CAPITULO 5

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LAUREN

Un sentimiento de profundo pero singularísimo afecto me inspiraba mi  maltrecho cuerpo, desperté todavía más devastadora que cuando sentia los golpes en ese preciso momento, el baño era lo suficientemente enorme para albergar a 10 personas, pero solo estaba yo, mirándome de cuerpo entero en la pieza del espejo que se encontraba pegada en la pared de ladrillo negro.
Me habia roto por completo el vestido y lo tiré a la basura, me giré y me vi, nunca me gustó hacerme daño, ni intencional para llamar la atención y por obvias razones ni por accidente, mirar mis piernas rasguñadas, mi costado con una línea casi curva con sangre seca pero algo profunda, moretones en mis brazos, dejando de mis costillas izquierdas, las marcas de dedos gruesos alrededor de mi cuello, y ni hablar de mi rostro, las lágrimas me quemaban, lo salado de ellas hacia que mi pómulo y labio ardíeran como la mierda, y que mi cuerpo no se viera ni siquiera uniforme en cuestión de golpes, me sentía sucia sin haber sido tocada sexualmente, si esto era una venganza hacia mis padres, lo consiguieron, yo les odiaba más porque se las habían cobrado conmigo, por su culpa yo estaba así, pero aleje esos pensamientos tan pronto por no ser del todo seguros y conformados.
Daba gracias por seguir viva, pero algo no andaba bien, no me sentía con las ganas de siempre, me habían asaltado, amenazado, manoseado y golpeado, no lo podía procesar, solo sabía que el estado en que me encontraba no era más que una razón para ir al hospital.
Había muchas personalidades conocidas por mis padres que nos podrían atender, pero a mi mente llego un doctor que era de mi total confianza del cual siempre requería servicios médicos en mis momentos más difíciles. Como pude metí mi cuerpo bajo la regadera de agua caliente y ese toque tan suave me hizo soltar lagrimas de nuevo, me ardía mucho, me dolía mucho, quería devolverles cada golpe que me dieron.
La parte del jabón fue la más horrible de experimentar, tomé una toalla y la mordí mientras esparcía el líquido por mi cuerpo, no podía mover cada parte con facilidad, me cansaba estar de pie pero tenía que hacerlo, sino se infectaria y era todo mi cuerpo.
Al salir me cubrí con otra toalla, la tela me resultaba rasposa e hiriente al mismo tiempo sobre mi cuerpo, con todo el tiempo del mundo caminé despacio hacia mi recámara y eso implicaba subir las escaleras, un escalón a la vez, gestos descompuestos, y dolor incesante bailando por todo mi cuerpo entero.
Lo odiaba, odiaba a esos muertos de hambre por hacerme eso, mientras más avanzaba me preguntaba ¿por qué? Y no obtenía respuesta en mi mente, nunca había hecho algo que implicara esto.
Gire el pomo y tome mi uniforme escolar de deporte, tenía claro que no iba a asistir pero era lo único que me podría cubrir todo el cuerpo.
Mi ropa interior, mi pants, mi camiseta y mi sudadera, de hecho me resultó cómodo estar así, pero había un problema, no podía dirigirme a su clínica a pie, tendría que pedirle ayuda a dar de baja el número de teléfono, bloquearlo por completo, y bajar a la biblioteca de papá, no pensaba ir en taxi otra vez.
La tortura de subir y bajar me hacía perder la paciencia, pero no era tan imposible moverme, así que busqué entre sus cajones la maldita combinación, la encontré entre los estantes que mantenían lo que aparentemente era un libro hueco que albergaba papeles importantes.
- Lo tengo - Hasya hablar me dolía pero con esfuerzo quite el gran cuadro de la pared y con cuidado introduje la combinación. Al abrirlo quede con la boca abierta, tenía dinero en efectivo, por montones, lo suficiente para un año, más sobres carta, una caja pequeña con llaves de autos y un arma. Solo me concentré en tomar lo que me importaba. El mío.
De nuevo no había señales de los chicos de seguridad, pero tenía desconfianza en salir, seguro mis amigos estarían marcando a mi teléfono, quería llamar a Verónica, pero tampoco quería que me viera asi, me preguntaría quién lo hizo y porqué. Y ni yo misma podría saber.
Corrí como pude a la cochera y hice todos los ajustes para que la rejilla de enfrente se abriera y me diera paso, miraba hacia todos lados, pero conducía firmemente, se me hizo una eternidad poder llegar, 20 minutos para ser exactos, el sitio recibía a cualquier hora, diferentes lugares de estacionamiento, al dirigirme a urgencias notó que su auto estaba aparcado en el fondo donde las luces no llegaban, así que yo coloqué el mío, agradecía y me maldecía a la vez de no haber hecho ayer por la noche, pero hoy me tomo 30 minutos encontrar la combinación, no tenía dinero y no podía pedir un taxi. Como buen paciente y con un poco de maña toque la puerta de su cubículo al no ver una enfermera cerca.
- ¡Enfermera, que le he dicho! - Se sorprendió de verme, o quizá de verme en aquel estado deplorable.
- Lauren, entra - Me empujó con cuidado dentro y cerró con el pestillo.
- ¿Alguien vino contigo? ¿Quién te hizo esto? ¿Fue apenas, traes el uniforme, quien fue?
Preguntaba tan rápido que no pude responder muy bien a todas, le bajé las manos en señal de que guardara silencio, toda la cabeza me explotaba.
- No lo sé, no sé quién fue, no sé porqué, y no aguanto este dolor ... - Me quejé y rápidamente me ordenó que me acostara con cuidado en su cama de revisión. Eso hacia que mi piel se estirara y que por obviedad también se frotara contra la tela de mi camiseta. - ¿Quien te lastimo así?
- Que no sé, ya te lo dije, vine aquí esperando que sigas guardandolo como secreto profesional no deseo que nadie lo sepa, comenzarían con preguntas
- Sabes que yo no diría nada. - Aclaro seriamente.

DANGEROUS TEMPTATION camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora