I'm struggling to open my heart

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Tenía un resfriado terrible, de esos que te incapacitan en la cama dos días con fiebre y con la garganta destrozada.

Mi culpa.

El día anterior, presa de mi desesperación y ansiedad me había mojado entera en la lluvia, absorta bajo ella mientras quería gritar por todo el dolor que llevaba dentro.

Los relámpagos en el cielo, me hicieron sentir en casa y ahora...

Te abrí la puerta, recuerdo que todo era borroso en esos instantes, abrí por qué pensé que mi hermano había regresado del trabajo pero no, eras tú con bolsas de comida en las manos, te miré con ensoñación, el cansancio y la fatiga me hacía doler hasta el más minúsculo hueso de mi cuerpo.

- ¿Cómo estas?- me preguntaste a mis espaldas mientras me seguías en el corredor, te miré hecha una furia.

-¿Cómo crees?- había que darte un manual entero, en el que te advirtiera de todos esos momentos, en los que puedo ser una maldita.

Pero como siempre, me sonreíste. Lo hiciste por qué eres un milagro en la tierra y por qué eres el único humano que conozco que tiene tanta paciencia, lo hiciste por qué me conoces y sabías que el sonrojo en mis mejillas, no era por la fiebre.

Muy dentro de mi armadura, estaba tan conmovida contigo, estaba tan feliz de tenerte junto a mi.

Fuimos a mi cuarto y no me importó en absoluto que el departamento entero estuviera cabeza a bajo, me tiré en la cama y me tapé hasta las orejas, sentía que me cortaban a pedacitos.

Tú, descasaste las bolsas en el escritorio y arrastraste la silla hasta llegar a mi lado, me acomodé de lado, mirándote bajo las sábanas. Tú alargaste tu mano y con el dorso de tu muñeca me acariciaste una mejilla.

Debió ser el cansancio o mi ilusión de tenerte junto a mi, me acerqué más y me acurruqué contra tu mano, amaba sentirte cerca.

- Te traje gelatina- me dijiste aún si despegar tu mano de mi mejilla, yo asentí contra ella. - Debes comer para ponerte bien.- tú pulgar me acaricio de nuevo y yo medio suspiré entre los sueños. - No me gusta verte enferma.

- Lo siento- murmuré con la voz ronca. Tú negaste con la cabeza y te inclinaste a mi mientras me tomabas de ambas mejillas calientes, acercaste tu rostro al mío yo estaba hecha un cuadro de rosas y rojos, tus ojos oceánicos me miraron antes de que tus labios se acercaran a mi.- Te puedo contagiar- susurré cerca de tus labios, abriste tus ojos, un océano verde y dorado en su interior.

- No me importa- dijiste y te volviste a acercar lentamente, me besaste con dulzura, un roce apenas entre ambos. - Te quiero.

No pude decir nada.

Me quede pasmada, completamente inerte en el tiempo. Me sonreíste con los labios cerrados y te alejaste un poco mientras ibas al escritorio y sacabas la gelatina de la bolsa.

Escuché como abrías el empaque y cómo sacabas una cuchara de plástico para alimentarme tú mismo.

Te miré en silencio, tratando de descifrar si esperabas una respuesta de mi parte, en cambio te acercaste a mi con ese rostro paciente y me pediste que me sentara para darme de comer.

En otras circunstancias, jamás hubiese dejado que lo hicieras. En otras circunstancias, jamás hubiese dejado hacer una escena así de ridícula pero tú "te quiero" me había dejado completamente indefensa.

Tú- a pesar de ser mucho más abierto que mi rosa con espinas- Nunca me habías dicho tales palabras.

te quiero, la forma en el que me lo dijiste, como si fuera lo más fácil del mundo me dejó completamente helada. Tú te quiero, era diez veces más sincero que el que me había dado él, en su momento más oscuro.

Tuve ganas de llorar y te diste cuenta por qué las lágrimas se desbordaban de mis ojos. Dejaste la gelatina a un lado y me pediste que te hiciera espacio en la cama, te abracé a penas te tuve a mi lado, me sentí tan a salvo que casi bendigo a la lluvia por la gripe, tú me tomaste entre tus brazos y besaste mi cabello.

Y de nuevo, no pude decir nada.

Fue extraño, yo era la chica de las palabras pero aveces no me salen no importa qué tan difícil trate de que se liberen de mi boca. A veces, se siente como si no estuvieran listas para salir de mi mente. Es como si estuviera constantemente peleándose para salir del corazón de alguien más. Es como si no quisiera que alguien más lo supiera.

Inclusive tú.

Pero lo sabía, sabía que en mi silencio, comprendías a mi corazón y que a pesar de escoger el dolor y el silencio...

Sabías que estaba enamorada de ti.

Piel de porcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora