Capitulo 5

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Un trueno hace que mis ojos se abran de golpe. Asimilo los alrededores desconocidos mientras me llena la confusión. Ruedo de lado, buscando a Lily, y la veo en el moisés al lado de mi cama. Asomándome sigilosamente, la veo durmiendo pacíficamente. Miro por la ventana y recuerdo los acontecimientos de la noche anterior mientras observo caer la lluvia. Todo regresa. Harry, viniendo a mi rescate, llevándome a su castillo como un caballero de brillante armadura que viene a salvar a la damisela en apuros. No hubo promesas entre nosotros, ni de amor o lujuria, pero aun así, había algo allí. Una pisca de atracción, un invisible tirón acercándonos y por ahora era suficiente. No me encuentro lista para nada más y probablemente él no se encuentra dispuesto a darlo, pero sigue siendo más de lo que jamás hubiera esperado en mi situación. Entonces, ¿por qué mi estado de ánimo no refleja los pensamientos optimistas de mi cabeza? Por qué siento como si las gotas de lluvia que caen inestables frente a mi ventana, oscuras y sombrías, fueran desagradables. Es porque vivo una mentira, porque para Harry soy "Kelly" y Mia es solo una chica que dejé atrás en Florida. Alguien que dejé atrás al momento en que un diminuto puño rodeó mis dedos; es ahí cuando dejé de existir.

El único problema es que extraño a quien solía ser, perdí mi identidad y quiero compartirlo con Harry, quiero que conozca a la verdadera yo. Quiero ser capaz de decirle tanto de mi historia como pueda, llenar los vacíos de mi pasado y esperar que continúe dispuesto a quedarse. Aunque sea solo como un amigo... creo que puedo vivir con eso. La decisión está tomada. Ser honesta con Harry es mi única opción real. No puedo sentirme bien al aceptar su generosidad y hospitalidad de otra manera. Si Lily coopera con su horario normal, tengo alrededor de una hora antes de que se despierte para comer. Salgo del dormitorio y bajo las escaleras en busca de Harry. Las mariposas en mi estómago alzan vuelo, alertándome de cuán nerviosa me encuentro por venir a aclarar mi pasado y nada menos con un policía. Me doy una charla de apoyo mental, recordándome que tengo dieciocho años y nadie me puede obligar a volver a casa. Me digo que no necesito su aprobación ni aceptación; he llegado hasta aquí por mi cuenta, estoy segura de que puedo seguir adelante.

Cuando llego a la cocina, veo a Harry sentado junto a una mesa pequeña de estilo cafetería, bebiendo una taza de café. Me ve, nuestras miradas se cruzan y mi nerviosismo empeora. Mis sentidos se agudizan. Noto que hay algo mal. Parece frío, casi carente de emoción. Tal vez ahora que ha tenido la oportunidad de consultarlo con la almohada, de pensar sobre lo que realmente significa tenernos aquí, ha cambiado de opinión con respecto a ello. Haciendo de tripas corazón, me decido a dar el primer paso. Entro más a la cocina y le doy una sonrisa tímida.
—Buenos días —digo en voz baja.
Cierra los ojos y se frota el puente de su nariz con el pulgar y el dedo índice. Suelta un suspiro y me vuelve a mirar.
—Buenos días, Kelly... lo siento, quiero decir, Mia.
Al instante en que dice mi verdadero nombre, se me revuelve el estómago. Me siento mareada, como si pudiera desmayarme por el impacto de escuchar ese nombre viniendo de sus labios. Mi corazón comienza a chocar en mi pecho, imitando el sonido de las gotas de lluvia cayendo contra las tejas que cubren el techo
—Ese es tu nombre, ¿no? ¿Mia? —Mete la mano en su bolsillo trasero y saca algo que parece... un pasaporte—. Mia Reynolds de Winter Park, Florida —dice, arrojándolo sobre la mesa. Dispara dagas en mi dirección—. Encontré tu certificado de nacimiento y tu licencia.
La conmoción y el miedo empiezan a disiparse y mi sangre comienza a hervir. El enfado me domina; el hecho de que revisó mis pertenencias me hace sentir violada.
—¡Cómo te atreves a hurgar en mis cosas, Harry! ¡No tenías ningún derecho!

Un músculo salta en su cuello y sé que su nivel de ira coincide con el mío, pero me importa una mierda. Me encuentro lista para la batalla, mi temperamento saca lo mejor de mí.
—Eres una extraña quedándose en mi casa. Tengo todo el derecho.
—¡Me encuentro aquí porque lo querías tú! —grito, mi voz elevándose con cada palabra—. ¡Insististe, yo no pedí que vinieras a mi rescate! Tú lo quisiste.
Toma varias respiraciones profundas. Parece caminar por una línea muy fina entre el control y la locura total, pero me niego a dar marcha atrás.
—Quiero que te sientes y me digas que carajo ocurre
—¿O qué? —escupo, mi voz llena de desafío.
—Mia, que Dios me ayude. NO me pruebes —dice secamente, agotándosele la paciencia.
—Anoche dijiste que no era una criminal, pero ahora me tratas como una.
—No. No te trato como a una criminal, te trato como una mentirosa. Hay una diferencia.
—¡Hijo de puta! —grito y al mismo tiempo me lanzo por mi pasaporte en la mesa. Lo coge antes y con la mano libre, me agarra la muñeca—. Suéltame y dame mis cosas. Me voy.
—No vas a ninguna parte hasta que sepa lo que pasa aquí. ¿Esa niña de arriba siquiera es tuya?
—¡Qué! ¿Estás loco? —chillo, tirando de mi brazo—. No puedo creer que me estés preguntando eso. Por supuesto que es mía.
—Entonces por qué, ¿por qué mientes sobre quién eres y de dónde diablos hiciste todo ese dinero?

Strong |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora