– le digo y me agachó para quedar a su altura – te amo demasiado pero no.

–¡Ay vamos!– me río, se escucha el sonido de la puerta – se lo pediré a papá– ella sale corriendo a la puerta, la sigo hoy vino temprano.

–Bienvenido – digo, él sostiene a Saori entre sus brazos mientras ella le habla al oído él ríe y me da un beso corto en la boca.

–¿Qué cosa?– deja de reír, su cara me da gracia – lo voy a pensar, mi amor.

–¿De verdad?– pregunta mientras él la baja.

–De verdad – ella asiente, mientras corre a la sala, me mira– solo me tomo un baño, me cambio y nos vamos, te ves tan hermosa.

–Esta bien y gracias– digo nerviosa al ver su mirada en todo mi cuerpo, me voy a la sala con mi hija.

Solo es un vestido negro al igual que los zapatos...

–¿Qué haces?– le preguntó.

–Dibujó, ¿quien va venir a cuidarme? – pregunta.

–Tu tía – ella hace un movimiento con sus manos – tía Hima.

–Yo quiero ir– dice y ríe – estoy bromeando, por favor que se diviertan y hablen sobre lo que les pedí.

Me río y la ayudo a dibujar por un tiempo.

–Sarada– miro a mi esposo, los años si que lo ayudan y más con ese traje – ¿estas lista?

–Si– digo, no es momento para que estés babeando por él – pero aún no llega Hima.

–Entonces esperemos – los dos nos sentamos en el sillón grande y miramos a nuestra hija dibujar en la mesa pequeña de la sala, ella nos regala sus dibujos, es muy insiste en todas sale otra persona, su hermano o hermana.

Pasa un buen tiempo.

–Perderemos la reservación, si no es que ya la perdimos – dice él, mirando su reloj, también lo hago– voy a llamar a Himawari – él se para y saca su teléfono.

Pasa un poco de tiempo hablando, no tiene buena cara.

–No podrá venir – dice mientras se sienta de nuevo y se toca la cara– ¿qué hacemos?

–Creó que ya perdimos la reservación– le digo– bueno puedo cocinar algo.

–Lo siento Sarada, pero podemos ir a otro lado– me dice, mientras toma mis manos.

–Esta bien, podemos comer algo aquí – digo.

–Vamos y Saori se va con nosotros – me dice– y ya le podemos decir.

Él y yo ¿Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora