Capítulo XXXI: Nunca estarás sola

248 24 8
                                    

Lectores/as: Siento no actualizar tanto como lo hacia cuando inicie la historia, han pasado muchas cosas en mi vida últimamente, ha sido una locura. Desde perder mi computador, hasta no tener tiempo para escribir, entre otras cosas que las dejaré para mi. He recibido comentarios presionándome para escribir, pero entiendan que si no actualizo es por alguna razón. No me he olvidado de ustedes ni nada de eso. Solo les pido que tengan paciencia, tanto con esta historia como con las otras.

Salí de la consulta del doctor sin decir una palabra, las piernas me temblaban y el corazón parecía querer salirme por la boca.

¿Cómo iba yo a cuidar a dos bebés al mismo tiempo? Temblaban aún más las piernas la pensar eso, tenía apenas veintiún años, cuando supe que estaba embarazada de Sophie, estaba aterrada porque no tenía idea de qué hacer con un bebé, pero con dos, ¡DOS!

-¿Estas bien? -Avi estaba frente a mí, sosteniéndome por lo hombros tratando de atrapar mi mirada perdida.

-Yo... ah... sí, estoy bien... dos... wow... -balbuceaba como una tonta.

Podía sentir como en cualquier momento mi vista se volvería negra y cuerpo impactaría el suelo producto de un desmayo.

-Rominna... princesa... -oía la voz de Avi tan lejos, a pesar de que él estuviera frente a mí. Vi enfermeras correr por mi lado, oía una voz hablar por el altavoz. Estaba ajena a todo lo que pasaba mí alrededor.

Me obligue a enfocar mi vista en Avi, fijando mi mirada en esos ojos verdes.

-No sé si pueda -solté sin pensarlo. Avi me quedo mirando por un segundo, pero luego me sonrió y me abrazo.

Estábamos parados en medio de uno de los interminables pasillos del hospital.

-Sí, si podrás. Juntos podremos -dejo de abrazarme, para verme de frente-, ¿qué tan difícil podrá ser criar a nuestros pequeños? -sus ojos proyectaban un brillo que felicidad que no había visto antes. Como podía estar tan tranquilo sabiendo lo que se nos venía en un par de meses.

Respiré hondo, tratando de tranquilizarme. Estaba completamente aterrorizada, me aterraba no ser una buena madre, no ser lo que ellos se merecían, no ser lo que Avi esperaba de mí.

-¿Qué tal si vamos a casa, y te preparo algo para comer?

-¿Cómo qué? -pregunte un tanto interesada en aquella propuesta.

-Lo que tú quieras princesa. -no pude evitar sonreírle. Avi extendió su mano para que yo la tomara, invitándome a salir de allí.

***

La tarde había pasado tan lenta que creí que envejecería mucho antes de que el sol se pusiera. Avi estaba extasiado, completamente perdido entre planes, planes y más planes, a los que yo solo asentía o respondía con palabras monosílabas, más de alguna vez me pregunto si algo me sucedía, pero solo era necesaria un beso y una sonrisa para disipar su pregunta.

Ahora, él dormía como un oso en la cama, mientras yo... yo estaba sentada junto a la ventana de su apartamento, observando el mar de luces que iluminaba la ciudad, perdida entre los recovecos de mi mente. Tenía mis manos en panza, acariciándola. No estaba ni remotamente atenta a lo que sucedía, pero algo me sobresalto, al punto que casi me hace gritar.

-No puedes decirme que no te ocurre nada, te conozco demasiado como para que me mientas.

Avi había emergido desde la oscuridad de la sala, sacándome un susto de muerte. Despeinado, somnoliento y en pijama, justo así, me parecía el hombre más hermoso del basto universo.

-Princesa, ¿ya no confías en mí? –preguntó sentándose a mi lado, sofocando un bostezo.

No respondí, solo volví a mirar por la ventana.

-¿No vas a decirme nada? –insistió.

-No es nada –mentí otro vez. –Solo no puedo dormir.

Un nudo se formó en mi garganta, sentí las lágrimas quemar mis ojos, pero no, no iba a llorar.

Le oí exhalar el aire contenido con cansancio, a veces odiaba el hecho de que pudiera leerme como a un libro del jardín de niños. Se arrastró por el suelo, hasta quedar junto a mí, paso su brazo por mi espalda, abrazándome y pegándome a su cuerpo.

-Sé lo que piensas y sé que estás muy aterrada –me fue inevitable no esconder mi cabeza en su pecho, a lo que él comenzó a acariciar mi cabello. –, pero no estás sola, me tienes a mí. –susurro despacio. –No eras la única que se despertara a media noche porque a nuestros pequeños les ha dado hambre, no serás la única que tendrá que cuidarlos cuando enfermen, en esta ecuación somos tú y yo, ¿me oyes? Tú y yo. Sé lo que prometí esa vez que nos separamos, no me iré, no te dejaré.

Y allí estaba él, con sus palabras de ánimo, con sus promesas, con ese amor que me tenia. Me sentí tonta por estar así de ese modo, no quería pelear con él. Solo tenía miedo.

-Soy una boba –dije aún con el rostro escondido en su pecho. –Una tonta, una inútil, una...

-Hey, hey, hey –me interrumpió, intentando sacarme de mi escondite. –Hey, mírame.

Sus cálidas manos tomaron con delicadeza mi rostro, obligándome a mirarlo a los ojos, a sus perfectos ojos.

-No vuelvas a decir eso nunca más, ¿me oyes? No eres nada de eso –sus ojos se clavaban de tal forma en los míos, que me sentí tan frágil en ese momento, como si pudiera verme el alma. –Tú, Rominna, eres el amor de mi vida.

Una sonrisa se curvo en mis labios, aunque luche por esconder al principio, no sé porqué. Avi se inclinó despacio hasta quedar solo a unos cuantos centímetros de mí, creí que me besaría, por instinto cerré los ojos y esperé sentir sus labios.

Pero lo que recibí no fue precisamente un beso, Avi acababa de morder mi nariz, para luego besar mi frente. En solo una fracción de segundo, ambos reíamos.

-¡Dios! No me esperaba eso –dije frotando mi nariz entre carcajadas.

-Solo quería hacerte reír –admitió él. –Sabes que siempre haré hasta lo imposible por poner una sonrisa en esos labios y por hacerte feliz. Y si es necesario que tenga que desaparecer para hacerte feliz, créeme que lo haré sin dudarlo.

A pesar de su risa, podía sentir la más pura honestidad desprendiéndose de sus palabras.

-Eso no pasará. -dije dejando de reír.

-Lo sé. –respondió con simpleza.

-¿Avi?

-¿Si, princesa?

-Bésame.

Sin perder un segundo más, Avi beso mis labios, lentamente nos fuimos recostando en el piso a medida que el beso avanzaba. Créanme, que si tuviera que elegir algo para hacerlo por el resto de mi vida, de seguro seria besar sus labios.


A través del dolor {Segunda temporada de "Cumplir un sueño, y ¿algo más?"}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora