Capítulo 8 - Taeyang

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El rey Bada aún tenía miedo, nunca se atrevió a decirlo, pero su esposa lo notaba en sus ojos, la muerte de su hijo Yodoon dejó una marca en sus corazones que no será borrada, se preguntaba si hizo lo correcto al terminar la guerra, ¿Tal vez hubiera ganado?

Pero su pueblo comenzaba a tener escasez, una absurda venganza por la muerte de su hijo no era suficiente razón para hacer padecer a su gente, el príncipe no lo hubiera querido, seguramente se enojaría con ellos por eso, porque Yodoon sabía que la familia real estaba para el pueblo de Hae.

- Ya se durmió - Informó Hwido a su esposo - ¿Dónde estaba? Tiene una sonrisa en su rostro - Se acercó al rey que se encontraba mirando por la ventana de la habitación, colocó sus manos en los hombros del hombre y recargo su cabeza contra él.

- Me dijo que le enseñaban a bailar - Hwido levantó su cabeza confundida, giro el cuerpo de su esposo para mirarlo de frente.

- ¿Quien? Pero si ella sabe bailar - Preguntó a su esposo con seriedad.

- Con la Dal - Los dos se rieron al instante, la reina tenía sus ojos abiertos por la sorpresa.

- ¿Enserio? - Bada asintió con una sonrisa - Pensé que ella no se llevaría bien con ninguno de ellos - Admitió la reina.

- Si me lo contarán no lo creería, pero cuando la fui a buscar estaba con la soldado - Hwido hizo una mueca de sorpresa por el comentario - Creo que también tiene que ver lo que pasó esta tarde - Bada se movió por la habitación para sentarse en el borde la cama, apoyo sus manos contra esta - Hay que agradecer que no participo en la guerra, sería un oponente difícil de vencer - Pronunció lo último con amargura, hablar de la guerra no era algo fácil entre la familia Taeyang.

Hwido se encontraba atrás de él, se arrodilló en la cama y lo abrazó por encima de los hombros - ¿Crees que hemos hecho lo correcto? - Pregunto mientras acomodaba su cabeza en su hombro derecho.

A la reina le costó mucho llegar a este punto, juntar su cuerpo con el Bada le era extraño pero con el pasar del tiempo aprendió apreciar cada roce, caricia y amor que se expresaban, ya solo sentía comodidad a su lado - Era incierto el desarrollo de la guerra, prefiero esta momentánea paz a mil cadáveres por enterrar - El rey recorría los brazos de la reina, ella sonrió ante sus palabras.

- Me alegra tanto - Bada giró su cabeza un poco a la derecha para quedar cerca al rostro de su esposa, sus cejas se juntaron en interrogante - Pasaste de un adolescente tonto a un rey... - Hizo leve movimiento con la cabeza con una mueca - ¿Decente? - Dijo en tono de burla.

Bada la fulminó con la mirada, luego se escuchó su risa por el comentario de su amada - Nunca cambiarás Hwido - Giró su cuerpo para quedar frente a la reina y besarla, sonrió en el beso al notar su sonrojo, solo una cosa no cambio en ella, su vergüenza ante cualquier acto que viniera después de los besos.

Por muy roja que estuviera ella apreciaba tener el tiempo para estar con su esposo, durante la guerra no lo veía casi, su corazón latía rápido cada vez que regresaban de una batalla rogando a los muchos Dioses que ha leído que el rey estuviera con vida.

Y es cierto, la guerra duró tres años después de la muerte del príncipe Taeyang, el rey, el general, su pueblo ya no solo luchaban por defender el reino de Hae, también querían venganza por la sangre real derramada.

Bada lo recuerda bien, aquella última batalla con el reino de Him fue desastrosa, el campo de batalla se dio en un paisaje que era hermoso para él.

Primer Libro - SWFS - ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora