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El que se robe mis historia...
Siempre le interesó, de muchas formas, no estaban en la misma carrera, pero a veces compartían algunas clases, eran amigos, muy leve, pero nunca evitaba que conversaras con él de muchas cosas.
Era un raro, con sus aspiraciones era marginado, la gente le tenía un poco de miedo, especialmente por su notoria curiosidad por lo que era capaz de ser humano, sus experimentos en animales no eran un secreto para nadie, pero esto no evitaba que te acercaras a él, siempre fuiste amable y escuchabas sus muchas divagaciones, haciendo preguntas para entender mejor el tema, nunca pidió conocer a alguien que tuviera las mismas aficiones que él, pero le resultaba menos solitario que de alguna manera buscaras las formas de comprenderlo y añadir cosas.
Eras como una muñeca, muy amable, casi materna, nunca se sintió triste por estar solo, pero cuando te conoció y ya no estabas con él, ese sentimiento aparecía, apuñalándole el pecho una y cien veces hasta que se decidía a enviarte un mensaje, pero mantenía su distancia de ti, por ello eran amigos leves.
Los años pasaron y la relación de ambos siguió como empezó, ligeramente distante, pero palpable.
Hasta que la universidad termino y se graduó.
Los primeros meses transcurrieron normales, tan normales como podía, la soledad no era algo por lo que solía preocuparse, pero las fantasías en las que estabas con él eran inevitables, solo quería tu presencia.
Solo eso.
No tardo en encontrarte, seguías en la misma ciudad y en el trabajo que querías, te quería cerca, tan cerca como pudiera
— Dale... — Murmuraste anonadada cuando quito la funda oscura de tu cara, el mismo chico, la misma cara — ¿... Porque...? ¿Acaso hice algo para que me hicieras esto...?— Su cara seria te hacía difícil leerlo, tenias las lagrimas en las orillas de tus ojos.
— No algo de lo que fueras consciente, no... — Se agacho a tu altura, estabas amarrada a una silla, tomo tu rostro por la mandíbula y lo movió para inspeccionarlo, temblabas bajo su toque, acomodó tu rostro para verte a los ojos — Siempre me pareciste alguien muy linda... Siempre tan amable... Pero no eres perfecta... — La última declaración te dejó fría, no comprendías realmente qué era lo que quería — Eres el prototipo perfecto para una muñeca, mi mueca Rahil... Si pones de tu parte será rápido, podría incluso matar dos pájaros de un tiro, quisiera ver... qué tan efectivos sin mis experimentos en un humano... — Querías llorar con fuerza, pero lo que salía de tu garganta era aire y quejidos muy leves, su expresión no cambió, aunque vio las lagrimas cayendo como mar por tus ojos solo te siguió observando, intrigado y curioso por esa nueva cara.
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