Capítulo 12

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          Elisa estaba en las cercanías de la prisión, teniendo en su cabeza el misterioso sombrero. Junto a ella caminaba a pasos redoblados Mition, quien estaba mas que decidida a entrar ahí. Una suave palma la pudo detener, era su compañera que de una faz seria se escudo para resguardo de sus verdaderos sentimientos, y entonces dijo:

—Vamos a sacar a Sindier de allí, sin importar ninguna vida humana—Elisa sabia que todo su sufrimiento ahora lo usaba para alimentar una violenta idea que era un odio descontrolado, la sonrisa oculta de Mition era porque ella leía la mente Elisa, y le causaba placer saber las emociones en cólera de los humanos.

          Elisa recordaba como era de niña, siendo drogada, maltratada y controlada por una familia toxica, manejada por la secta mas violenta de la historia, y allí es donde venia el mas puro dolor, cuando perdió a su hermano. En otro recuerdo, aunque era vago, sentía como le arrebataron a la única persona de su vida, además de aquel tutor de la universidad, que de verdad la cuidaba, y sabia que no estaba sola, este era Sindier. Aunque no era el recuerdo mas fuerte, era el que de verdad valía la pena seguir reviviendo para tener fuerzas, no como los otros.

          Sin previo aviso un guardia que hacia turno de cuidar unos reclusos se percato de la presencia de Elisa, y respondió a esto sin pensarlo, con llamar su atención y apuntarle con un arma.

—¡Detengase en este instante  —dijo alarmando a Elisa— procure quedarse donde esta y no se mueva!—el guardia solo estaba a unos diez metros de distancia, pero para ella eran como uno o dos nada mas. Y continuó:

—¡Ahora de se la vuelta —al captar la atención de ella prosiguió— digame ¿quien es, y que quiere?!—el rostro de Elisa había cambiado, de una u otra forma sentía la presencia de Mition detrás de ella y sumándose le toda la fuerza colosal de voluntad que había acarreado, dijo:

—¡Baje el arma!—la frente de ella le comenzó a calentarse, y de improvisto el guardia con aun su rostro rudo, bajo el arma y se quedo allí sin decir mas.

         Pero esto no llego hasta ahí, Elisa no sabía como, pero aquel hombre le había hecho lo que ella le ordeno, estaba atónita, al igual que los reclusos mirando. Entonces una pequeña y femenina voz se asomo de tras de su hombro, diciendo:

—Vuelate los sesos—y de un momento para otro el guardia con sus facciones sudando, se llevo el arma a la sien, y en un movimiento mecánico apretó el gatillo.

          Sus sesos, su carne al rojo viva, se desplomo a la árida tierra del suelo, primero que su cuerpo ya muerto. Los reclusos guardaron silencio, y luego como niños, rieron. Elisa no estaba segura de lo que acababa de pasar, pero también estaba paralizada, en ese momento no sentía nada pero no podía comprender lo sucedido. Una energía en su interior la empujo, para que de forma mecánica se moviera y recobrara la conciencia recientemente arrebatada. Y en eso se dividió para lanzarse contra el arma, para poder atajarla, pero una voz en su interior le dijo que la dejara atrás, que no la necesitaría.

          Corrió unos cuantos de metros, hasta quedar a espaldas de una de las entradas, custodiada por unos guardias, que enseguida y embravecidamente se dirigieron hasta donde había provenido el disparo, pero pasando de alto la silueta y la presencia de Elisa. Y sin pensarlo ni un minuto, se adentro a la puerta con grandes hojas de hierro, que con fuerza casi sobrehumana, tuvo que empujar para abrirse paso.

          Un recluso, en el interior de una celda, se lanzo contra la ventana de barrotes en su confinamiento, y con sus iris morado, pudo ver como Elisa se adentraba por la gran puerta a varios pasos de allí, estando este a unos pisos arriba. Este recluso era Sindier con su vestimenta carcelaria de franjas negras y blancas. El parecía entusiasmado, pero mas que todo procuró mantener las apariencias y buscar como salir de allí lo mas antes posible.

El Sombrero MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora