Burt entró en la habitación y tomó asiento en el sillón. Tenía la mirada perdida, recordando su conversación con el Doctor Robins. Los resultados de los exámenes ya
estaban, él estaba bien. Kurt…
"Es extraño, un caso particular." – Había dicho el médico.- "Él debe saber los riesgos que corre."
Y Burt debía contárselo tarde o temprano. Pero primero debía entenderlo él. Primero tenía que considerar todas las consecuencias, las posibilidades de que con un solo
descuido la vida de Kurt sea puesta en peligro.
Tenía que decirle. Pero no ahora, debía dejarlo si preocupaciones. Por lo menos hasta la mayoría de edad.
18:00 P.M Lunes.
- El primero de Diciembre Carole y mi padre van a visitar a mi tía por dos semanas. Normalmente los acompaño, pero este año pienso quedarme en Ohio. – Kurt
depositó dos suaves besos sobre los labios de Blaine. – Ya le dije a mi padre, y aunque lo le gusto mucho la idea, me dejo que me quedara en la casa de Santana. – le
guiñó un ojo con picardía. – Además el siete son las Regionales, y como estoy de vuelta en el equipo no puedo faltar. – Kurt miró como Blaine jugueteaba con sus
manos, se acostó más cerca de él. - ¿Tienes alguna idea para entretenerme esas dos semanas?
El morocho se limito a sonreír débilmente y encogerse de hombros.
- ¿Qué te sucede Blaine?
El morocho levantó la vista, y se encontró con los ojos de su novio. De inmediato sintió como se le encogían las tripas, y apartó la mirada.
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+ - - Nada. – contesto.
- Has estado así desde el viernes, si es por lo de Karofsky ya te dije no me importa, son solo…
- No es por eso, - lo cortó. - pero aún estoy enojado por los golpes.
- ¿Entonces qué es?
Blaine se mordió la lengua, mientras se encogía de hombros nuevamente.
- Quizá solo este cansado.
Kurt suspiró derrotado y se acurrucó bajo su brazo. Minutos después estaba profundamente dormido.
El ojiverde lo observo con adoración.
Se odiaba a sí mismo por haber caído tan bajo. ¿Cómo podía haber ido a acostarse con Sebastian después de ver lo mucho que eso le había dolido a Kurt? Era egoísta y
lo sabía. No quería que nadie lo separara de Kurt, no quería que Burt se interpusiera, no quería que ese ángel se le vaya de sus brazos.
Se sentía mal, culpable, enfermo. Kurt no lo iba a perdonar, eso lo tenía más que claro. En un principio la idea de tenerlo con él dos semanas le encantaba, poder verlo
día y noche, que Kurt durmiera junto a él, poder abrazarlo mientras miraban la tele, o simplemente observarlo hacer su rutina de cremas antes de acostarse, todo eso
le encantaba. Pero ahora no sabía cómo podría mirarlo a los ojos sin sentir que su estómago se retorcía, o que con el simple hecho de tocarlo estaba violando su
confianza. Porque sentía que si lo tocaba, después de lo que había pasado con Sebastian, era como si lo estuviera usando.
Recordó la escena en la casa de Sally, cuando Kurt le había gritado que no era su juguete, que él no quería ser el que lo divirtiera después de Sebastian.
