Desear

113 43 35
                                    


El protector despertó en un lugar desconocido para él, era muy oscuro, tétrico y lúgubre, aunque aún así, lo sentía muy familiar.

No podía ver donde pisaba, ya que el suelo parecía ser un abismo infinito que se tentaba en abrazarlo con sus garras y apagar su luz para siempre, a lo que el protector decidió ignorar para proceder a caminar con firmeza, "Soy fuerte como el hada, soy fuerte como el hada", repetía para sus adentros.

Caminó durante un rato hasta que logró divisar una luz a la distancia, corrió con todas sus fuerzas hacia ella, cada vez estaba más cerca, hasta que por fin logro alcanzarla.

Era el bosque, había vuelto a su lugar, a su hogar, y una sensación de alivio inundó su cuerpo "por fin ya estoy en casa", se dijo así mismo.

El protector solía tener este tipo de conversaciones intrapersonales,  ya que hasta el momento no había aparecido nadie con quien pudiera desahogar esos sentimientos o dudas, y solía hablar consigo mismo para aclararlas de la mejor forma posible.

Corrió emocionado hacia el árbol de la hermandad y al abrir la puerta quedó totalmente perplejo. La casa estaba totalmente vacía, fría, sin vida, no sentía la calidez que siempre solía tener el árbol al llegar, ni siquiera olía como lo hacía su hogar. Miró al suelo de nuevo y finalmente lo comprendió, seguía en la garras de la oscuridad.

No pudo contener las lágrimas y lloró desconsolado, la impotencia y la desesperación invadieron su cuerpo y serpenteaban hacia su mente inhibiéndolo de toda posible solución de escape, sentía que se ahogaba, que era el fin.

Cuando tanto su corazón como su mente se rindieron, se sentó abrazando sus piernas intentando pensar en un mejor lugar, imaginando que todo era un sueño, que pronto despertaría, que todo iba a estar bien. De repente, sintió un fuerte golpe en la parte de atrás de su cabeza.

Era el hada, que lo miraba furiosa pero a la vez aliviada, "¿Qué haces aquí?, vamos tenemos que irnos", y lo agarró del brazo tirándolo fuertemente. El protector tenía los ojos abiertos de par en par y rápidamente se levantó y empezó a caminar con paso rápido al lado del hada.

La tiniebla se desvanecía, la luz empezaba a resquebrajar la coraza de oscuridad que los envolvía, todo volvía a tener sentido para el protector, se sentía tremendamente alegre de estar junto al hada.

De repente, una luz cegadora los envolvió, y contemplaron de nuevo el bosque, había logrado escapar de las garras de la oscuridad y la soledad gracias a la persona que amaba, su pecho rebosaba de amor y gratitud.

"Gracias hada, de verdad aprecio mucho lo que hiciste, no sé qué sería de mi sin ti" y procedió a abrazarla con fuerza y amor, a lo que el hada contestó diciendo: "No tienes que agradecer, es mi regalo de despedida para ti".

"¿Como que despedida? pero si hace poco que has llegado, ¿cómo te vas a ir ahora?", el protector estaba extrañado por lo que había dicho el hada.

"Pues sí, me voy muy lejos de aquí para poder seguir aprendiendo más de mi misma y de este mundo, me voy para explorar y aventurarme en las travesías más grandes que el mundo haya visto, me voy para seguir creciendo", decía el hada en un tono de autoridad y valentía.

"Pero si te vas yo, yo no podré, la oscuridad va a volver", la voz del protector temblaba mientras hablaba, no quería volver a quedarse solo, le provocaba terror el hecho de pensarlo, no creía ser capaz de volver a soportarlo.

Con su mano el hada tocó el pecho del protector, y un resplandor lo hizo brillar de manera intensa, "no vas a estar solo, siempre vamos a estar el uno para el otro, no importa la distancia, me enseñaste mucho durante mi tiempo en este bosque querido protector, pero ahora yo debo de enseñarte algo: déjame ir, si verdaderamente me amas con todo tu corazón, déjame ir y ruega cada vez que veas a la luna, que yo seré mejor cada día, al igual que yo lo haré por ti", luego el hada besó la frente del protector y procedió a marchar hacia el horizonte y desapareció lentamente. El protector estaba en el suelo llorando triste y herido, hasta que sintió que algo tocaba ambos de sus hombros.

Eran los creadores, que lo apoyaban desde siempre, lo ayudaron a incorporarse y a despedirse del hada, lo miraron con la ternura con la que un padre mira a su hijo, para luego desvanecerse con el viento del bosque.

"Gracias, gracias por todo hada, creadores, gracias."

El protector despertó desesperado y asustado del sueño, estaba transpirado completamente y casi se había caído de la cama del susto.

No sabe por qué, pero el hada estaba al lado de él, intentando ayudarlo a levantarse," oye ¿estás bien? ¿Qué te sucedió?".

"Nada nada, fue solo un sueño, aunque la verdad se sintió muy real " dijo el protector aún un poco exaltado.

"Vine aquí a despertarte y cuando entré estabas balbuceando algo, decías: hada, hada no te vayas, y otras cosas así".

"No, no fue solo tu imaginación seguro, no soñé nada parecido con eso", el protector trató de evadir el tema lo mejor que pudo.

"Bueno vamos a desayunar, hay mucha tarea que hacer hoy, y no tenemos mucho tiempo" dijo el protector al levantarse de la cama.

"Está bien voy bajando, ah y antes, ponte algo más de ropa" dijo el hada riendo mientras se iba.

El protector se puso tremendamente colorado de la vergüenza, y se vistió lo mas rápido posible tratando de olvidar el sueño, aunque le era imposible, sabía que tarde o temprano iba a suceder, que estos momentos iba a terminar, que todo iba a llegar a un fin, y tarde o temprano tendría que aceptarlo.


El Hada HeridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora