Prefacio

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Aparcó la moto en el parking frente a ese restaurante que acababa de encontrar. Todavía no se conocía la ciudad demasiado bien y tenía demasiada hambre como para dar más vueltas en busca se otro establecimiento para comer. Total, solo quería merendar.

Se bajó rudamente mientras ponía la pata de cabra para que no se callese la moto. Observó el nombre del restaurante: Indigo's. Esperaba que fuese barata.

Cruzó las puertas y observó a una camarera rubia vestida con una vestido rosa y un pequeño delantal blanco. Su cuello estaba adornado con un pañuelo del mismo tono del vestido y sus labios tenín un precioso tono rojo.

-En un momento te atiendo- comentó al ver entrar a la chica.

Caminó hacia la única mesa libre justo al lado de la mesa. Para una chica tan pequeña como ella le sobraba muchísimo espacio. Además, era la única persona sentada sola en aquel lugar. Pero lo le importaba, pues si algo le había enseñado el tiempo era que mejor sola que mal acompañada.

Cogió la carta y comenzó a leerla. Me da el dinero, menos mal, pensaba al examinarla. Tuvo que parar de leerla para quitarse su chaqueta de cuero debido al calor que hacía y eso que aún estaban a mediados de junio. Acomodó su pelo rubio tras ponersu chaqueta de mala manera en el asiento de al lado. Volvió a coger la carta.

-Hace calor, ¿eh?- intervino la camarera rubia. En su cara traía una sonrisa burlesca-. Este año el verano se avecina fuerte-. Nerea levantó sus cejas y continuó mirando la carta. Razón no le faltaba a la muchacha, pues ambas rubias (sobretodo la que hasta hace poco tenía puesta una chaqueta de cuero) tenían una capa de sudor que hacía sus caras brillar-. ¿Ha decidido ya lo que va a tomar?

-Tortitas- respondió tendiéndole la carta.

La otra chica la cogió rápidamente. Al llegar a la barra gritó la comanda a la cocina y reclamó unas cuantas más que aún no estaban listas. Era ligeramente borde, pero la verdad era que le salía natural.

Nerea jugó con las llaves de la moto en el tiempo en el que sus tortitas se preparaban. Estaba hambrienta. No era muy bonito esto de estar todo el día fuera de casa. A veces se entretenía viendo cómo circulaban los vehículos por la carretera contigua.

Tras un pequeño rato, vio al cocinero gritar que las tortitas de la 5 estaban listas. La camarera rubia, que estaba en asomada a una puerta al fondo del restaurante, caminó hasta la barra para coger el plato. 

-Sus tortitas, señorita- informó la camarera. Nerea la miró con el ceño fruncido-. Soy española. Significa lady.

Nerea hizo un gesto con la boca mientras asentía, mostrando que no le interesaba mucho lo que le estaba contando. La camarera hizo una mueca, pues ni gracias le dio la chica. Se iba a ir cuando un brazo la agarró.

-¿Me podría traer un vaso de agua, señorita?- preguntó Nerea. Esta vez era ella la de la sonrisa burlona.

La chica bufó. Encima va y vacilaba. Se fue a la barra y comenzó a llenar un vaso para la chica de la mesa 5. Se lo dejó en la mesa nada más llegar, pero vio una mancha en el otro lado de la mesa y su instito de camarera ejemplar le hizo ponerse a limpiarla. Tenía que mantener la buena imagen del restaurante de sus padres.

A la misma vez que esto pasaba, la otra camarera del local salió de la puerta del fondo donde antes estaba hablando con su prima. Se recogía su largo pelo lodo en una especie de moño, bueno, le daba igual lo que eso fuera con tal de que le mantuviera los pelos apartados de la cara. Se acercó a una mesa para recoger unos platos sucios que había. Cuando miró dos mesas más allá para ver a su prima la vio a ella: una rubia muy guapa que jamás había visto antes por ahí. La miraba aprovechando que su prima la tapaba un poco y así no podía verla observándola. Sin embargo, Nerea sí podía verla. Es más, no tardó en darse cuenta de que la estaba observando. Miró para observar la vista general del lugar, pero al encontrarse con aquella chica sus ojos no pudieron apartarse de ella. La camarera, al darse cuenta de esto, cogió los platos sucios corriendo y salió pitando hacia la cocina, retirando sus ojos de la rubia, aunque esta no se los quitaba de encima.

Cuando quitó la mancha, la rubia vio cómo la clienta tenía la mirada perdida mirando a saber qué. Ni siquiera la miraba a ella y no se veí muy predispuesta a darle un gracias. Enfadada, cogió la bayeta y la golpeó fuerte contra la mesa, alejando a Nerea de sus pensamientos. Miró a la camarera extrañada sin saber que había hecho. Esta, toda indignada, se retiró farfullando algo en español que no podía entender, pero seguro que no era nada bonito.

Decidió ignorar esto y prosiguió comiéndose sus tortitas. De vez en cuando, levantaba la cabeza en busca de la chica morena. Aunque creía no lo hacía, Nerea la veía cómo echaba rápidas miradas hacía ella.

Quiso retrasar el momento para quedarse ahí en compañía de la chica, pero terminó su plato y se hacía muy tarde. Sus padres no le dirían nada si llegaba tarde, pero no se sentía segura por la noche en una ciudad que no conocía del todo.

Se colocó la chaqueta y pagó en la barra a la camarera rubia, que le dirigió el más irónico de los Espero que vuelvas que pudo pronunciar. Nerea se lo agradeció con una de sus sonrisas más irónicas y se colocó su chaqueta. En ese instante, pilló a la chica morena mirándola de nuevo. Entrecruzaron las miradas, lo que hizo que la joven camarera la apartase.

Salió del local. Se subió a la moto y empezó a hacer con lo que se sentía más libre del mundo: conducir.

Con el viento dándole en la cara y su melena rubia ondeando al viento por las carreteras de Miami, Nerea se propuso una cosa: debía volver ahí, pues debía conocer a esa señorita con flequillo que le había llamado un poco más que la atención.

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Real que hoy he dicho en Mujer Contra Mujer que se me estaba ocurriendo un nuevo fic ifridge y bueno pues aquí estamos.

Espero que os guste este nuevo fic. Está basado en el nuevo vídeo de Shawn Mendes: Señorita.

Si os gusta el capítulo, por favor, votad. No sabéis lo que os lo agradezco.

Felix Felicis y paz

Señorita | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora