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El tiempo pasó en el bosque y las visitas de la reina cada vez se hacían más regulares.

Le intrigaba mucho ese lugar, sentía una extraña atracción, como una especie de amor, necesidad y curiosidad fusionadas en un sentimiento único e indescriptible.

El hada por su parte se sentía feliz de tenerla cerca, en un primer comienzo se sentía temerosa, pero sabía que las intenciones de ella no eran malas.
Así el temor y la duda se despejaron visita a visita.

El hada en eso también entendió algo importante. Los verdaderos lazos de confianza se forjan con constancia, corazón y el deseo de que esa persona que tanto aprecias, encuentre en ti alguien en quien poder recurrir ante lo que sea, donde y cuando sea.

El protector mientras vivía tranquilo y se alegraba por la relación que llevaban el hada y la reina. El sentía un poco de celos debido a esto, ya que a veces perdía tiempo para estar con ella, no le importaba siempre que en su rostro se reflejara su enorme y bella sonrisa.

Así el tiempo los arrastró en el vendaval que es la vida misma, hasta que las hojas del bosque empezaron a caer una por una, en una danza propia e irrepetible hasta llegar a dar su último suspiro besando el suave suelo de la tierra que las vio crecer.

La gran bestia que era el bosque ahora cambiaba su pelaje a tonos marrones y grisáceos junto con la estación que llegaba, brindándole una nueva protección a este y a sus habitantes.

En estos momentos el hada aprovechaba para juntar montones de hojas caídas y jugar con ellas tirándose encima como un gran colchón de color marrón carmesí.
El protector y la reina que la miraban de lejos compartían un mismo sentimiento, la felicidad de ver a alguien que amas feliz.

"La verdad parece una pequeña, espero algún día pueda madurar" decía la reina después de reírse ligeramente viendo al hada.

"Yo deseo que ella sea como ella siente que debe ser, la amaré sin importar como desee ser en un futuro", dijo el protector suspirando suavemente, sin haberse percatado de que jamás había hablado de esta situación con la reina, sus mejillas automáticamente se pusieron rojas como tomate.

"Así que estás enamorado de ella ¿eh? tenia mis sospechas, aunque la verdad ya despejaste todas ellas" dijo la reina ahora mirando fijamente al protector que se ruborizó mucho más que antes.

El protector tomó valor y dijo: "Así es, estos sentimientos han estado dentro de mi desde que nos conocimos y han crecido conforme a pasado el tiempo. Cada vez me cuesta más ocultarlo y no se cuánto tiempo pueda aguantar así", el protector temía que al expresar sus sentimientos estos no sean correspondidos, no quería separarse del hada ni perder la relación que habían forjado.

"Pues querido protector, tarde o temprano tendrás que decidir y en ese momento verdaderamente sabrás que sucederá, solo ten fé y confianza, que la decisión que tomen será buena para ambos, permanezcan juntos o no", dijo la reina con el tono que una madre tiene cuando le da un consejo a un hijo.

"Eso significa...", el protector no quería admitirlo.

"Ella se irá querido protector, se irá a ver el mundo tarde o temprano y tú lo sabes ya ¿o no? tendrás que tomar una decisión, permanecer con tus sentimientos y dejarla ir o confesarlos y acompañarla en su viaje" sentenció con firmeza la reina.

El protector la miró con los ojos abiertos completamente sorprendido: "Pero no me puedo ir de una forma tan sencilla, ¿Quién cuidara del bosque mientras no estoy? ¿Quién velará porque las especies que lo habitan no entren en peleas y conflictos de nuevo? no puedo abandonar la responsabilidad que se me dio".

La reina con calma dijo: "Entonces tienes que hacer que ella se quede contigo aquí, pero ambos sabemos..."

"Que eso no va a suceder" terminó la frase el protector.

El hada se percató en ese momento de que ambos estaban charlando, y fue corriendo hacia ellos para unirse a la charla.

"Oigan ¿de qué hablan? ¿Qué vamos a hacer ahora?" el hada transmitía toda su alegría y felicidad a través de sus palabras.

"Primero debes limpiarte todas las hojas que tienes encima y luego tenemos que concluir con las tareas que nos faltaron" dijo la reina.

"Está bien, aunque preferiría que hiciéramos otra cosa, tenemos que terminar las tareas que nos asignaste ¿o no protector? " dijo el hada acercándose a él.

El protector estaba sumido en sus pensamientos y ni siquiera había escuchado al hada.

"¡OYE!" gritó el hada fuertemente.

El protector que se despejó de todas sus ideas en un santiamén, dio un pequeño salto en el aire.

"Si, si por supuesto, una vez terminen con la tareas podremos hacer alguna que otra cosa más divertida", contestó un poco asustado aun el protector.

"Así está bien, ¡nos vemos después!" dijo el hada para tomar la mano de la reina y salir corriendo arrastrándola del brazo.

El protector se quedó ahí mirando como las dos se iban y desaparecían a lo lejos preguntandose:

"¿Será así también cuando ella se vaya de aquí?".








El Hada HeridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora