7. Secreto

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Ross

No podía dejar de mirar la foto de Laura y Matt besándose en el aeropuerto. Ese jodido imbécil nuevamente se metía entre Laura y yo. Joder, quería romperle la maldita cara.

Leo el titular de la revista, donde aparece su foto, "¿El empresario Ross Lynch ya ha sido reemplazado?". Por supuesto que no. Teníamos una hija juntos. Yo fui su primer hombre. Ella era mía, así como yo era suyo. Matthew no podía superarme.

— Señor Lynch, hay una mujer que quiere verlo... — murmura mi secretaria, Grace.

— Gracias. ¿Has podido concretarme una cita con Matthew Steele?

— El señor Steele se irá a Inglaterra mañana... Dijo que no aceptará reunirse con nadie hasta no volver de su viaje.

Se iría a encontrar con Laura. Ese jodido idiota iba a estar con mi mujer.

— Resérvame un vuelo a Inglaterra. — le pido rápidamente, casi sin pensarlo, y ella me mira sorprendida.

— ¿Es tan urgente la cita?

— No, me importa una mierda mi cita con Matthew. Lo que me importa es con quién se reunirá allá.

— Oh, ¿la señorita Marano?

Esquivo su mirada y me siento avergonzado por dejarme llevar por los celos que me estaban consumiendo ahora mismo pero no podía evitarlo.

No toleraba la imagen de Matthew teniendo lo que me pertenecía. Maddie y Laura eran mías.

— Simplemente hazlo. — ordeno fríamente y ella asiente para después marcharse.

Le doy un vistazo a mi agenda y frunzo al ceño al ver que no esperaba a nadie, no tenía una cita con ninguna empresaria a esta hora.

— ¡¿Negaste a tu hija en frente de todos?! — pregunta Vanessa, entrando a mi oficina hecha una furia.

Me recuesto en mi silla y la miro con una sonrisa ladeada. Era tan parecida a su hermana, aunque creo que su carácter era más fuerte.

— Vanessa, siempre es un placer verte... — murmuro.

— ¡Vete a la jodida mierda! No puedo creer que hayas hecho eso, cuando sabes perfectamente que eres el padre.

— Vanessa, no lo sabes con exactitud.

Le da un golpe al escritorio cuando apoya sus manos en este y me fulmina con la mirada.

— Yo estuve presente cuando ese test dio positivo y tú sabes perfectamente que Laura no se había acostado con nadie por meses. ¿Cómo puedes ignorar tu responsabilidad con mi hermana y su hija, no una, sino dos veces?

— Vanessa...

— Jamás se lo dije, ¿sabes? Le permití que se culpara por no decirte que estaba embarazada, le permití que le mostrara la foto de su padre a Maddie con la esperanza de que algún día volvieras a ellas, le permití a Maddie crearse ilusiones con el día en que tú fueras parte de su vida de la manera en la que ella quería. Les permití todo eso, sintiéndome una mierda, para no lastimarla y para no perjudicarte, para darte la oportunidad de que cuando estuvieras listo, las amaras y las cuidaras, porque créeme que si Laura se entera de lo que has hecho, no tendrías ninguna oportunidad para tenerlas.

— No se lo digas, por favor. He decidido asumir la responsabilidad, he decidido ser parte de la vida Maddie antes de que vinieras a gritarme. Me iré a Inglaterra por una semana e intentaré solucionar las cosas con ellas, la prensa me destrozará si sigo rechazando a Maddie.

— De acuerdo. Pero te lo advierto... Las lastimas y yo me aseguraré de que jamás las vuelvas a ver. Hazlo por la prensa, por tu empresa, por la mierda sin importancia que quieras, pero no las lastimes ni las decepciones.

— Está bien. Vanessa... — comienzo a decir.

— No, Laura jamás sabrá que tú siempre supiste que eras el padre de Maddie pero me dijiste que me la llevara lejos para que no fuera una molestia, jamás le diré que tú sabías que estaba embarazada y aún así la dejaste por otra mujer.  No si asumes tu cargo y dejas de lastimarlas.

Suelto un suspiro y asiento, ella rueda los ojos y se marcha.

Era un hijo de puta. Lo sabía.







El señor Scott me entrega un informe completo sobre Laura y Maddison. Me sirvo un vaso de whisky y me siento en mi escritorio mientras le echo una ojeada.

Laura vivía en un departamento junto a una amiga llamada Abby, 23 años de edad y al parecer trabajaba por las tardes mientras que Laura trabajaba por la mañana y a veces por la noche.

Maddie iba al jardín a la tarde, por lo que Abby debía quedarse con Maddie por las mañanas hasta que Laura llegara y la llevara al jardín. Cumpliría 4 años el 14 de julio. Laura tenía razón. Tuvimos sexo sin protección un mes o más, antes de la graduación.

Maddison no llevaba mi apellido, pero aparecía mi nombre cuando se piden datos del padre en caso de que algo le pasara a Laura. Maddison Marano.

Maldición. Su nombre sonaría tan lindo con mi apellido: Maddison Lynch.

El jefe de Laura se llamaba James Fitzenberg, de 25 años y soltero. Lo conocía. Era mi socio. Perfecto. Esto me serviría en el futuro.

No puedo evitar echar un vistazo a la situación amorosa de Laura, y detesto el alivio que me recorre al leer que se encontraba soltera y jamás salía por las noches ni ningún hombre frecuentaba su departamento. Matt debía ser el primer hombre con el que sale en años.

¿Por qué él? ¿Por qué ahora, cuando se reencontró conmigo? ¿Seguía sintiendo algo por mi? ¿Me seguía amando? ¿Le estaba buscando un nuevo padre a Maddie al ver que no podían contar conmigo?

— Señor Lynch, su limosina lo espera para llevarlo al aeropuerto. — anuncia mi secretaria y asiento, para después guardar el informe en mi cajón y cerrarlo con llave.

Supongo que pronto encontraría las respuestas a todas esas preguntas.

Losing YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora