Capítulo 5

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Ya en el bus, cogí mis auriculares y me metí en mi mundo, mi enorme e infinito mundo de fantasias en el que me encantaba pasar horas y horas.

Ale se sento a mi lado, pero a los pocos minutos de haber partido rumbo a Madrid ya se había quedado completamente dormido. Carol todavía seguía con su mirada fija en el, me hacía gracia verla con esa cara de tonta mirando a mi mejor amigo. 

Era de noche, pero igualmente miraba por la ventana, había mucha niebla y empañaba los vidrios que a la vez hacía que este se moje y humedezca mis mejillas. Cuando viajaba no me gustaba dormir, las ansias por llegar nunca me dejaron. Me provocaba mucha emoción llegar. 

-Guille, Guille. -Era mi madre, efectivamente me había quedado dormido a pesar de la emoción que llevaba encima. 

-Eh... ¿Qué pasa? -Dije. Mientras pasaba mis manos algo transpiradas por mi cara.

-Llegamos, hijo. Te has quedado dormido. 

-¿Cómo? -Vi que Ale y Carol ya estaban parados en el pasillo del bus con sus respectivos bolsos esperando que yo decidiera pararme.

-¡Venga tío! Apurate. -Dijo Ale, con una pequeña sonrisa. 

Agarré mi bolso y me levanté. Cuando intente pararme en el pasillo casi me caigo sobre una señora, que por cierto me miro con muy mala cara.

-Disculpe... -Era bastante educado, aunque en realidad me había cabreado no recibir ni un "no pasa nada". 

Volvía a estabilizarme. Esta vez tuve más cuidado al caminar por el pasillo. Ahí estaba, era mi abuelo, nos estaba esperando con su auto para llevarnos a su casa, el lugar donde ibamos a parar por estos días, como siempre.

-Niño, si que has crecido -Dijo mi abuelo. No era de hablar mucho conmigo, pero yo lo quiero. 

-Gracias abuelo. Em... Este es Alejandro, mi amigo. -Le dije, presentandolo. 

-Hola, mucho gusto. -Le dijo Ale y le sonrió. No le costaba mucho relacionarce con la gente.

-El gusto es mio, querido. -Mi abuelo le devolvió la sonrisa. -Venga chicos, suban los bolsos al coche, Mabel ya nos debe estar esperando con la comida. -Dijo. Mientras ayudabamos a subir los bolsos.

Desde que bajabamos del bus hasta que llegabamos a casa de mis abuelos, mi madre y mi abuelo solían ponerse al día con temas relacionados a nuestra familia. Ella se había ido de Madrid cuando era joven y conoció a mi padre, pero toda su familia quedo allí. 

Yo miraba por la ventanilla del auto deslumbrado, como lo hacía cada vez que venía a esta ciudad, Alejandro también lo hacía, y Carol... Carol no evitaba mirar a Ale. Me encontraba demasiado feliz, miraba por la ventanilla y cada calle que recorriamos hacía que se me dibuje una sonrisa en el rostro. Niños jugando por las calles, parejas de la mano, ancianos caminando y charlando, ver a la gente feliz hacía que yo también me sienta así. 

-Vale, llegamos. - Dijo mi madre.

-¡Niños, cuanto los he extrañado! - La voz inconfundible de mi abuela gritandonos desde la puerta de la casa. 

-Abuela, que ya nos somos niños. -Replico mi hermana. Desde que cumplió trece años quería aparentar que era una chica grande.

-¡Abuela! - Dije. Siempre tuve una relación muy bonita con ella. 

-Tu si eres mi niño, Guille. - Y me abrazó.

-Claro que si, abuela.-Reí. -Este es mi amigo Alejandro. 

-Que lindo muchacho, bienvenido Alejandro, espero que te guste la ciudad. -Mi abuela era muy simpatica.

-Gracias. Em... Mabel ¿No? Por lo poco que he visto es demasiado bonita. -Note que Ale le había gustado la ciudad.

-Venga, vamos adentro que ya tengo la comida serivda. -Una de las cosas que más me gustaba de venir a Madrid es las comidas que me hacía mi abuela.

Esta visita era corta, solo cinco días. Veniamos al cumpleaños de mi prima. 5 años. Era mi única prima, la única sobrina de mi madre y nos daba mucha ilusión verla cada vez que cumplia un año más.

Estabamos por irnos a dormir, fue un día muy largo y la verdad que me moría de ganas de tirarme en mi cama. Alejandro seguía con la misma energía desde que habíamos llegado, claro, durmio todo el viaje y fue largo, muy largo.

*ring* *ring* sentí el ruido del timbre ¿Quién sería a esta hora?

-Amiga, cuanto te he extrañado. -Esa voz grave, más de lo normal era la de Laura, la amiga de mi hermana. 

Me quede contra la puerta del baño tratando de escuchar sobre lo que estaban hablando, Carol presento con mucha emoción a Alejandro, que por cierto estaba en el living hablando con mi familia. Me acomode un poco el pelo, me mire al espejo y salí. La tia esta era demasiado pesada y a estas horas lo que menos quería era escucharla. Pero en fin...

-Lau ¿Como has estado?- Pregunté. Tratando de hacerme el amable con ella. 

-Guillermo... Si, todo muy bien. -Ni siquiera se preocupa en preguntar "¿Y tu?" Pero vale, eso no me importaba. -¿Ya dormiais? Venga chicos, ¿No vais a llevar al tio a conocer Madrid? -Al parecer Laura estaba completamente igual que mi hermana.

-Es que... ha sido un día muy largo. -Trate de insistir, tenía mucho sueño.

-Que buena idea ¿Quereis ir? -Mi hermana hizo una pregunta general, pero siempre mirando a Alejandro.

-Pues claro. Venga tio, vamos. Que es solo un rato. -Ante la petición de Ale no quise negarme más, solo sería un momento. 

Agarré mi abrigo y salimos. La noche estaba demasiado fría. Caminamos por todo el centro de Madrid, vueltas y vueltas, el sueño se me había ido y solo apreciaba como la primera vez esa hermosa ciudad, al mismo tiempo le comentaba sobre cada lugar a Alejandro. Seguimos hasta encontrarnos con unos amigos de Laura. 

La mejor decisión - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora