Capítulo VIII: Sophie

352 35 12
                                    

Oscuridad, solo eso era lo que podía ver. Solo la negrura del silencio y la desesperación me rodeaban, envolviéndome, atrapándome, sin dejarme escapar. Quería salir de allí, el tiempo avanzaba sin dejarme respirar con tranquilidad. No podía ver ni siquiera mis manos, no podia sentir mi cuerpo, me sentía vacía, como si algo faltara en mí. Sophie

Quise tocar mi vientre pero no pude, en ese lugar era solo una presencia, un alma flotando en el limbo entre la vida y la muerte.

<<Princesa, te amo>>

Pequeños susurros comenzaron a llenar la oscuridad que me rodeaba, los susurros de su voz llegaban hasta mí, despacio, cargados de desesperación.

<<No me abandones, por favor. Resiste princesa.>>

Quise gritar, gritar hasta quedarme muda, pero no podía, yo era solo un pedacito de nada. Su voz desapareció, dejándome de nuevo sumida en un completo silencio.

Un punto de luz se formó en la oscuridad, me quedé observandolo. El punto de luz comenzo a hacerse más grande, se hacía más grande conforme avanzaba, cada vez más y más rápido, hasta que me atravesó, no sé cómo pasó pero volvía a recuperar mi forma, mi cuerpo. La oscuridad que me rodeaba fue remplazada para una intensa luz blanca, luz que me lastimaba los ojos, su pureza era demasiada para mi.

Cubrí mi rostro tratando de adecuarme al intenso resplandor, frote mis ojos un par de segundos hasta que la luz ya no me hizo daño. A mi alrededor solo podía distinguir un intenso blanco, estaba sola en medio de la nada.

Un pensamiento llego a mi mente haciéndome reaccionar, acerque mis manos hasta mi vientre, asustada de no querer ver, acerque mis dedos con cuidado hasta mi cuerpo, mis manos se acercaban sin tocar nada, hasta que lo hice, las yemas de mis dedos tocaron mi vientre

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas al palpar mi vientre plano. ¿Dónde estaba Sophie?

-Sophie, Sophie –mis manos temblaban al mismo tiempo que mi cuerpo se movía dando pequeñas sacudidas. -¡SOPHIE! –grité, lágrimas caían empapando mis mejillas. Me deje caer al blanco suelo derrotada, quería a mi pequeña, quería a Sophie. Lloré, lloré como nunca antes lo había hecho, todo había terminado para mí y para mi bebé. –Sophie, Sophie –susurraba entre lágrimas.

Me acomode en el suelo, dejando salir mi dolor, había perdido a mi pequeña, había perdido el fruto de mi relación con Avi, había perdido a mi Sophie. Estaba tendida en el suelo mirando hacia la nada, dejándome consumir por el dolor cuando oí dos pequeños saltitos. Trate de enfocar mi vista anegada de lágrimas, dos saltitos más y una pequeña risita, me incorpore de golpe en el frió suelo blanco haciendo que mi cabeza doliera. Mire hacia todos lados, buscando de donde provenían esos sonidos, volví a oírlo, por un momento mi corazón se detuvo.

Me gire con cuidado, aun en el suelo, a unos cuantos metros de mí una pequeña saltaba jugando y riendo. ¿Podría ser? Seque mis lágrimas con el dorso de mi mano mientras me levantaba con dificultad del suelo.

-¿Sophie? –sabía que eso era una locura, probablemente ya había perdido la cordura. La pequeña niña se giró para mirarme, una dulce sonrisa se formó en sus pequeños labios.

-¡Mami! –la pequeña corrió hasta mi extendiendo sus bracitos para que la abrazara. Volví a dejarme caer al suelo de rodillas, pero esta vez para estrecharla contra mi pecho. –Mami te extrañé –la pequeña me miro con sus intensos ojos verdes, aquellos eran exactamente iguales a los de su padre. Mi corazón se rompía a cada segundo que la abrazaba, era realmente hermosa.

Mi pequeña tenía los mis ojos de su padre, al igual que su piel, unos cabellos oscuros, tan negros como los míos y lleno de hermosas y pequeñas ondas. Era una niña de tres años realmente preciosa.

-Mami, no llores –Sophie coloco sus pequeñas manitas en mi rostro, mis lágrimas mojaban sus pequeños deditos. Bese su frente mientras Sophie se colgaba de mi cuello, repartí pequeños besitos en su cabecita, no podía parar de llorar. -¿Mami?

-¿Si pequeña?

-¿Le puedes decir a papi que lo amo? –Sophie ladeo su cabeza un poquito.

-Claro que si princesa –volví a besar su frente, esforzándome por sonreír. –Yo se lo diré.

-Te amo, Mami –mi pequeña llevo sus manitos hasta su boca, ocultando una preciosa sonrisa angelical.

-Yo también te amo princesita. Eres mi angelito, ¿lo sabes? –ella asintió sonriendo. Sus ojos verdes eran tan intensos, incluso un poco más que los de Avi, pero igual de hermosos.

-¿Mami?

-¿Qué princesa?

-Debes volver con papi

-¿Qué?

-Papi te está esperando –su voz era tan dulce. Pero yo no quería irme, no quería dejar a mi pequeña. Mi corazón se estrujo al escuchar esa frase.

-Te extrañaré, te amo, pronto estaremos juntas. Te amo Sophie, te amo. Eres mi princesa –Tenia tantas palabras atrapadas en mi pecho, un torrente que quería dejar salir. Sophie volvió a darme un pequeño abrazo y un beso. Sin decirme nada más, me regalo una tierna sonrisa y se alejó, saltando y jugando, me quede viéndola hasta que desapareció en la pureza de la fuerte luz llevándose mi corazón con ella. Te extrañare mi princesa.

Segundos después que mi pequeña desapareció, la oscuridad volvió a  envolverme, pequeños susurros inentendibles llegaban hasta mí, otra vez no era nada más que una presencia en ese lugar. Una luz se encendió en la oscuridad, era la señal. Era hora de volver y enfrentar le dura realidad que me esperaba del otro lado.

A través del dolor {Segunda temporada de &quot;Cumplir un sueño, y ¿algo más?&quot;}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora