Laura
— Cielo, ¿quieres hablar? — pregunta mi padre, cuando nota que estoy viendo la fotografía de Ross y su nueva novia en un evento.
Le doy a un sorbo a mi café. — No, estoy bien.
Solo me permitía tomar una pequeña taza, no podía renunciar por completo a la cafeína.
— Te lo advertí. — me reprocha mi hermana y levanto la vista de la foto para observarla. — ¿Por qué no le dijiste? ¿Por qué lo dejaste ir? Ross te amaba y lo tiraste a los brazos de otra mujer.
— No podía hacerlo feliz, Vanessa. Él se merece tener una mujer que lo ame completamente y lo haga feliz. No puedo obligarlo a quedarse a mi lado. Pasó por muchas cosas y finalmente encontró a una chica que lo ama. No podía arruinarle aquello por mi condición ni por mis sentimientos.
— Él habría amado a esa bebé. — me asegura.
— No, no lo habría hecho. Soy un estorbo, Vanessa. No me arrepiento de mi decisión, es decir, míralo... Mira con tanto amor a su mujer... No puedo arruinarle aquello.
— ¿Amor? Es todo fingido, Laura. Date cuenta. Ese hombre te ama a ti y tú solo huyes porque tienes miedo de que no funcione, que termines igual que...
— Basta. — la interrumpo y en ese momento mi bebé patea. Sonrío suavemente y acaricio mi vientre con suavidad. — Nosotras estaremos bien.
— Laura cuenta con nosotros, ella y Maddie cuentan con nuestro amor y apoyo. — afirma mi padre, acariciando mi mano.
Sonrío agradecida y mis ojos se llenan de lágrimas.
Intentaba convencerme día y noche que Maddie y yo estaríamos bien sin Ross. Él se merecía lo mejor y sabía que yo no lo era, yo solo era la zorra que se follaba en las sombras de toda su vida perfecta. Esos días habían terminado.
Ross se enamoró de una mujer dulce y buena, de alguien que sacaba lo mejor de su persona. Estaba feliz por él, realmente.
Suelto un suspiro mientras acaricio mi vientre y observo la foto de Mary y Ross una última vez, preguntándome cómo habría sido todo si mi pasado y el de Ross hubieran sido diferentes.
Niego con la cabeza, sonriendo con tristeza.
Era en vano pensar en aquello. Ya lo sabía.
Mi final ya estaba escrito desde el inicio.
Las perras nunca se quedaban con el chico.
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Losing You
RandomRoss Lynch tenía todo lo que podía desear: personas que lo amaban, una increíble mujer a su lado y un trabajo soñado. Sentía que, después de tantos años, al fin las cosas se acomodaban para él y no se arrepentía de lo que había hecho. Incluso si hab...