Capítulo 8

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          Era una imponente arma, que agigantaba lo más glorioso que ha tenido la mansión oscura en milenios. Era tal su energía que emanaba, que se podía sentir como erizaba la piel y la nuca con cierta delicadeza, anunciando alguien o algo, que se avecinaba hacia aquella inhóspita dimensión de la cual Sindier y Elisa, desconocían de ser la única preexistente.

          Se trataba no mas de una mezcla perfecta y esplendida de lo antiguo y lo nuevo, de lo olvidado y de lo presente. Columnas tan torcidas y flexibles como serpientes, llegaban desde lo más bajo que se podía apreciar, hasta lo mas alto de la estructura. Sus curvas se resbalaban con lo real, haciendo énfasis en una arquitectura imposible, atribuida a una geometría futurista.

          Cada columna, un par de cada lado, eran previstas de una cubierta roja, tanto como la sangre, y un brillo que reflejaba lo mas lejano de la luz que llegaba hasta ese profundo lugar de la mansión. Estos puestos un par de cada extremo del circulo, estaban acompañados por especies de arcos semejantes a alas gigantescas, de al menos diez metros de alto, y ocho de largo.

          También, era llamativo, esa especie de oleaje en el fondo de toda la estructura, no era ningún color cercano al rojo ni al blanco, parecía mas bien una amalgama entre gris y violeta. Que supeditaba mas los arcos en formas de alas. Estas eran unas especies de banderas, con su oleaje, mostraban su vivido color, pero también tenia hoyos que reflejaban la historia de guerra que tubo esa arma.

—Esa si que es un imponente arma—dijo con asombro Elisa, mirando desde arriba hasta abajo la gigantesca estructura.

          Mientras los tres miraban la estructura, Mition saco de entre sus ropajes un sombrero blanco, de copa. Y continuo está, por dárselo a Elisa.

—Pontelo, servirá como protección—ella al decir esto la miro de reojo y mencionó:

—¿Es enserio es una broma?, ese ángel, pulverizo al libro, ¿y quieres que confíe en ti?—Mition solo respondió una apacible mirada y le puso el sombrero en la cabeza.

—¿Crees que es una broma? confía en mi—terminó por sonreír, y mostrarle sus ojos a ella, y al ver estos sintió un golpe profundo de ansiedad, tal como una descarga de algun tipo de energía, obligándola a hacer aquella tarea simple.

          Mientras Elisa sonría también, el sombrero se fue volviendo translúcido en ese instante. Fue este desvaneciéndose hasta tal punto de desaparecer de la vista de ella, Sindier y Mition, asombrada, pregunta:

—¿Que ocurrió con el?—a lo que el demonio con voz femenina respondió:

—Sigue allí, solo que esta oculto a la vista de todos, incluso los ángeles y demonios.

          De forma inesperada, una nube, oscura, relativamente grande, se desplaza desde el fondo de la recamara. A lo que se alcanza a elevarse, hasta por encima del arma, y consigue llegar hasta estar en frente de los tres. Finalmente, la nube se comienza a condensar y concentrar, en una figura humanoide, que poco a poco fue tomando figura. Era Karma de nuevo, pintando una sonrisa en su rostro blanco. Unas palabras de él se alcanzaron a escuchar, que sobresaltaron a Mition sobre el borde.

—Ya hay que ponerla en marcha, no nos queda mucho tiempo...—a lo que, Karma flotando, se dispuso a pararse sobre el borde donde los tres estaban.

          Karma mirando fijamente al arma enorme, su vista que distinguida mente era de concentración, fue suficiente para darle a los presentes el poder que ese demonio estaba usando. Todo el suelo fue paulatinamente vibrando, la cual, Elisa fue la primera en percatarse de ello.

          Como dos crisoles de fuego, los ojos de Karma se fueron iluminando, estando esta luces atravesando los confines de la oscuridad de esa inmensa sala. Grano por grano de polvo se fueron levantando del grisáceo suelo, que rodeaba los pies de los presentes. Tanto Elisa como Sindier comenzaron a sentir esa energía...esa sensación ácida y poderosa que siempre tiene un demonio en el mundo terrenal.

El Sombrero MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora