One shots (Teen Wolf)

Stiles Stilinki

Título: Almost too late

La bestia de Gévaudan. Bueno esa cosa realmente apestaba. Incluso para ti, y eras una mujer lobo que podía curar. ¿Por qué esa bestia decidió regresar después de cientos de años? Genial.

Un gemido se deslizó más allá de tus labios, que estaban cubiertos de sangre. Luchaste por levantarte de nuevo, después de que la bestia te hubiera lanzado una puerta. Estabas enfadada. Muy enfadada.

¿Qué se pensaba esa bestia que era para meterse con Scott y su manada? Casi gruñiste cuando te pusiste de pie, lista para comenzar otro ataque contra la bestia.

Pero, por supuesto, alguien te retuvo. 

-Stiles, ¿qué cojones? -gritaste por encima de los alaridos y llantos que escuchabas de muchos estudiantes. 

Se suponía que iba a ser un partido de lacrosse normal. Bueno, no normal, pero definitivamente no esto.

Te giraste para enfrentar a tu novio, quien te miraba preocupado.

-¡No hagas esto, te matará! -gritó. Tú te burlaste.

-¡No lo hará! ¡Ahora escóndete! ¡Necesitas estar en un lugar seguro! -gritaste de vuelta.

Stiles estaba a punto de protestar, estaba a punto de convencerte de que te quedaras con él y te escondieras en algún lugar, pero ya te habías apartado de él otra vez.

-¡Te amo! -conseguiste gritar antes de correr tras la bestia, que estaba casi destruyendo toda tu escuela.

No dejarías que una bestia vieja lastimara a nadie más. Mientras corrías para salvar a tus amigos y a los otros estudiantes, dejaste atrás a un muy preocupado e intranquilo Stiles.

Desde que Allison murió, Stiles te protegía aún más, tratando de salvarte aunque era él quien no podía curarse mágicamente. Suspiró y debatió consigo mismo si realmente debería esconderse y tratar de mantenerse a salvo como le dijiste, o si debería ir tras de ti e intentar ayudarte.

Y aunque sabía que estarías enfadada con él por no esconderse, de todos modos corrió detrás de ti. Su primera prioridad siempre era mantenerte a salvo. Pero él sabía tan bien como tú que esa bestia podía hacerte enfadar tanto que ya no te importaba nada, solo querías proteger a tantas personas como fuera posible y patear su trasero.

Con la sangre hirviendo, corriste tras la bestia y saltaste sobre su espalda tan pronto como estuviste lo suficientemente cerca. Clavaste tus garras en su carne, tratando de lastimarla de alguna manera, pero no parecía impresionada. Se dio la vuelta, mirándote, ahora más enfadada de lo que había estado antes.

Con un rápido movimiento y un fuerte empujón, fuiste lanzada contra una pared. Tu cuerpo chocó fuertemente con el duro material. Tan pronto como aterrizaste en el suelo, fuiste levantada de nuevo. La bestia te había agarrado por la garganta, sin dejar que tus pulmones tuvieran la oportunidad de recargarse con aire. 

Sus ojos brillantes te miraron con maldad antes de que sus garras rasgaran la piel de tu caja torácica. Lloraste de dolor. Había algo mal, no te curabas. La bestia te clavó las garras una vez más, antes de dejarte caer sobre el sucio suelo.

Te acostaste ahí, no tenías fuerzas para levantarte de nuevo, ya ni siquiera tenías fuerzas para mantener los ojos abiertos. Mientras yacías allí, desmayándote lentamente, escuchaste a alguien correr hacia ti. Intentaste captar su olor para saber quién era, pero estabas demasiado cansada para hacer nada.

Cuando la persona se acercó a ti, fue cuando lo reconociste: Stiles.

-¡Scott! -gritó, tratando de sostener tu cuerpo sin lastimarte-. ¡Scott! ¡Su caja torácica está abierta! ¿Qué hacemos? Ayúdala, POR FAVOR. ¡Dime que puedes hacer algo por ella! -le suplicó a su mejor amigo.