El morocho se paseaba de arriba a abajo por el pasillo. Tenía el corazón desbocado y no paraba de lanzarle miradas desesperadas a la puerta de madera blanca que
ocultaba a su amor.
Chandler estaba sentado en una de las sillas sin quitarle los ojos de encima a Blaine.
Una enfermera se acercó al ojiverde por tercera vez.
- No quiero que me curen, cúrenlo a Kurt.
- Ya se están encargando de él los otros médicos. Tú necesitas que te cure los cortes y...
En eso momento la puerta se abrió y Blaine se precipito sobre el hombre, ignorando a la joven.
- Tranquilo.- dijo levantando las manos para apaciguarlo.- El chico tiene un serio corte en la cabeza, seguramente producto del golpe que hizo que perdiera el
conocimiento. Sufre múltiples golpes por el torso y la espalda y si no hubieras intervenido habría sufrido un grave daño en las costillas. - Por la expresión de Blaine
parecía que lo estaba sufriendo él. - No te preocupes, por muy mal que suene no es tan grave. Solo hay que esperar a que recobre el conocimiento. Mientras tanto solo
podemos bajar la hinchazón de los moretones.
La respiración de Blaine se tranquilizó.
- ¿Puedo verlo?
- Debemos dejar que descanse. Luego podrás verlo.
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+ - El morocho asintió y se sentó junto al rubio, hundiendo su rostro entre las manos.
Ninguno de los dos se movió del lugar. Chandler había tenido que explicarles a todos los miembros del Club Glee, que ahora los apañaban, lo que había sucedido.
Unas dos horas después el médico les permitió entrar a verlo. Todos los ojos se clavaron en Chandler, el rubio pasó su mirada desde la puerta a los ojos verdes que
parecían desesperados por ver más. Vaciló por unos instantes, pero finalmente se decidió.
- Ve tú. - los ojos de Blaine se clavaron en él, al igual que los de Santana. - ve antes de que me arrepienta.
Blaine no necesito que se lo repitiera. Se puso en pie rápidamente, y se abalanzó contra la puerta, antes deteniéndose a mandarle una mirada de agradecimiento al
chico.
En cuanto cruzó la hoja de madera la poca estabilidad que había guardado hasta el momento se derrumbó. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas sin
control. Sus piernas apenas pudieron sostenerlo al ver al castaño de esa manera, recostado sobre una camilla con grandes manchones violetas decorándole el rostro.
Ese hermoso rostro de porcelana.
Sus pies se deslizaron como en un sueño hasta su lado.
- Kurt...
No podía creer lo que había pasado.
¿Por qué siempre era Kurt el que sufría? ¿Por qué era su ángel el que estaba ahí?
Tomó asiento a su lado, tenía miedo de tocarlo, tenía miedo de seguir hiriéndolo. Debería haber llegado antes, no debería haberlo dejado solo.
- Lo siento Kurt.
Le tomó de la mano y se la llevó a los labios. La puerta se entreabrió sin que Blaine se diera cuenta. Chandler lo observó mientras se mordía el labio.
