Blood Ocean | ¡Yandere! x Reader | One Shot's

【¡Yandere! ¡Mohán! X Reader】

Pedido por: VonnRiot

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【I N T H E C A V E】

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El Mohán es un personaje perteneciente a los mitos folclóricos de Colombia.​ Se le describe como un ser humanoide, muy corpulento, con una abundante, larga y descuidada cabellera con la que cubre gran parte de su cuerpo, otras veces cuentan que es un ser musgoso, de ojos brillantes y uñas largas y afiladas.​ Mora en cavernas cercanas a quebradas, ríos o lagunas. Se dice que el Mohán puede ser detectado en las noches cerca del río por el brillo que produce su tabaco (chicote), se roba a las mujeres que más les gustan cuando lavan la ropa en la quebrada o río, razón por la cual las debe acompañar un varón.​ Su cara tosca y de fiera expresión, sus frecuentes griterías y risotadas, hacen del mohán el terror de los que trabajan cerca de los ríos o en barcos, como pescadores, bogas y lavanderas. Es uno de los personajes mitológicos más representativos de lo que anteriormente se conocía como Estado Soberano del Tolima, que comprendía los territorios actuales de Tolima y Huila.

Es descrito como un hechicero que tuvo una visión de la llegada de los españoles y se refugió en un monte y le creció una abundante cabellera, y se volvió El Mohán, sin embargo en algunos aspectos, su apariencia es diferente. Es descrito como un hombre gigantesco que fuma un tabaco, de ojos brillantes y rojizos con apariencia de llamas de fuego, boca grande, dientes de oro y tez quemada. Al momento de su aparición es juguetón, enamorado y serenatero, y se dedica a perseguir las jóvenes lavanderas. Algunos campesinos de la región dicen haberlo visto por el río Magdalena tocando guitarra o flauta. Describen al Mohán con barba espesa y larga como la de un patriarca terrible que infunde autoridad y a la vez una sensación de malicia diabólica; afirman que para el Mohán las cuevas de oro son sagradas porque las considera su hogar y refugio.

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—  ¡No soy una bruja! — Gritaste desesperada, llorando de impotencia porque sabías que no importaba lo que dijeras nadie te creería.

—  ¡Arderas en el infierno por seducir a un hijo de Dios! — Todo era un gran malentendido, uno intencional con la malicia en mente de aquel hombre, pero hay que explicar la historia.

Una señorita joven y sin ser tocada por nadie no era una vista totalmente extraña, pero ellas eran el punto de mira de quienes buscaban casarse, ya tenías mucho entre manos, cuidar de tu vieja abuela era lo que habías jurado hacer hasta que ella muriera y no podías casarte hasta que eso pasara.

Casarte significaba abandonarla a su suerte y no era algo que estuvieras dispuesta a hacer, rechazaste cada propuesta desde los quince años, siempre estuvieron los que dejaban las cosas así, los que lo intentaban un poco más, los obsesivos y los más amables que se mantenían cerca para ayudar, los familiares no estaban contentos por los rechazos y aunque el ambiente se sentía pesado, seguiste adelante hasta que tu abuela diera el último respiro.

Sin embargo, este último hombre, dio un paso más allá, el hijo del alcalde, un hombre que te llevaba diez años se fue detrás de ti, ofreciendo dinero, cenas, regalos, dulces, cualquier cantidad de cosas, pero te pegaste a recibir todas y cada una de ellas, porque aceptar Al menos un poco de su ayuda quería decir que estabas dispuesta a aceptar algo con él y no querías darle esa idea de ninguna manera.