Capitulo 6

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Ha pasado más de una hora cuando vuelve Harry. No bajo en seguida, solo me quedo en la espaciosa cama con Lily, relajándome y tratando de comprender los eventos de la mañana. Parte de mí tiene miedo de enfrentarlo, ver la desilusión en su cara porque sigo sintiéndome horrible por mentirle, pero a la hora de la verdad no me retractaría y eso me hace sentir culpable.
—¿Mia? —exclama Harry desde el otro lado de mi puerta—. ¿Puedo pasar?
Me siento en la cama y dejo escapar un suspiro, no estoy segura de estar lista para enfrentarlo en este momento, pero tampoco quiero ser grosera.
—Eh, sí.
Abre la puerta y se apoya en el marco. No puedo evitar mirar a sus brazos. Las curvas y líneas que forman sus músculos sobresalen de la manera correcta. Aparto la mirada y lo miro a los ojos, que en este instante es peor que mirar su cuerpo. Siento como si obtuviera un diminuto pedacito de él cada vez que los observo. Me siento atraída por ellos como una polilla a la luz. Aparto la mirada y la bajo a una Lily arrullada.
—Te compré un sándwich de huevo —dice—. Se está enfriando.
—Gracias —murmuro, metiendo un mechón de pelo detrás de mi oreja—. Bajo en un momento.
—¿Cómo está? —pregunta, señalando a Lily.
—Muy bien —le digo con una sonrisa, porque sé que es la verdad. Es cada vez más grande, hermosa y fuerte y todo eso tiene que ver conmigo. Cada duda, cada palabra negativa que mis padres me decían acerca de no estar lista para hacerme cargo de un niño, era falsa y me da una oleada de orgullo saber que he demostrado que se equivocaban, aunque nunca lo sabrán.
—Bien. Eso es muy bueno.

Regresa la inseguridad que sentí cuando tuvimos nuestra conversación esta mañana. No quiero que mi estancia aquí este llena de ira o rencor. Sé que le mentí pero mantengo la esperanza de que vea que la mentira era mi única opción en ese momento.
—¿Harry?
—Sí.
—¿Estamos bien?
Deja escapar un suspiro.
—Sí, Mia, estamos bien. Lo entiendo, ¿de acuerdo? —afirma, cruzando los brazos sobre el pecho. Se ve cauteloso, a la defensiva y no puedo dejar de sentirme un poco triste por eso—. Entiendo por qué lo hiciste. Eres mayor de edad, así que ni siquiera importa. Nada malo te pasó, has hecho un gran trabajo con Lily, y estás haciendo que funcione. Se acabó.
—Pero no confías en mí, ¿no? —pregunto, mordiéndome el labio inferior, y mostrando claramente mis nervios por su respuesta.
—¿Es necesario que confíe en ti? No soy tu novio ni tu padre.
—No, pero eres mi amigo.
—Amigos, ¿eh? —pregunta, levantando una ceja—. ¿Confías en mí?
Aparto la mirada, mirando al pasillo en lugar de a él. Lo sabe, me conoce lo suficiente como para saber que no confío en él. No confío en nadie, y sé que soy una hipócrita por querer que confíe en mí cuando no puedo hacer lo mismo. Que soy incapaz de hacerlo porque la vida me ha enseñado que confiar en la gente no te da nada, más que un corazón roto y herido. No me gusta estar así de hastiada a los dieciocho años, haber sentido tanto dolor a través del curso de la vida, pero si tengo que elegir confiar en alguien, elegiría a confiar en él.
—Está bien —dice, sacándome de mi pena—. Puedo vivir con la amistad. — Se aleja del marco de la puerta y me lanza una sonrisa antes de marcharse.

Harry cuida de Lily mientras desayuno y tomo una ducha; es extraño que haya alguien cerca para darme un descanso y no tener que apresurar estas tareas aparentemente normales, aunque solo sea por un cuarto de hora. No quiero aprovecharme de él, pero Dios, se siente bien tener un poco de tiempo para mí. Después de la ducha, salgo de mi habitación en busca de Harry y Lily. Paso una puerta abierta en mi camino al piso de abajo y los encuentro en el dormitorio junto al mío. Lily está en su moisés, mientras que Harry está sentado en el suelo con una caja de herramientas, montando una cuna. Me siento confundida por la escena que tiene lugar frente a mí. Parece natural pero equivocado, una contradicción
—Ah, ¿qué haces? —pregunto.
—Hola, estoy armando esta cuna para Lily. Pensé que sería bueno para ella tener un lugar para dormir mientras esté aquí.
—¿Le compraste una cuna? —pregunto; la incredulidad evidente en mi voz. Por qué habría de comprar algo tan permanente como un mueble para Lily cuando solo vamos a estar aquí unos días. No estoy segura de qué hacer con el gesto, pero Harry parece hacer de confundirme una forma de arte. Desde el día que lo conocí, cada interacción con él me deja cada vez más confundida sobre sus intenciones.
—Umm.
—Harry, no puedo aceptar esto. Tienes que devolverlo. —Trato de sonar firme, pero me mira molesto por el hecho de que protesto por su generosidad.
—Relájate, Mia. Lo compré en una tienda de segunda mano por prácticamente nada. Puedes llevártela cuando te vayas. Está creciendo, no va a caber para siempre en un moisés.
Tiene razón pero no me gusta la idea de aceptar la caridad, sobre todo de él. Necesito desesperadamente que me vea tan capaz como alguien que puede cuidar de sí misma.
—Muy bien, pero te voy a pagar por ello.
Deja de hacer lo que está haciendo y me mira. —Es un obsequio.
—No necesito tu regalo —lo desafío.
—Ahh, pero no es un regalo para ti, sino para Lily —declara con una mirada de suficiencia en su rostro.
—¿Siempre eres tan controlador?
—Sí —confirma y continúa trabajando en la cuna de nuevo—. ¿Siempre eres tan irritante?
—Sí... ¿Al menos puedo ayudarte?
—Eso sería genial. ¿Por qué no sostienes esa pieza de allí por mí? Se conecta a la barandilla.
Me muevo rápidamente, tomando la pieza que necesita y me arrodillo en el suelo junto a él.
—Así que ahora que sabes mi historia, ¿qué hay de la tuya?
—¿Qué hay de mí?
—¿Cuál es tu historia? —pruebo, tratando de conseguir que se abra un poco para mí. Tal vez entonces el hecho de que he confesado mi pasado no va a parecer gran cosa
—No hay historia, solo soy un tipo promedio.
—No sé nada de eso. Creo que todos tenemos una historia, Harry. Puedo jurar que lo escucho gemir.
—Yo no.
—Está bien. ¿Tienes novia? —pregunto con indiferencia, sin querer dejar que su respuesta me importe de una u otra manera. No debería importarme, nada bueno puede resultar del hecho de que desarrolle sentimientos fuertes por Harry; el enamoramiento que me he admitido a mí ya es bastante malo.
Me mira a los ojos y sonríe.
—No, no tengo novia.
Puedo sentir el rubor alcanzando hasta mis mejillas. Por qué su reacción me avergüenza, no tengo ni idea. Cambio el tema tan pronto como puedo.
—¿Qué hay de tu familia?
—¿Qué pasa con ellos?
—Esto es como hablarle a la pared. ¿Dónde están, viven cerca?
—Sí —dice con una sonrisa—. Están cerca. Mis padres viven en la misma casa donde crecí, a un par de pueblos de distancia. Mi hermana vive a quince minutos de distancia y mi hermano, en la ciudad de Nueva York.
—¿Son cercanos?
—Sí. Mucho.
—¿Qué piensan de que te convirtieras en policía?
—No era lo que querían para mí, pero... están orgullosos de todos modos.
—Debe ser aterrador para ellos, ¿eh?
—Imagino que a veces les da miedo, pero saben que tengo mucho cuidado y no tomo riesgos innecesarios.
—Bien.
—¿Alguna otra pregunta, detective?
—Jaja. Eres un cómico habitual.
Por primera vez en el día, siento un poco de esa química, esa atracción que perdura entre Harry y yo.
Él se pasa el resto del día haciendo diversas cosas en la casa y hago mi mejor esfuerzo para no molestarlo. Todavía no estoy segura de cómo actuar con él o cómo vagar libremente alrededor de su casa sin sentirme incómoda. La mayoría del tiempo estoy en mi habitación; leyendo un libro con Lily a mi lado, hasta que viene para decirme que la cena está lista.

Strong |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora