Capítulo VII: El peor dia de nuestras vidas (Segunda parte)

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-Avi, la bebé que espera Rominna es tuya. –la voz de Victoria llego hasta mis oídos revelándome la verdad. –Sophie es tu hija Avi.

En cuanto Victoria termino la última frase Rominna salió del apartamento demasiado rápido para una chica con seis meses de embarazo. La bebé que ella esperaba era mi hija, era nuestra bebé. Al momento en que Rominna desapareció por la puerta, no reaccioné. Me quede estacado al suelo, como de repente, mis pies se hubieran fundido pegándome a al piso. Es mi hija, es mi bebé.

­-Rominna, ¡Rominna! –reaccione, pase entremedio de los chicos empujando a Scott y a Kevin, ambos me obstruían el paso. Salí, corrí por el pasillo buscándola -¡Rominna! ¡Princesa! –no había rastro de ella. Llegue hasta el ascensor, cuando vi una sombra bajar apresuradamente por las escaleras junto a él. Era ella. -¡Rominna espera! –baje los escalones tan rápido como podía para poder alcanzarla.

-¡Déjame Avi! –ella seguía bajando, sin mirarme me pedía que la dejara.

-¡Rominna! ¿Es verdad lo que dijo Victoria?

-¡No, no es verdad! ¡Ya déjame! –llegamos al quinto piso. Más escaleras.

-¡Dime la verdad!

-¡Déjame en paz, Avi!

-¡Princesa por favor, escúchame! –ella me llevaba la delantera por unos 6 o 7 escalones, era demasiado rápida para bajar aun llevando nuestra hija en su vientre.

-¡No quiero escuchar Avriel! –cuarto piso.

-¡Rominna, te amo! ¡Dime la verdad! –ella seguía bajando pero no me contestaba. -¡Princesa! ¡Dime! ¡Perdóname, no quise hacerte daño! –Rominna seguía sin responderme. -¡Te amo, por favor, escúchame!

-¡No quiero Avi! ¡No quiero! –su voz se quebró en la última frase. -¡Déjame en paz a mí y a mi hija!

-¡Rominna! –tercer piso. Seguí llamándola hasta que llegamos a la entrada del edificio, ella ya no decía nada. Cuando tocamos tierra firme fue un poco más fácil llegar a ella, pero en cuanto tome su brazo ella se soltó. -¡Princesa, por favor! Necesito explicarte. –El frió aire de invierno quemo mi garganta al salir al exterior, nevaba intensamente y hacia un frió realmente horrendo. Rominna caminaba a paso firme delante de mí, sin mirarme, sin hablarme. Cruzo la acera con rapidez hasta llegar a la calle, la estaba perdiendo. Debía hacer algo. -¡Te amo! –le grité. -¡Dime la maldita verdad! –me detuve al borde de la acera, gritando porque me dejara explicarle. -¡Princesa vuelve! ¡Te necesito!–Rominna se detuvo en medio de la calle, se giró hacia mí mirándome con sus ojos llenos de rabia y dolor.

-¿¡Dónde estabas tú cuando yo te necesitaba!? –grito con furia avanzando un par de pasos hacia mi. -¿¡Dónde estabas cuando yo te pedía que volvieras!? ¿¡Revolcándote con la puta de tu nueva novia!? ¡Te llore a gritos mientras tú estabas con ella! ¡Feliz, mientras me destrozabas por dentro! ¿¡Y ahora me dices que amas!? ¿¡AHORA!? –sus lágrimas rodaban por sus mejillas hasta caer al vacío, el dolor de sus ojos, era el mismo que yo tenía en mi pecho.

-¡Yo aún te amo! ¡Te amo Rominna! ¡Déjame explicarte, por favor!

-¡No! ¡No quiero oírte! ¡Sophie es mi hija!

-¡Es nuestra hija, Rominna! ¡Es nuestra bebé! –lo siguiente que ocurrió, paso de forma tan rápida que solo recuerdo una mancha borrosa de aquel momento.

La oí gritar que Sophie era su hija, un segundo estaba frente a mí y al otro, lo único que vi fue una mancha de color negro pasar a gran velocidad. Un horrendo golpe se oyó, seguido del rechinido de las llantas de un auto sobre el asfalto congelado de la calle. Aquello fue el inicio del peor momento de mi vida.

-¡NOO! –Producto de la intensa nieve que caía, ninguno de los dos vio el auto que se acercaba a gran velocidad. -¡ROMINNA! –A diez metros de mí se encontraba el auto detenido en medio de la calle, corrí hacia ella. Mi princesa yacía  tendida en el  frió piso inconsciente, sangraba, sangraba mucho. Tenía heridas y cortes en cada parte su cuerpo, me dejé caer de rodillas a su lado, tome su rostro tratando de hacerla despertar –¡Mi amor reacciona, princesa, princesa mírame! –mis lágrimas caían sobre su rostro mezclándose con la sangre que emanaba de su nariz y de su ceja rota. -¡Maldito! ¿¡Viste lo que has hecho!? ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Llamen a un médico! –grite pidiendo auxilio, el maldito imbécil que había provocado esto solo nos miraba en shock. Oí tres gritos distintos a mis espaldas, la nieve seguía cayendo sobre nosotros. Kirstie llego a mi lado torpemente, sus manos temblaban al igual que las mías. –¡Un médico por favor! –sollocé apoyando mi cabeza en su vientre, Sophie. -¡Mi hija, Princesa, reacciona!

-¡Estoy llamando a emergencias! –Scott trataba de comunicarse con algún hospital sin éxito. A cada segundo me sentía morir, mi princesa y mi bebé estaban en peligro, me negaba a solamente pensar la posibilidad de que alguna ella me abandonara, amaba a Sophie desde el primer instante en que supe que era mi hija y amaba a Rominna desde que la conocí.

Los minutos pasaban y yo seguía junto a ellas, mientras mi corazón seguía haciéndose pedazos, pequeños copos de nieve caían sobre nosotros queriéndose llevar consigo la vida de las dos personas que más amaría en la vida.

A través del dolor {Segunda temporada de "Cumplir un sueño, y ¿algo más?"}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora