Capitulo 7

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Harry trabajó la mayor parte del día de ayer, dejándonos solas en su casa. Me colé en su computadora y pedí una copia del certificado de nacimiento de Lily, luego pasé el resto del tiempo viendo la televisión por cable, configurando mi cámara y lavando la mayor parte de nuestra ropa. En el momento en que él llegó a casa, yo ya me encontraba dormida. Fiel a su palabra, instaló un monitor de video en la habitación para que pudiera ver a Lily mientras dormía en su cuna. Una cuna, que después de una cuidadosa inspección, parece ser de un material nuevo y no de segunda mano. Un hecho que fue comprobado cuando me encontré con la caja vacía para dicha cuna en el sótano, mientras buscaba el cuarto de lavado.
También encontré el recibo por el colchón de la cuna, la ropa de cama y el monitor de bebé. Cada vez que creo que he visto el nivel de consideración de Harry, me sorprende con algo más. Noto que mi guardia cae un poco más cada día y me asusta terriblemente. Es difícil entender el miedo de otros, pero para mí, "confianza" es el más grande de todos ellos. Confiar en alguien significa ser débil y vulnerable, y me prometí que nunca volvería a ser ninguna de esas cosas. Después de una larga ducha caliente, me seco y me cubro con una toalla blanca de felpa. Decido echar un vistazo a Lily para ver si sigue dormida. Uso la puerta que conecta con su dormitorio y la abro lentamente, para no despertarla si continúa dormida. Entro silenciosamente en el cuarto, y me detengo en seco cuando observo lo que está delante de mí. La luz temprana del sol ilumina desde la ventana, haciendo destacar a Harry que se encuentra sentado en una mecedora vieja y balanceando a Lily. Tiene una mirada somnolienta en su cara, su pelo corto está un poco desaliñado, y la sostiene como si fuera una segunda naturaleza.
Algo dentro de mí se remueve al verlos juntos, haciendo que me derrita un poco. La mira con amor y ella se aferra a su dedo inocentemente y, por un segundo, me permito creer que encajan. Que no está totalmente fuera del ámbito de posibilidades que un tipo como Harry acepte a una chica como yo y ame a una niña como Lily. Nunca voy a entender la afición de Harry  por cuidar de los demás, tal vez porque nunca tuve a nadie que me cuidara, no de una manera real. Todavía no se ha dado cuenta de mi presencia, así que vuelvo corriendo a mi habitación y agarro la cámara que me dio. Preparo el objetivo y tomo unas cuantas fotos de ellos juntos. El sonido del obturador le advierte de que estoy aquí.
La comisura de su boca se curva hacia arriba en una casi sonrisa.

—Hola —susurra. Su rostro enrojece un poco y creo que lo pude haber avergonzado al tomar la foto, pero luego atrapo su mirada vagando por todo mi cuerpo y me doy cuenta de que probablemente la causa es mi estado casi desnudo. De repente soy muy consciente de que mi atuendo consiste en nada más que una toalla.
—Mierda, lo siento. —Hago una mueca, retrocediendo lentamente—. No sabía que estarías aquí y luego los vi y pensé en tomar una foto. Me olvidé de que acababa de tomar una ducha.
Succiona su labio inferior, inclina la cabeza y me mira fijamente.
—Normalmente no me paseo en una toalla —divago, sacudiendo la cabeza. Sueno como una idiota, pero estoy mortificada y no sé qué más decir.
—Eso es una lástima —responde con una sonrisa maliciosa.
Sus palabras provocan una reacción que no estoy del todo acostumbrada. Mis pezones traidores se tensan y se ponen erectos bajo la toalla, mi piel empieza a sentir un hormigueo y me siento ruborizada por todas partes. Estoy segura de que me veo como un ciervo asustado por los faros, pero tengo muy poco control sobre mi cuerpo en este momento. Lo oigo reírse cuando me apresuro a mi propia habitación, cierro la puerta y me cambio rápidamente en un par de pantalones negros de yoga elásticos y una camiseta gris oscura. Después de golpearme mentalmente por ser tan estúpida, vuelvo a la habitación de Lily al tiempo que Harry la pone boca arriba en su cuna. Continúo sorprendida por lo natural de su comportamiento, es como si la hubiera estado cuidando desde el principio. Se da vuelta y me mira desde el otro lado de la habitación.
—Veo que te has cambiado por algo más cómodo.
—Sí, lo siento por eso —contesto, encogiéndome de hombros—. No pensé que estarías aquí.
Se pasa la mano por su pelo corto.
—No podía dormir. Ella lloraba —dice, señalando la cuna—, así que vine a ver cómo se encontraba. Oí la ducha, entonces, pensé que podría cogerla para ayudarla a calmarse hasta que hubieras terminado.
—Gracias. —Miro la habitación y me fijo en la última pieza del mobiliario, la mecedora muy blanca con cojines a juego. Mis labios se estiran en una sonrisa brillante—. Entonces... —bromeo—. ¿De dónde viene la mecedora
Devuelve mi sonrisa y niega con la cabeza.
—De la cochera de mis padres.
—Sabes que estamos aquí solo por un corto tiempo, ¿verdad?. Ríe.
—Lo sé. Lo sé. Puedes tomar todas estas cosas cuando te vayas. Me haría feliz saber que Lily tiene lo que necesita.
No puedo mirarlo a los ojos. Su generosidad es difícil de aceptar y no me gusta el hecho de que, en estos momentos, estoy a su merced. Me encuentro en guerra conmigo misma, ansiando mi independencia, queriendo ser capaz de hacer lo que debo como una adulta sin tener que depender de nadie. Al fin empezaba a sentir que lo lograba cuando se produjo el asalto y descontroló todo. Ahora siento que estoy de vuelta en el punto de partida. Por otro lado, parece que todavía me encanta la sensación de estar aquí en la casa de Harry, bajo su cuidado. Recuerdo que tengo que trabajar en la guardería mañana y que el transporte puede ser un problema.
—Harry, tengo que trabajar mañana y...
—¿Qué? —insiste.
—Bueno, la guardería se encuentra a poca distancia de mi apartamento. Este está mucho más lejos y no tengo un coche. —Me siento como una perdedora al decirle esto. Tenía un coche en casa, uno bonito y nuevo que dejé cuando me fui. No me arrepiento de la decisión, pero Dios, ese coche sin duda me vendría bien en estos momentos.
—Ahh. Cierto —dice, dándose cuenta.
—Quiero decir, si hay un autobús cerca debería estar bien.
Pone su mano en su cadera y mira por la ventana un momento.
—Alista a Lily y nos vemos abajo.
Entorno los ojos, dándole mi mirada más confundida. —¿A dónde vamos?
—Te voy a llevar a conseguir una licencia de Pennsylvania.
—¿Cómo me ayuda eso sin un coche? —pregunto, confundida por el rápido giro de los acontecimientos.
—Confía en mí —comenta mientras camina junto a mí, dejándome de pie en la habitación de Lily.
Confianza... Esa palabra otra vez. ¿Soy capaz de confiar en alguien, de confiar en Harry? Parece digno, pero si hay algo de lo que estoy segura es que las personas no siempre son lo que parecen.
Unas horas más tarde, Harry y yo salimos del departamento de vehículos con mi nueva licencia en la mano. Pone a Lily en su asiento de seguridad en la parte trasera de su camioneta mientras yo observo. Cierra la puerta y me tira las llaves. Apenas las atrapo y lo contemplo con lo que se está convirtiendo en una familiar mirada perpleja y niego con la cabeza.
—Estás lista. Llévanos a casa, Jefa.
—¿Quieres que nos lleve a casa con tu camioneta?
—Si —dice asintiendo lentamente—. Eso es lo que dije. Tengo otro coche en mi cochera. Si puedes conducir mi camioneta sin incidentes, voy a dejártelo utilizar para ir a trabajar.
—¿Hablas en serio?
—Sí, lo necesitas para ir a trabajar, tengo un coche extra... Llévanos a casa en una sola pieza y queda a tu disposición. Así de simple. —Se parece a un sargento más de lo normal, pero no me importa. Me emociona ser capaz de conducir.
—A veces, creo que estás completamente loco —digo, rodeando el coche y entrando al asiento del conductor. Lo enciendo y me pongo el cinturón de seguridad, Harry hace lo mismo.
—No estoy loco, Mia. Solo intento ayudarte, y creo que necesitas alguien a quien puedas acudir en busca de ayuda, tanto si lo admites como si no.

Lo saco del estacionamiento y me dirijo a la carretera, sin responder a su última declaración. La última vez que pedí la ayuda de alguien, me obligaron a dar en adopción a mi hija. Eso no quiere decir que no he conocido a buena gente desde entonces: Kelly, la enfermera, que me ayudó a salir del hospital con Lily. Sarah, por darme un trabajo y sí, Harry. Ha sido increíble, y por eso me resulta muy difícil entender por qué. No siempre fui tan cínica, pero a veces la vida tiene una manera de vencer tu optimismo.
—La gente no suele hacer cosas buenas por los demás sin esperar nada a cambio.
—¿Qué podría querer a cambio? —Se acerca y apaga la radio. Bajo la mirada hacia su mano, e imágenes de él tocándome con esa misma mano llenan mi cerebro, lo cual es extraño porque normalmente pensar en que alguien me toque es repulsivo.
Oh Dios mío, ¿en qué pienso? Tener un enamoramiento por Harry es una cosa pero que realmente me guste la idea de algo más, de llevar mis sentimientos por él más allá del punto de algo inocente, es demasiado exagerado.
—Yo... eh... Todavía intento averiguarlo. —Alejo mis pensamientos inapropiados de Harry y enfoco mi atención a la conducción.
En mi visión periférica puedo verlo sacudiendo la cabeza.
—¿Es así como te sientes acerca de mí?
Dejo escapar un suspiro exasperado de "no lo sé". ¿Qué quiere que diga? No puedo entender por qué me ayuda, por qué asegurarse que Lily y yo estemos a salvo es tan importante para él, o por qué tengo tantas ganas de creer en él. ¿He estado tan hambrienta de afecto?
—Estás mintiendo —espeta, apuntándome con su barbilla—. Sabes que soy un buen tipo, simplemente no puedes admitirlo.
—Quizás. —Reconozco con una sonrisa—. Aun así, estoy segura de que no puedes esperar para deshacerte de nosotras. En tan solo unas pocas semanas ya no te molestaremos y luego puedes volver a una vida de soltería.
—¿Soltería? —Lanza la cabeza hacia atrás y ríe—. Guau, ya me conoces ¿no? Una mujer diferente cada noche de la semana.
Agarro el volante hasta que mis nudillos se vuelven blancos y trato de enmascarar el ceño fruncido que intenta formarse en mi cara. Pensar en diferentes mujeres con Harry todas las noches despierta algo en mí. Me siento como un niño a punto de tener una rabieta. De hecho, estoy loca de celos, una emoción que nunca he experimentado.
—¿Qué te hizo mi camioneta, Mia? Puedes relajar el agarre de muerte que tienes sobre el volante.
—Uf, estoy concentrada —contesto, restando importancia a su comentario.
—Tengo un trabajo muy exigente. —El humor se ha ido de su voz—. No tengo mucho tiempo para encontrar pareja, y apenas llevo una vida de soltería. Quiero lo mismo que todos los demás.
—¿Y qué es eso?
—Encontrar una mujer a la que ame, establecerme, construir una familia.
—Ese es un bonito sueño —digo en voz baja, sin apartar los ojos de la carretera en frente de mí. Por supuesto que un día quiere su propia familia. ¿Por qué iba a querer estar atado a una chica y su niña cuando podría tener su vida perfecta?
—¿Tienes un sueño similar?
Hace un año tenía muchos sueños: soñé con ir a la universidad, comenzar una carrera y crear una vida para mí, aparte de mi familia. Soñaba con encontrar un hombre increíble y enamorarme. Todos los sueños de una niña que le fueron brutalmente arrancados.
—Mis sueños ya no importan. Todo lo que puedo hacer, es asegurarme que Lily tenga la oportunidad de hacer sus sueños realidad.
—Eso no es cierto. Eres joven, puedes hacer lo que quieras.
—¿Cuántos años tienes, Harry?
—Tengo veinticuatro. ¿Por qué?
—A los veinticuatro años tienes dos coches, una casa y una carrera. Lo que no tienes es la falta de un título universitario, un apartamento en ruinas, y un bebé. Puedes hacer lo que quieras. Yo no —digo, sabiendo muy bien que me quitaron mis opciones y mis manos están atadas. Recuperé lo que pude el día que cogí a mi hija y salí corriendo. Recobré un poco de control pero también me inscribí en lo que promete ser una vida muy difícil.
—¿Qué es lo que quieres? —El tono de tristeza vuelve a su voz.
—¿Sabías que había hecho mi elección de universidad?
—Todavía puedes ir a la universidad, Mia. Tal vez solo llevará un poco mas de tiempo, pero puedes hacer que suceda. Hay programas para personas con niños y familias —dice las palabras, pero no estoy segura si las cree él mismo. En realidad no. Está diciendo lo que debe, palabras para motivarme e inspirarme, pero en realidad, ¿puede una madre soltera de dieciocho años llegar a cumplir todos sus sueños más salvajes?
—Mi enfoque ha cambiado. No hay nada malo en ello.
—No, no hay nada malo en ello, siempre y cuando sea lo que quieres —dice, al tiempo que giro en el camino de entrada.
—¿Entonces? ¿Pasé? ¿Puedo usar el coche para el trabajo?
—Sí. Lo hiciste muy bien, pasaste con gran éxito —dice, haciéndome sentir agradecida de que me permita abandonar el tema anterior.

Strong |HS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora