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Quizás pase un pelín de tiempo hasta que se publique otro capítulo porque quedan muy pocos y quiero escribirlos todos antes de publicarlos. Pero no os preocupéis, porque en octubre publicaré un "one shot" ifridge llamado Sangre y Nieve. Y después de soltaros este tostón, os dejo leer.

Salió del restaurante ya cambiada para la fiesta del Icarus. Su prima seguía limpiando la última mesa, así que le dijo que la esperarían fuera.

Vio a Nerea de espaldas a la puerta. Se fue hacia ella lo más sigilosa que pudo y la abrazó por la espalda, dándole un besito en el hombro.

—¿Y tú moto?— fue lo primero que preguntó al girarse.

—He venido andando.

—Pero bueno, ya eres una chica sana total.

Nerea miró a su pie que jugeteaba con una piedrecita del camino.

—¿Qué te pasa?

—Es que o dejo de usarla o me voy a fundir todos mis ahorros— suspiró.

La morena tambié miró al suelo, en busca de alguna idea. De pronto, abrió la boca y agarró de la mano a Nerea, antes de empezar a dar saltitos.

—¡Ya sé, ya sé!— chillaba muy emocionada.

—Pareces una ardilla en drogas, señorita.

Paró un segundo de saltar para sacarle la lengua.

Vas a trabajar en la cocina del Indigo's— anunció tirando de ella hacia las escaleras.

—¡¿Qué?!— se paró en seco y tiró de ella hasta que se chocaron—. No, no, no. De ninguna manera.

—Mi tío lleva tiempo buscando a alguien más que trabaje en cocina y tu eras pastelera en tu pueblo. Es la oportunidad perfecta.

La mención a ese lugar le dio un escalofrío.

—No quiero ser una encufada— protestó.

Aitana se paró enfrente suya.

—¿Qué somos?— preguntó seria y mirándola directamente a los ojos.

—Amigas— titubeó bastante insegura.

Amigas que se conocen cada rincón de su piel, pensó Aitana.

—Tan solo somos amigas— volvió a repetir un poco más firme.

Esas palabras sentaron como una patada en el estómago a las dos, mas actuaron como si no hubiese pasado nada.

—Pues ya está— agarró su otra mano—. Como solo somos amigas no es ningún enchufe.

—Per-

—Además, ¿no te das cuenta que así vamos a irnos juntas casi siempre?— le puso un pucherito.

Nerea no tuvo tiempo de volver a replicar porque Aitana metió a rastras al restaurante y entró a cocinas con ella.

Su tío reconoció a Nerea y Aitana, tras unos minutos explicándole la cuestión, salió por la puerta no sin antes pronunciar "buena suerte" con los labios a la rubia antes de salir.

Ya fuera se pasó todo el rato viendo a Nerea charlar con su tío a través de la ventana que comunicaba cocinas con el comedor, con el labio inferior atrapado entre sus dientes y sin parar de pegar golpecitos.

Mimi se acercó hasta ella y se apoyó en la mesa cruzada de brazos. Pasó varias veces la mirada de su prima a la rubia mientras se acomodaba los rizos que se había hecho para la fiesta.

Señorita | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora