Cuatro años atrás...
Laura
— Eres un imbécil. — le digo, en cuanto abro la puerta de mi casa.
Ross suelta un bufido e ingresa, cierro la puerta detrás de mi y de inmediato voy a buscar el botiquín de primeros auxilios. Él está en la cocina, tomando una botella de cerveza.
— Si pensabas que me iba a quedar de brazos cruzados mientras ese imbécil alardea sobre como tú eres una fácil por estar con él cuando te trato como una puta, entonces eres una estúpida. — me dice, furioso.
Le quito la botella y lo obligo a sentarse en la silla de la cocina. Con cuidado, limpio su labio y las abolladuras que su pelea con Peter le habían dejado.
— No necesito que me defiendan... — murmuro y él está a punto de decir algo, pero lo beso con suavidad. — No lo necesito... Pero gracias por haberlo hecho. — continúo.
Ross me sienta en su regazo y sus manos acarician mi espalda.
— Lo haría otra vez, lo sabes. No solamente con Peter. Lo haría con cualquier hijo de puta que se pase contigo. — dice en voz baja.
Asiento. — No volverá a ocurrir. — le prometo.
— Muy bien... Ahora, el muy imbécil dijo que yo no era tan bueno en la cama como todos dicen. Si me permites, quiero cambiar aquella opinión.
Sonrío de lado y antes de poder decir algo, su boca ataca la mía con lujuria y pasión. Me aprisiono a su cuerpo, provocando un jadeo en él. Este era nuestro mejor lado.
Ross me toma por el trasero y me lleva a mi habitación, sin separar su boca de la mía. Habíamos hecho esto tantas veces, que se sabía el camino de memoria.
Al día siguiente, bajo a la cocina para desayunar y no me sorprende encontrarme la casa sola. Mi madre estaba con algún amante y mi padre trabajando. Suelto un suspiro y tomo mi café para irme al instituto.
Cuando salgo de casa, sonrío al ver a Ross esperándome en su motocicleta.
— No puedes estar ni dos horas sin mi, ¿eh? — le pregunto sonriendo de lado, mientras me acerco a él.
No tarda en rodearme la cintura con sus brazos y besarme, le correspondo olvidándome completamente de mi café, que cae al piso cuando rodeo su cuello con mis brazos y profundizo el beso.
— Has tirado tu café... — murmura divertido.
— Maldita sea. Ahora debemos ir a desayunar.
— Sé lo que estás haciendo. Ya he desayunado, descuida.
— Pero no como se debe. Déjame invitarte el desayuno como recompensa de la noche anterior.
— Me siento un prostituto. — dice y yo suelto una carcajada.
— Eso es porque lo eres. — afirmo, subiéndome a su moto.
Llegamos al instituto mientras hablamos entre nosotros y tomamos café. Era agradable estar así con él, además de un gran amante, también era un buen amigo y los dos teníamos vidas de mierda por lo que buscábamos consuelo mutuo sin ataduras. Funcionaba perfectamente.
Cuando ingresamos, rápidamente borro mi sonrisa e instalo una mirada de suficencia en mi rostro. Ross me toma por la cintura para besarme y luego marcharse con sus amigos.
— Gracias por el desayuno, nena... — murmura antes de irse.
Asiento sonriendo levemente y me marcho con mis amigas, quienes parecían emocionadas por un chisme.
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Losing You
RandomRoss Lynch tenía todo lo que podía desear: personas que lo amaban, una increíble mujer a su lado y un trabajo soñado. Sentía que, después de tantos años, al fin las cosas se acomodaban para él y no se arrepentía de lo que había hecho. Incluso si hab...