No compararé sus ojos con las margaritas, porque el tono real de su color era peculiar, no tan oscuro y lustroso.
Algo oculto en su ser, que borraba toda amargura del mío. Una pálida luz, lejana pero brillante.
Siempre he llevado la vida a cuestas, este sentimiento de soledad siempre me acompaña pero de alguna manera te las has ingeniado para arrimarla a un ladito nuestro, cuando me regalas tus compañía...
No, no compararé tus ojos con las margaritas, por qué estas ocultan deseos y secretos y tú estás cansado de los cuentos tristes y sin embargo, me lees con pasión.
Te dije: No sé qué hacer con todo este amor que tengo por él, no sé dónde dejarlo para que deje de dolerme.
Y tú me contestaste, con la sonrisa más cálida que jamás podré describir: Lo tomaré entonces.
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Piel de porcelana
PoesiaAquí yacen todos los versos rotos que deambula en las paredes de mi cuarto