Cap. 14

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—¿Por qué no les dices cómo lo hiciste?

—No hice nada—, repitió por quinta vez mirando a Peter que insistía en que ella tenía algún truco.

—Te va a sacar de la clasificación Al...-

—No me va a sacar de la clasificación.

—Entonces, no crees acaso que tiene algún truco para hacerlo tan bien. Lo hizo en un mínimo de tiempo—, Peter la miró fijamente, antes de irse chasqueó la lengua—. Dile a tus amigos.

—¿De que habla? ¿Se puede pasar más fácil?

—No—, dijeron a la vez mirando a Al. Esta vez solo Tris habló: —Te juro que no estoy haciendo nada.

( . . . )

Y como todos los días, entró en la simulación y salió al cabo de un rato.

Esta vez sólo vio un miedo. El peor de todos, a diferencia del día anterior que había visto tres más.

Era su padre y su novia. La golpeaban tanto que llegaba a escupir sangre.

Contó siete miedos en total.

—¿Cómo hiciste... para librarte?

—¿De ellos?—, jadeó apoyando sus codos en sus rodillas, aún sentada—. Sólo actué como si estuviera muerta.

Con un asentimiento se acercó a ella, mirándola.

—¿Cuál fue tu resultado en tu prueba de aptitud?

—Osadía—, se encogió de hombros ocultando la rigidez de su cuerpo.

—Osadía. No te creo—, chasqueó su lengua—. Creo que me mientes.

—¿Por que te mentiría...?

—Te lo preguntaré una vez más: ¿Cuál fue tu resultado en tu prueba de aptitud?

—Osadía—. Insistió esta vez un poco más relajada.

—Bien. Puedes irte—, se resignó acercándose nuevamente a la pequeña mesa. Ella se levantó y caminó a la puerta, antes de salir Cuatro llamó su atención—. Val, para que lo sepas. Un Osado no fingiría su muerte.

Lo dijo de una forma que casi sonó como si se lo dijera por experiencia propia. Como si él conociera la situación.

( . . . )

Caminaba sola por los pasillos de Osadía, era en la tarde así que tenía el resto del día libre. Ya todos habían acabado con sus simulaciones por entonces así que veía a los iniciados por todas partes. Ese día no se sentía con ánimos de hablar con nadie, sólo quería caminar sola. Estar sola, aun mejor.

Y como les tenían prohibido a los iniciados salir de los complejos si no iban acompañados de algún Osado; sólo le quedaba pasearse por los pasillos que ya conocía de memoria.

Aún así no es que le importaran mucho las reglas, podía irse, subir al tren, pasearse por la ciudad; justo como lo había hecho Tris hace unas horas.

Cuánto se puede demorar. No es que haya ido a visitar a los Cordiales al otro lado de la ciudad, ¿o sí? Pensó desesperada, pues le había dicho a Tris que vigilaría la puerta por la que entraría.

Y ya cansada de dar vueltas en el mismo pasillo una y otra vez, caminó hasta el Abismo. Daría un paseo por allí, estiraría las piernas y tal vez -por qué no- se quedara un tiempo.

A la mierda. La esperé por horas y no apareció. Cumplí mi parte. Se dijo a sí misma para aligerar el cargo de consciencia, que a pesar de ser mínimo, estaba presente.

Sólo escuchaba el rugido del agua furiosa golpear contra las rocas, a veces esta salpicaba sus pies o incluso llegaban gotas de agua a sus manos.

Se sentó en el borde, con sus pies colgando por este, miraba sus manos apoyadas en su regazo. Tenía su mente en blanco.

Escuchó murmullos venir de un pasillo cercano, intentó ignorarlos pero los seguía escuchando cada vez más fuerte. Pensó que tal vez había escuchado a Uriah, aunque pudo ser alguien más pues el sonido del agua de fondo distorsionaba las voces.

Caminó hasta el pasillo, hallando este en completa soledad. Se recostó sobre una pared para quitar sus botas pues estas ya estaban empapadas y le molestaba la sensación en sus pies. Al quitarlas las tomó en sus manos y empezó a caminar otra vez hacia el Abismo.

Tres pares de manos la envolvieron en menos de nada. Unas alrededor de su boca cubriendo sus gritos desesperados y aterrados, unas atraparon sus brazos y otras sus piernas.

Luchaba con todas sus fuerzas para poder soltarse pero era inútil.

—Vaya que la Hippie está buena...

Es voz... la conocía. Sí. Pero... de dónde.

—Acabemos con esto. No te distraigas.

Debido a la fuerza que ejercían sobre ella y a la lucha que ella les estaba dando, terminó rompiendo la camisa de manga corta que usaba, y para su poca suerte esta tenía un escote bastante pronunciado, lo cual "explicaría" el comentario inapropiado.

Un par de manos se pasearon por su cuerpo, tocando su pecho, su espalda, sus piernas, su trasero, su cintura. La tocaron completa y no podía sentirse más asqueada.

Su camisa apenas cubría su sostén y parte de su estómago. Las manos apretaban con fuerza su cuerpo, seguramente dejarían marcas. Su cuerpo se balanceó por el borde del Abismo.

Antes de caer por este, sintió un tirón con fuerza que la hizo caer lejos de la orilla. Golpeó su cabeza por el impacto, sin hacerse mucho daño, pero su vista se nubló un poco. Vio a un hombre luchar contra los otros tres que la habían atacado.

Agradeció infinitamente que hubiera estado cerca.

Les había dado una paliza.

Un olor bastante peculiar llegó a sus fosas nasales. Lo conocía. Le encantaba ese olor... era... era el perfume que usaba Cuatro.

—Vamos—, la ayudó a ponerse de pie, y se la llevó por los pasillos con un brazo envuelto alrededor de ella en forma protectora. Había tomado un camino que ella no conocía.

Él abrió una puerta, ingresaron por esta, él cerró a sus espaldas y la condujo por el lugar que se encontraba en completa oscuridad.

La hizo sentar en una superficie blanda que no reconoció al instante sin embargo cuando él encendió una pequeña lámpara a su costado, vio que era una cama doble.

Si este es su departamento, esta es su cama. Razonó intentando tragarse el miedo que aún sentía. Muy grande sólo para uno.

Él se alejó de ella, encendió las luces a su paso, dejando por fin ver el lugar mejor. Cuando volvió, tenía una sudadera en sus manos.

—Usa esto—, se la entregó. Al tomarla notó que era bastante grande y seguramente llegaría a verse ridícula usando algo tan grande. Pero no le importó porque él estaba siendo amable, porque le estaba ayudando y porque estaba muerta de miedo.

Al ponérsela sintió ese olor nuevamente inundar sus pulmones. Admito que esto sirve mejor que el suero de la paz de Cordialidad. Pensó, mirando lo pequeñas que se veían sus manos que sobresalían apenas por las mangas.

Cuatro le sonrió con dulzura.

-V

Bad Guy || Tobias Eaton (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora