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Gracias a que Aitana llevaba una agenda con el contacto de sus padres pudieron comunicarse con ellos nada más llegaron al hospital.

No la dejaron entrar, así que se quedó sentada en unos incomodísimos asientos con la vista pasando del suelo al mostrador de información.

El corazón volvió a latirle al ver a Cosme y Belén pasar al interior del hospital tan rápido que se chocaron contra el mostrador. Pero el alivio no tardó en convertirse en una culpabilidad que estaba arrasando con todo lo que tenía dentro.

No tardaron mucho en decirle dónde estaba su hija y salieron a la velocidad del rayo hacia las escaleras.

Suspiró y se levantó del asiento, suponiendo que ya podría irse, ya que no soportaría ver a Aitana sabiendo que estaba ahí por su culpa. Sin embargo, tan pronto como dio un paso hacia la salida, unos brazos la rodearon y se aferraron a ella como si fuera lo último que le quedaba en el mundo.

Al separarse descubrió a Mimi, con los ojos hinchados de llorar, aunque no tan rojos como los suyos. Se sorbió la nariz varias veces antes de poder decir nada.

—Gracias, Nerea.

Fue lo que dijo antes de preguntar en información y correr hacia donde se encontrara su prima.

Completamente sola, salió del edificio para tomar el aire que le llevaba faltando toda la tarde. Le echó una última mirada antes de montarse en la moto y salir lejos de ahí.

...

La semana siguiente pudo ser la semana que más larga se le hizo en toda su vida. Y eso que había tenido días que juraba que su fin nunca llegaría.

El Indigo's había cerrado momentáneamente, y sin Aitana, había vuelto a su pasatiempo por excelencia: recorrer las carreteras sin un rumbo fijo.

La sensación de culpa no había aminorado. Era como una bola de nieve que se hacía más grande y peligrosa cada vez que pensaba en Aitana tirada en el suelo o balbuceando quiénes eran los que le habían hecho eso.

Se enteró por su tío que puso una denuncia, mas que de poco iba a servir porque lo único que sabían acerca de ellos era su cara y Aitana las tenía borrosas. A Nerea le hubiera encantado ayudar, para así aligerarse de la culpa, pero todo lo que recordaba de ellos eran sus espaldas.

Otro de lo motivos por los que la culpabilidad crecía y crecía era porque no había visitado a Aitana durante todo este tiempo. Se sentía completamente incapaz de acercarse y verla. Sin embargo, con el convencimiento de que ella estaba así por su culpa se flagelaba aún más por no haberse dignado a aparecer. Y empezó un ciclo de autodestrucción.

En esos momentos, Nerea estaba sentada en el banco de la puerta trasera del Indigo's. Aquel lugar donde solía charlar con Aitana y donde tuvo su primera conversación con ella. Nerea necesitaba quedarse en los lugares donde alguna vez fue feliz para ser capaz de sobrellevar los días.

—¡Tú!

Ni se giró a mirar a la persona de la que provenía la voz. Lo que no se esperaba era que la agarrara por los hombros y la levantase.

—¿Vas a quedarte mucho tiempo escondiéndote como una cucaracha o vas a ir de una vez a hacerle una visita?

Ni le dolió lo que dijo porque Mimi tenía toda la verdad.

Nerea se encogió de hombros.

—Pero— masculló alguna cosa en español que no entendió, pero que no era nada bonito— tendrás poca vergüenza.

Señorita | ifridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora