Capítulo 4

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-—Vamos Sindier, hemos llegado—mencionó Karma fuera del camión de carga, despertando a Sindier sobre el vehículo y por ende levantándose de golpe.

—Pero, ¿podemos comer primero?—anunció Sindier siguiendo a Karma.

          Era ya el atardecer en una ciudad atestada de edificios y personas, cercana al estado de Arizona, mientras que Karma caminaba sin quitarle la vista al pavimento Sindier miraba su alrededor desconcertado, ante lo que veía muy distante a lo que era su cultura o al menos la global. Este se percato de que no solo la música era extraña sino que también la ropa de las personas y sus autos. Al fijar su mirada al otro lado de la calle vio una pareja de personas agarrados de las manos con pañoletas de flores sobre sus cabezas, pantalones de campana azul (al menos el hombre, y la mujer con un pantalón de flores) y sintiéndole a todo aquel que se le pasaba por el costado, a lo que Sindier pregunto:

—¿Que es esa extravagante apariencia?—Sindier se detuvo al igual que Karma para admirar a ese par de personas.

—Son hippies, un movimiento o moda social en contra de las guerras de esta época—dijo magistralmente continuando su andar al igual que Sindier un segundo después.

—¿Esta sucediendo otra guerra?—preguntó Sindier exaltado mirando a Karma y evitando al enjambre de personas.

—No fue a gran escala pero si hubieron muertos significativos—dijo Karma siguiendo el paso de una forma extraña, empujando a todos a su paso.

          Y así siguieron paseándose por el camino junto al pavimento, Sindier tenia aun el sombrero blanco, pantalón negro y camisa ejecutiva beige sobre tirantes negros, contaba también con el libro maldito en un bolsillo oculto dentro de su camisa el cual era espacioso, además con la cubierta que solo decía Karma en el centro, descuidada y amarilla, y un lomo marrón igual que la cubierta de desgastado. A su vez Karma aun tenia esa camisa beige, pantalón del mismo color y una sonrisa que albergaba un cigarrillo con indicios de haber sido repentinamente encendido.

          Un grito ensordecedor de mujer se esclareció de entre el enjambre de personas que, ante esto rodearon en un circulo el suceso sin igual, a su vez el epicentro se encontraba solo a unos pasos de Karma y Sindier los cuales se adelantaron a adentrarse a la burbuja entre la gente. Ellos quedaron atónitos al llegar allí donde la multitud se hacía a un lado para ver. Lo que pasó no tuvo precedente alguno antes, era un hombre que estando arrodillado en el suelo comenzó a toser sangre sobre la acera, al mismo tiempo que, hilos de un líquido rojo intenso que se escapaba de sus ojos, nariz y oídos.

—¿Tu hiciste esto?—preguntó Sindier a Karma, mirando la escena que se deterioraba frente a todos, pero el hombre al menos dejó de toser.

—Claro que no, esto es muy raro, solo nosotros podríamos hacer esto pero ¿quien?—dijo karma refiriéndose a no solo sus hermanos sino también a todos los demonios que existen en el mundo y el espacio, entonces karma susurro:

—Chacal...—el hombre terminó por desplomarse en el suelo muerto, cubierto de sangre dejando caer un hilo de sangre de la acera hasta la pavimentada calle.

—¿Que?—preguntó directamente Sindier.

—Es un enviado del mismo ángel que nos quiere muerto, Zaahel—pronunció Karma viendo el cuerpo con furia.

          De imprevisto el cuerpo inerte empezó a moverse bruscamente sobre su propio charco de un líquido carmesí, un hedor penetrante e insoportable lo acompaño, la tez de Sindier demostraba que aun así al haber presenciado tanto horror en su vida aun tenia esas emociones humanas que reflejaba su asco por dentro. El cadáver se fue deteriorando, mas específicamente, la piel se fue desprendiendo junto con los músculos, mientras sucedía esto, ya algunos de la multitud salieron horrorizados y uno que otro desmayado siendo llevado lejos de allí por la gente, en el instante de que se llegaba un policía al lugar. Karma era el único que se mantenía estoico mirando fijamente al cuerpo en una posición defensiva, como si estuviese aguardando a que sucediera algo. El policía se asomo y despavorido maldijo al aire.

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