Isaac Lahey

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Título: Calming asmission
Argumento: Isaac, tu mejor amigo/crush, admites sus sentimientos por ti mientras intenta ayudarte a calmarte cuando te sientas en el suelo, llorando, por las voces en tu cabeza.

Te estremeciste cuando alguien cerró su taquilla, definitivamente ese ruido había sido muy alto. Te tensaste y cerraste los ojos, apoyándote en la tuya. Hoy, oías las cosas dos veces más alto de lo normal.

Pero no era sólo eso. Voces te susurraban, diciéndote cosas que no querías oír. Alucinaciones, te repetías una y otra vez. Todo esto es sólo una alucinación, no hay nadie hablándote, te decías a ti misma. Pero desde que no eras sólo un miembro de la manada de Scott, sino que también amiga de Lydia, sabías que las voces en tu cabeza podían ser reales.

Hacía unas semanas, cuando ibas camino a casa de tu mejor amigo, algo te mordió. Tenías tanto miedo de no estar sola en la oscuridad que tuviste que correr a casa de Isaac.

En el momento en que llegaste allí y le contaste lo que había pasado, él supo que habías sido mordida por un alfa. Pero, para la sorpresa de todo el mundo, no te convertiste en una mujer lobo y no moriste, tampoco.

Era extraño y nadie habló realmente de ello, pero sabían que sólo había habido dos personas, que supieran hasta ahora, que habían sobrevivido a la mordida y no se convirtieron: Lydia y Jackson. Y ya que todos habían esperado que no fueras una kanima, habían pensado que podrías ser una banshee.

Para ser sinceros, tú no querías serlo. Hubieras preferido ser una mujer lobo. Lydia te había contado como era, oír voces, oír gritos, sentir cuando alguien iba a morir. No querías eso. Pero justo como Lydia, no tenías opción.

-T/N, ¿estás bien? -preguntó alguien, tocando tu brazo.

Abriste tus ojos rápidamente, revelando a Lydia y su mirada preocupada.

-No -susurraste.

-Lo oyes también, ¿verdad? -preguntó ella y sabías que estaba hablando de los gritos y las voces en su cabeza.

Asentiste silenciosamente, mirando al suelo.

-Estarás bien, vamos a salir de esta -te aseguró, tomándote entre sus brazos.

Trataste muy fuerte de no llorar. En comparación con Lydia, tú eras nueva en esto y no estabas muy segura de si pasarias el día.

El día pasó muy lento, parecía casi como si alguien estuviera torturándote. Sólo querías llegar a casa. Querías escuchar música tan alta que no pudieras oír esas voces más, pero ya que incluso la voz de tu maestra era tan alta, pensaste que podría no ser tan buena idea.

Al final de tu cuarto periodo, todo se volvió peor. Los ruidos se volvieron incluso más altos, justo como los gritos en tu cabeza. Cerraste los ojos mientras te inclinabas contra la pared. Necesitabas salir de ahí.

Sin saber que hacer realmente, entraste a una clase vacía. Necesitabas silencio, sólo querías silencio en tu cabeza también. Te sentaste en el suelo, cerrando tus ojos, intentando de todo para callar las voces de tu cabeza, pero nada ayudaría.

Isaac te vio entrando en aquella clase e incluso si no te hubiera visto, se hubiera dado cuenta pronto. Amaba escuchar el latido de tu corazón de vez en cuando y ahora mismo latía realmente rápido.

Lentamente se acercó a la habitación en la que estabas tan sólo segundos antes y la empujó para abrirla. Sus ojos te buscaron y rápidamente dieron en tu dirección donde dejaste escapar un fuerte sollozo.

Dejaste de mirar fijamente al suelo para levantar tu mirada cuando Isaac se arrodillaba enfrente tuyo, una mirada preocupada estaba instalada en su rostro.

One shots (Teen Wolf) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora