Este es uno de esos recuerdos que están en mi memoria vagamente, como si hubiese sido sueño y no verdad...
...Como si sólo hubiese sido sueño...
Era verano, tú odiabas el verano.
Era verano, yo amaba el verano.
Salí de mis clases y te encontré frente a mi apartamento, estabas fastidiado de todo el calor que hacía, recuerdo que fruncías tu nariz y que farfullabas algo sobre maldito calentamiento global. Te encontré y a pesar de todo el cansancio que llevaba sobre los hombros, se me dibujó una sonrisa...
El sol nos pegaba a tope en nuestros rostros, pero seguimos subiendo aquella colina de ese parque tan alejado de la ciudad gris que nos apartaba tan a menudo. Mientras estábamos ahí, tomaste mi mano y por primera vez en mi vida entendí eso de "fundirse en los brazos de otros" jamás había sentido tanto amor como el que te tenía. Eso, es una verdad absoluta.
Pudiste haberme pedido todo y te lo habría dado. Tenías mi alma entre tus manos, pudiste haber hecho conmigo lo que quisieses... lo sabías perfectamente, a veces veía el terror en tus ojos cuando decía "te quiero".
Corrí hacía el mirador de la colina cuando estuvimos en la cima, tú ahogaste un gemido de miedo cuando te jale conmigo cuesta abajo... sonreía, estaba tan feliz de tenerte a mi lado.
- Estás loca- murmuraste sin aliento cuando nos recargamos en el barandal, como respuesta te regalé una carcajada. - En serio lo estás- pero a pesar de tus quejas, al besarte una mejilla sonreíste gustoso.
El viento nos rozaba a penas nuestra piel y a pesar del terrible calor, me abrace a tu brazo y descanse mi cabeza sobre tu hombro.
- ¿Qué vas a hacer cuándo acabes la universidad?- me preguntaste mientras mirábamos los edificios. Tragué saliva, no era muy tuyo hablar del futuro, siempre que te recuerdo mirando tus ojos encharcados del pasado pero en aquella ocasión, realmente parecías curioso por mi respuesta, incluso afligido.
-¿La verdad o la mentira?- te pregunté en voz bajita. Apretaste mi mano entre tus dedos y suspiraste. Tardaste unos minutos en contestar, como si pensarás la respuesta que ibas a darme.
- La verdad- concluiste-, siempre la verdad.
No te miré, clave la mirada en el horizonte... reuniendo valor para mis palabras, la boca me supo amarga cuando te contesté.
- Voy a irme de esta ciudad.
Se hizo un silencio abrupto, como si el viento y el calor se hubiesen comido las palabras. Observé tu rostro detenidamente, buscando alguna señal de lo que sea que estabas sintiendo en esos momentos. Mirabas al frente, sin expresión alguna y quizá para aquellos que no te conocen muy bien pensaría que es indiferencia, pero no lo era, en absoluto. Sabía que tenías una tormenta adentro- tú siempre te quedabas muy quieto cuando pensabas demasiado- te acaricié el brazo, volviendo tu mirada a mi.
-¿Y a dónde vas a ir?- preguntaste después de unos segundos interminables.
- No lo sé- te contesté. Tus labios tiraron a una esquina, incómodo.- Pero espero que vengas conmigo.
Desde ese ángulo, pude ver tus pupilas dilatarse. Apretaste los labios, se paro un minuto tu respiración.
No me miraste más, simplemente volviste a apretar mi mano, aveces... aveces, cuando el mundo es demasiado triste, cuando todo es gris y melancólico, cuando todo se despinta alrededor, cuando todo parece una fotografía vieja, como una pintura de Degas, desgastada y borrosa, cuando todo tiene el color del otoño y la vida sabe a cuesta sobre la espalda, cuando los versos de Keats no reparan mi corazón, cuando Pizarnik me borra las palabras de la boca, cuando tiende a ser todo azul...
Te recuerdo en ese momento.
El sol cubriendo nuestros rostros, tu piel bonita y tu boca roja, tus pestañas rubias, angelicales, tus ojos negros todos gritando demonios, tu rostro conmovido con mis palabras.
Te recuerdo así, necesitado de mí.
Descubriéndote que no estas solo... dónde sólo veíamos la luz frente a nosotros, dónde todo sabía a sorpresa, en la que mi corazón brilló como un ópalo de oro.
Te recuerdo hermoso, precioso, casi como una pintura de divinidad. Me preguntó, si Dios también lo supo cuando miró a su creación más hermosa, qué pronto, le apuñalaría por la espalda....
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Piel de porcelana
PoesíaAquí yacen todos los versos rotos que deambula en las paredes de mi cuarto