Negué con la cabeza y él sonrió- Hubieras visto la cara de todos cuando ustedes se besaban.
- ¿Por qué? –dije intrigada y apenada.
- Bueno, al principio pensamos que lo golpearías o algo. Pero luego notamos cómo se movían sus labios. Parecían un par de tortolitos enamorados y este era su primer beso de verdad.
- Yo… es que bueno, quería que se sorprendieran de nuestros dotes al besar –dije levantándome.
- Pues… lograron convencernos de sus dotes eh –dijo Nash.
- Bueno, es que… -yo no sabía qué decir.
- Te gustó el beso admítelo –dijo Nash y se acercó a mí. Yo agaché la mirada y sonreí tímidamente.
- Admito que fue un gran beso –dije por fin.
- ¡Vaya… lo sabía! –dijo feliz- Lo bueno es que a mí me tocó contigo Chloe.
La aludida sonrió y se sonrojó. Ella se acurrucó con él y yo les sonreí y entré al cuarto cerrando la puerta tras de mí.
“Espero hayas tenido un gran día, héroe mío. Hoy ha sido un día lleno de nuevos proyectos en mi vida, unos buenos… otros interesantes. ¿Qué tal te fue a ti?” –envié y me comencé a poner la pijama.
Ya cuando me recosté sentí cómo la cama vibraba y la canción de Adele surgía. Escuché cómo la puerta se abría y era mi hermana que entraba silenciosamente.
- Oye… -me dijo mi hermana.
- ¿Qué pasa? –pregunté desinteresada.
- Quisiera… bueno… Nash quiere hablar contigo –dijo con ambas manos como si hiciera una oración.
- ¿Y luego, de qué? –pregunté, Nash asomó su cabeza por la puerta con una sonrisa tímida. Chloe salió del cuarto y él se sentó sobre mi cama, yo salí de las sábanas y crucé mis piernas, abracé una almohada.
- Yo… he hecho un intercambio –dijo como si supiera a qué se refería.
- ¿De qué hablas? –pregunté confundida.
- Te intercambié a ti… por mí –dijo sonriendo.
- ¡Nash, dilo ya! –pedí desesperada.
- ¡Yo dormiré aquí y tú dormirás con Matthew, bueno no con él pero sí en el camarote! –me gritó.
- ¡¿Estás loco?! –pregunté incrédula- ¡Claro que no!
- ¡Vamos! Prometo no tocar a tu hermana –pidió.
- ¡Eso es lo que menos me importa! –dije- ¡Por mí hagan lo que quieran!
- Sabes que si me la llevo yo, Matthew se vendrá aquí… así que quieras o no, uno tiene que cambiar.
- ¡Nash, no hagas esto! –pedí frustrada.
- ¿Por favor? –me dijo con sus ojos celestes brillando y sus labios fruncidos, era todo un chipil este chico.
- ¡No! –grité- ¡Esa es mi última decisión!
Al final de una larga discusión no sé cómo pero ahora me encontraba frente la puerta del camarote de Nash y Matthew, con mi almohada en la mano y una sábana en el otro. Toqué la puerta y nadie respondía, volví a tocar y se escuchó un…
- ¿Perdiste tu llave o qué? –desde dentro. Abrió la puerta y se sorprendió al verme allí parada con el cabello enmarañado y los ojos aún pintados.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó bastante confundido.
- Dormiré aquí –dije y entré sin preguntarle nada, caminé a la recámara y allí estaba la cama de Nash perfectamente arreglada. Quité las cobijas de encima y acomodé mi almohada. Me senté sobre ella y me puse a leer el mensaje que tenía.
“Pues… fue extraño mi día, linda. Comenzó mal, continuó interesante y termina bien. La verdad es que también estoy experimentando nuevas cosas. Pero no me convertiré en gay eh, ni lo pienses” –comencé a reírme y noté que Matthew entraba al cuarto.
- ¿Nash dónde está? –preguntó sentándose frente a mí.
- En mi camarote, pidió quedarse allí y me corrieron a mí –dije inocentemente tratando de responder el mensaje.
- ¿No pensaste en irte con tu prometido? –preguntó mirándome.
- Bueno… -bajé el celular. Quité mi almohada y la sábana.
- ¿Qué haces? –dijo confundido.
- No quieres que me quede, para qué estar aquí contra tu voluntad –dije tomando mis cosas y caminando hacia la puerta del cuarto.
- Yo no dije que te fueras, solo te hice una pregunta.
- No importa - dije pasando hacia la salita.
- ¡Espera! –se escuchó desde el cuarto. Estaba parada con mis cosas en la mano. Él se acercó a mí y tomó mis cosas- Quédate –susurró. Lo miré y sentí como mi corazón latía a un ritmo extraño. Caminé hacia el cuarto y él comenzó a mover los muebles.
- Si te vas a quedar aquí, dormiremos a la Espinosa –dijo sonriente.
- ¿Cómo es esa forma? –pregunté con una sonrisa en mis labios. Al final las camas estaban juntas y el buró estaba a mi lado. La lamparita estaba medio quebrada porque al él se le calló. Abrió el closet y se desplegó una televisión de pantalla plana. Esto era sorprendente.
- Sube y espérame aquí –dijo sonriente.
- Hecho –dije y subí a la cama. Me puse en mi lado y crucé mis piernas. Empecé a buscar el borrador del mensaje que le enviaría a “el”. Pero noté que no tenía nada de señal. Mi celular había muerto. Lo dejé a un lado y comencé a cambiar de canal. Él llegó con un tazón con palomitas y dos vasos de refresco de cola.
- ¿Te gustan? –preguntó.
- Claro –dije sonriente.
- Dame el control… hoy veremos una película de miedo –anunció. Yo solo asentí.
Odiaba las películas de miedo, nunca pude ver una. La verdad les tenía mucho pavor. Matt la puso y comenzó. Estuvimos atentos a ésta y de vez en cuando Matt la paraba para ir por más palomitas. Odiaba cuando se iba, me la pasaba mirando a mi alrededor temiendo que algo se me apareciera o que algo tocara mis pies.
- ¿Estás bien? –dijo él cuando entró.
- Sí, ¿por qué? –pregunté tomando un poco de soda.
- Estás pálida –dijo riendo.
- Estoy bien –dije tratando de parecer lo más valiente posible. Le puso play y la película llegó a su climax principal. En todo el rato me la pasé cerrando los ojos pues ya no aguantaba el miedo que tenía. Él de vez en vez me miraba y reía, pero no me decía nada. Al término de esta él apagó el televisor y fue a dejar las cosas en la mesa de la cocina, cuando regresó sacudimos la cama y él apagó la luz.
Yo no podía ni cerrar los ojos, me la pasaba mirando y mirando la puerta. Tenía tanto miedo que me comencé a alejar de la orilla y me fui acercando más a Matthew, quería estar cerca de su espalda. Seguí moviéndome hasta que de repente sentí cómo me encajaban las uñas en la espalda.
- You’re gonna be mine –dijeron con voz diabólica cerca de mi oído.
- ¡Ah! –comencé a gritar y a moverme como loca. Estaba tan asustada que comencé a llorar desesperadamente.
- ¡_____! –gritaban cerca de mí- ¡____, ____, soy yo Matthew! ¡Cálmate! –dijo cuando detuvo todos los golpes que estaba soltando- ¡____, soy yo! –dijo abrazándome. Me acurruqué en su pecho y seguí llorando un poco. Me sentía tan apenada y mi corazón no dejaba de saltar. Seguía llorando y sentí cómo él comenzaba a achipilarme.
- Sh… sh… sh… -susurraba- tranquila, esta bien. No llores ____, solo jugaba. No fue en serio. No quise asustarte tanto.
- Pues… lo lograste, casi muero del susto Matthew –dije aún sollozando.
- Lo siento –dijo besando mi cabeza. Estuve en sus brazos hasta que me calmé, luego analicé la situación y noté que seguía demasiado cerca de él.
- Hem… creo que ya estoy bien, ya me puedes soltar –dije nerviosa.
- Oh, sí lo siento –dijo soltándome. Nos recostamos y estábamos espalda con espalda. Traté de cerrar los ojos pero no podía. Puse mi celular en la lista de reproducción y comencé a tararear ciertas canciones. A veces escuchaba como Matthew también las tarareaba. Luego de notar que eran más de las cuatro de la mañana lo apagué y cerré mis ojos.
En mis pensamientos revisaba la noche. Recordé cómo Matthew me besaba y cómo Dean lo hacía. También recordé cómo ambos me hacían reír y cómo ambos se esforzaban por tratarme bien. Esto era tan incómodo. Estuve pensando tanto en el beso que se me salió decir:
- Fue lindo –en un susurro. Lo dije tan quedito que pensé que no me escucharía si aún seguía despierto.
- Para mí fue interesante –contestó también en un susurró.
- Pensé que ya estabas dormido, por eso lo dije –dije apenada.
- No… no puedo dormir teniéndote aquí, a mi lado.
- ¿Por qué? Yo no soy capaz de asustarte –le dije. Él rió y se giró hacia mí. Yo también me quedé mirando ese pequeño brillo que sus ojos desplegaban.
- Bueno, es que… he tenido chicas en mi cama. Pero nunca he estado tan cerca y tan lejos de una.
- ¿Te refieres a que nunca has dormido con una chica sin tener sexo? –pregunté levantando una ceja.
- Exacto, a menos que sean las chicas de mis amigos, sus familias o parte de la mía –dijo.
- Pues yo tampoco, de hecho yo… yo… bueno. Tú sabes –dije y cerré los ojos.
- ¿Nunca has? –preguntó apenado también.
- No –dije sinceramente- me da miedo –admití.
- ¿A qué le tienes miedo? –preguntó.
- No lo sé Matthew, son tantas cosas. Nunca me he entregado a un hombre de esa forma.
- Vaya, una chica de 17 siendo virgen y está en mi cama, que extraña posición para mí.
- Que está a punto de casarse recuérdalo –le dije y él sonrió.
- Vaya… una prometida de 17, virgen y le gusta cómo beso… sigo diciendo que todo se me da en bandeja de plata –yo me comencé a reír. Él también estaba riendo y luego suspiramos al mismo tiempo.
- ¿Dean es un buen tipo? –preguntó.
- Se ha estado portando bien –le dije-, se esfuerza por complacerme y hacerme feliz –admití.
- Espero que realmente lo haga –dijo mirándome- No soportaría que te lastimara –su mirada algo grisácea estaba puesta en mí.
- Yo tampoco soportaría que Kelly volviera a herirte –confesé-. Si ella se atreve a dejarte por un tipo baboso cualquiera, te juro que la mataré –le dije con una voz amenazadora.
- Gracias _____ –dijo sonriendo un poco.
- De nada, Matt –dije.
Estuvimos aún allí sin decir nada y luego sentí cómo su mano alcanzaba la mía. Estuvo jugando un rato con ella, se burlaba de que era pequeña comparada con la de él. Luego la pasó a mi mejilla, yo lo miraba y él también me miraba.
- Eres muy bonita –me dijo- no entiendo como este tipo te logró conquistar.
- Gracias –le dije-, yo era tonta e inexperta. Me enamoré de él cuando lo conocí, era tan lindo y atento. Siempre me decía lo que quería escuchar y cuando me encontraba en problemas, él era el único que me daba la solución o me ayudaba a encontrarla. Me ayudó mucho cuando mi madre murió.
- Entiendo –dijo- en ese entonces era un buen tipo. Sabes, eres una gran mujer y aunque tengo muy poco tiempo de conocerte, has abierto tu corazón conmigo y sé que es muy hermoso. No dejes que nada ni nadie lo pisoteé. No soportaría verte mal, eres bonita, inteligente, talentosa y además tienes un gran sentido del humor, ¡no hay nada que un hombre pida que tú no tengas!
- Gracias –dije apenada. Él seguía acariciando mi mejilla. Se acercó a mi cara y le dio un beso a mi frente- Te quiero mucho ____ –dijo en mi frente. Me rodeó la espalda con sus brazos y me apretó a él.
- Yo también te quiero Matthew –dije respirando ese dulce, pero a la vez tan exquisito olor que se impregnaba en mi corazón. Rodeé su cintura con mis brazos y puse mi cara bajo su barbilla, era extraño pero podía escuchar su corazón. Latía de una forma uniforme y rítmica. Así estuve hasta que me quedé dormida.