Capítulo 9

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Todo permanecía en silencio cuando alguien detrás de mí, decidió romperlo.

—¿Qué crees que son? —Quiso saber Harry divertido, mientras se apoyaba en la puerta bloqueando la salida.

Observé de nuevo las fotografías, tenía una idea de lo que eran todos ellos, pero mi mente lo bloqueaba por miedo a que fuera la verdad.

—Dilo sin miedo —añadió.

Pude sentir su respiración justo detrás de mí, lo que me puso muy nerviosa.

—Son... —Comencé.

—Suéltalo.

Aquel sustantivo que merodeaba por mi mente al fin se aclaró y salió disparado de mi boca.

—Víctimas.

—¡Premio! —Bramó emocionado—. Todos y cada uno de ellos son nuestras víctimas.

—Así que... todos... están muertos— Asimile.

—Bueno... todos todos no —corrigió mirando a la foto que aún estaba revelándose.

Me acerqué y la saqué con las pinzas, para mi sorpresa era yo dormida lo que causó que mi cuerpo se inmovilizara.

—No te preocupes, por ahora no te vamos a matar.

—Por ahora... —Susurré repitiendo lo que había dicho—. Soy otra de vuestras víctimas.

—En realidad —dijo arrebatándome la foto y tarándola a la basura—. Aún no sabemos lo que eres, puede que seas una víctima más o puede que seas algo más.

—¿Algo más?

—Nuestro padre siempre juega con nosotros, por así decirlo, por lo que no sabemos si tú eres parte de uno de sus juegos, o solo eres una pobre chica que se perdió por su camino y se metió en el camino que no debía.

—Es decir, puede que mañana mismo me matéis o puede que dentro de unos meses.

—Más o menos, pero siempre tienes la opción de vivir más.

—¿De qué depende?

—De nosotros —Reveló colocándose a pocos centímetros de mí—. Pero si te sientes mejor, he tirado la fotografía, por lo que no debes preocuparte.

—Gracias —agradecí, apartándome de él unos metros.

—Esas son nuestras madres —admitió refiriéndose a unas fotos que tenía delante.

No me había fijado en ellas ya que mi mente solo se preocupaba de lo cerca que había estado el chico, pero entonces las observe más detenidamente. Eran las fotos que había visto al principio, las señoras que tenían los ojos rojos.

—¿Está es tu madre? —Pregunté señalando a una chica morena, seria y parecía algo estricta—. Espera... Si está aquí... ¿quiere decir que vosotros las matasteis?

—Sí y sí.

—¿Por qué las matasteis? Tú madre parece buena y era guapa.

—¿Te seguiría pareciendo buena y guapa si te cuento que mató a más de mil hombres solo por sed?

Tragué saliva y afirmé con la cabeza dándole la razón a que no era tan guapa.

—¿Y esas chicas quiénes son?

—Ya sabes, novias, amigas, regalos, diversión, chicas que se perdieron y acabaron en nuestro jardín... —respondió vacilándome con esto último.

—¿Todas muertas? ¿Por vosotros?

—Sí, ¿Tanto te sorprende?

—Hace pocas semanas solo era una chica más que no creía en seres... fantásticos, y ahora vivo con nueve de ellos más su abuela también vampiro.

—Si no me equivoco ya conocías a dos vampiros que estaban en tu clase, más tu mejor amiga es... una caza recompensas —Puso algo de ironía en esta última frase.

—¿A dónde quieres llegar?

—Tú problema es que no sabes diferenciar a un vampiro de un humano.

—Espera... ¿Hay alguna forma?

—Claro, para empezar— Se colocó detrás de mí y me agarro del brazo haciendo que lo estirara— Nuestra piel es más fría, pálida y suave. ¿Lo sientes? —Cuestionó asegurándose de que tocaba su mano mientras tenía su otra mano en mi estómago para sujetarme—. Otra diferencia es algo de lo que te habrás dado cuenta, nuestros ojos —pronunció haciéndome girar para que quedase en frente de él y le mirara fijamente—. También nuestros dientes afilados. —En este caso se acercó a mi oreja y escuché el pequeño ruido que hacían al afilarse, ya que normalmente los escondían y se quedaban normales—. ¿Quieres que siga?

—No, no hace falta —negué, incomoda— Ya lo entiendo.

—Algo que quizá no sepas de nosotros es que tenemos un oído muy refinado.

—¿Qué? —Dudé sin saber a dónde quería llegar.

—Puedo escuchar como late tu corazón.

Retrocedí hasta chocarme con la pared y entonces Harry me siguió colocando sus brazos al rededor de mí.

—Necesito... —empezó a decir a pocos centímetros de mí.

—¿Qué necesitas? —Dije sintiendo mi corazón latir cada vez más rápido.

—Necesito besarte —aclaró haciéndolo.

Sentí los fríos labios del muchacho encima de los míos, no podía controlar la velocidad en la que latía mi corazón, y mucho menos podía controlarme para que parase.

Pero había algo que me daba miedo, el beso me gustaba.

>> Este capítulo se lo dedico ha raiyglo.

Secuestrada por vampiros (SpV#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora