Capítulo 3.

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Desperté con varias llamadas perdidas de Alejandro ¿Qué quería este tio ahora? No podía quedarme con la duda, agarre mi celular y marque su número. 

-Hola tio ¿Qué pasa? ¿Me extrañas? - le dije riendome. 

-Ja... Ya quisierais chaval. Al final ni te preocupaste en decirme cuando nos vamos, gracias. - me dijo en tono ironico.

-Nos vamos en tres días... Va, dos. O... Ay no se tio. - estaba confundido, recordar cosas no era mi fuerte.

-Vale, vale. Entonces me instalo en tu casa desde ahora, porque contigo no se puede tio - rió.

-¿Que dices pringao?- Dije con un tono de broma.

-Joder que es broma. Estoy con Rubén ¿Quiéres venir? - La verdad que si, quería ir, practicamente perdía todos mis días en el ordenador y durmiendo. 

-Vale... Me cambio y salgo para allá. - 

-Entonces supongo que vas a tardar. - Y largo una carcajada. No era muy puntual y me tomaba mi tiempo para prepararme. 

-Anda chaval, nos vemos. - si no cortaba estaba seguro que no llegaría allí en un par de horas. 

Me metí a darme una ducha, estaba algo triste por lo que necesitaba estar con mis amigos y sabía que con ellos la iba a pasar bien. Estaba a punto de salir y mi madre me sorprendio desde atrás.

-Guille, hijo, ¿A donde vas? - me dijo como si nunca saliera de mi casa, y si, tiene razón.

-Voy a casa de Ale, esta con Rubén, cuando llegue te mando un mensaje - le dije mientras le daba un beso en la mejilla. 

-Vale hijo, cuidate. - 

No me gustaba andar solo, siempre tuve mucho miedo. Pero me puse mis auriculares, y me metí en mi mundo, ya no solo perdia el tiempo haciendome historias en mi habitación mirando el techo, si no que también caminando. Quería ser alguien nuevo, renovarme, que nadie pudiera reconocerme. Siempre me considere muy buena persona y creía que por eso nadie se fijaba en mi, veía a los chicos "malos" con pareja y yo con mi cara angelical (según la mayoria de las personas), no llegaba a nada. No sabía de que manera cambiar, pero nuevamente el "¿Y que diran?" de la gente rondaba mi mente.

-Vale Guillermo, ¿De vuelta con lo mismo? - Dije en voz alta, vi a dos chicas que me miraron y se reía, que pringao. 

Llegué a la casa de Alejandro y toque timbre. 

-¡Vale chaval, por fin llegas! - y reía. 

-Esta vez no tarde demasiado, tio. Deja de quejarte. - nos reimos, me abrazo y entramos a su casa. 

-¡Guille! - Gritó Rubén y se me avalanzo, es muy bruto. 

-Chaval, ya se que me extrañas mucho pero... disimulalo. - dije riendo.

-Que sobrado vas, tio. - me abrazo de nuevo. - ¿Como has estado? -

-Bien, bah, algo así. - dudaba de mi respuesta. -Pero... ¿Y tu chaval? -Quería cambiar de tema, no creo que sea el momento adecuado para hablar de cosas tristes. 

-Mal. Me he estado peleando demasiado con Miguel, ya no es como antes, o si, pero noto que yo soy el que esta distinto. - Rubén venía saliendo con Miguel hace ya más de diez meses, sabía que era la mejor persona para el, había cambiado demasiado.

-Tio... Que pena me da escuchar eso. Sabes que no vas a conseguir a nadie más como Miguel, tal vez solo tendrías que pensarlo y hablarlo más tranquilamente, la relación no se puede terminar por una tonteria - Siempre aconsjeba a mis amigos, pero sinceramente no había pasado por ninguna de esas situaciones.

-¡Venga chavales! Todo el día estais llorando, que nenas. -dijo mientras nos tiraba con las almohadas que tenía a su lado. 

-Claro, porque tu no tienes problemas, tio. - Y le arroje uno de los almohadas. 

-Si que los tengo, pringao. -Me dijo, cuando su voz pasaba a un tono más serío. 

-Vale, vale. Ya empiezan a pelear. - dijo Rubén tratando de calmarnos. Siempre solía pelear con Alejandro, nuestras personalidades eran muy diferentes. 

-Venga tío, ya esta. - no quería que a dos días de viajar estuviesemos peleados y por una tonteria. -por cierto... nos vamos el viernes - dije, tratando de cambiar de tema.

-Vale, espero que me presentes a tus amigas de allí. - Ale es muy mujeriego, le encanta estar con cualquier tia que conozca.

-Que te conformes con mi hermana, chaval. - le dije, Rubén y yo comenzamos a reír, siempre se enojaba cuando le hacíamos chistes sobre ella. 

-¿Que tonterías dicen? ¡Pringaos! - no termino de decir la última palabra y se tiro sobre nosotros, golpeandonos. 

 Pasamos todo el día bobeando. Era lo único que hacíamos cuando estabamos juntos. No había una mejor manera de poder olvidarme de mis problemas que estando con mis amigos. Tal vez, solo muy de vez en cuando soliamos hablar de nuestros problemas, pero creía que eso solo los agravaba, en verdad, es así. Las únicas veces que pude abrirme y contar mis problemas termine llorando, solo, nunca había llorado frente a nadie. Siempre quise tener a alguien que me abrace y me haga calmar en esos momentos que sentía que el mundo se me venía abajo, pero de vuelta vuelvo a lo mismo, siempre necesito a ese alguien. 

La mejor decisión - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora