Ross
Jamás había logrado olvidar lo hermosa que era Laura, por más de que lo había intentado con todas las fuerzas. Ella está sentada en frente mío, cruzada de brazos y mirando a una pareja adolescente. Aprovecho el tiempo para admirar su belleza, lo que no había podido hacer por haber estado discutiendo tanto con ella hace unos días atrás.
— Necesito que tú y Maddison se marchen ya. — le digo, y saco mi cheque. — ¿Cuánto dinero quieres?
— ¿Me estás jodiendo? ¿Para esto querías verme? Dios... Pensé que tal vez quedaba un poco de corazón en ti. Nuevamente me he equivocado contigo. — responde.
La mesera nos trae nuestros tragos.
— Laura, no lo entiendes... Los medios me están destrozando.
— ¿Te están destrozando? ¡Nadie habla sobre tu abandono! Todos hablan sobre mi, sobre la zorra que utiliza una niña que no es tuya para obtener dinero. ¿Esa es la mierda que has vendido? ¿Es en serio?
— ¿Acaso no es verdad? — cuestiono. — Si esperas una oferta mejor que cinco millones de dólares, entonces espera sentada. Esa niña no es mía y jamás lo será, no me importa cuán desesperadas estén por tener un hombre en sus vidas que se ocupe de ustedes.
— Escucha atentamente... Porque tal vez no he sido clara... — murmura y se inclina sobre la mesa, fulminándome con la mierda. — Vete a la jodida mierda.
Estoy a punto de responder, pero Laura me tira su bebida en la cara para después marcharse furiosa. Las miradas de todos se posan en mi y maldigo por lo bajo, antes de dejar dinero en la mesa e ir detrás de ella.
— Sólo deben volver a Inglaterra, es todo lo que te estoy pidiendo. Si Mary se entera de esto, me dejará. Si los medios siguen hablando sobre el asunto, las personas comenzarán a creer que realmente es mi hija y yo simplemente no quiero hacerme cargo. — le digo y se detiene para mirarme indignada.
Joder, se ve caliente. Mi cuerpo aún anhelaba sentir su cuerpo debajo del mío, sentirla en todo sentido.
— Primero, Maddie y yo nos marcharemos mañana porque yo debo ir a trabajar. Segundo, a Mary solo le interesará porque yo soy la madre de tu hija. Le importas una mierda. Tercero, si llega a pasar ese milagro donde la sociedad recapacita y se da cuenta de que tal vez las mujeres no somos las únicas culpables, llámame porque me encantaría verlo.
— Acepta mi dinero.
— No, ¿no lo entiendes? No quiero tu sucio dinero. Quiero que dejes de ser un hijo de puta con Maddison, que dejes de despreciarla cuando ella no ha hecho más que idolatrarte y adorarte. No se merece el trato de mierda que ha recibido de tu parte. Maddie y yo no te necesitamos en nuestras vidas, sólo queremos que nos dejes en paz y nos respetes. Te has olvidado muy rápido de quién ha sido la que secó tus lágrimas y te consoló cuando tus padres te abandonaron.
— Para... — le advierto.
— Le hiciste a Maddie exactamente lo mismo que tus padres hicieron contigo. Al final, no eras tan diferente a ellos. Espero que el día de mañana no te arrepientas y vengas rogando por Maddison. Adiós, Ross. — se despide, y toma un taxi.
Suelto un bufido y me marcho a mi limosina. Una vez adentro, mi celular comienza a sonar anunciando una llamada.
— Mary, amor, ¿cómo estás? — le pregunto cuando atiendo.
— ¡¿Una hija?! ¡Tienes una hija con esa puta y me lo has ocultado por años! — exclama, furiosa.
— Escucha, es un malentendido... Maddie no es mi hija. Laura y ella se marcharán de la ciudad mañana mismo. Ni siquiera tendrás que verlas.
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Losing You
RandomRoss Lynch tenía todo lo que podía desear: personas que lo amaban, una increíble mujer a su lado y un trabajo soñado. Sentía que, después de tantos años, al fin las cosas se acomodaban para él y no se arrepentía de lo que había hecho. Incluso si hab...