Habían vuelto al departamento de Cuatro. No se le hizo extraño que no hubiera dicho nada desde que salieron de la simulación.
Pero mostraba una actitud casi hostil.
Hacía unos minutos él estaba en el balcón, mirando quién sabe qué o sólo pensando. Pero ella ya se había cansado de estar sentada sobre la cama mirando una pared fijamente, preguntándose cuándo entraría. No se sentía cómoda hurgando entre las cosas del muchacho y mucho menos paseándose por el departamento de él como si fuera el suyo.
Decidió ir a hacerle compañía.
—Cuatro. Cuatro miedos—, apareció a su lado, y por primera vez en su vida fue cordial al hablar.
—Entonces y ahora. Nunca cambian—, dijo él quitando su vista del cielo para posarla en ella—. Yo entro todo el tiempo pero nunca los supero.
El silencio los invadió. Mordió su labio algo nerviosa por lo que estaba a punto de hacer.
¿Qué podría perder?
—¿Te pregunto algo?—, lo miró con una pequeña sonrisa traviesa surcando sus labios.
—Claro—, él la miró con un brillo especial en sus ojos.
—¿Qué es tu tatuaje?
Volvió a morder su labio inferior con algo de vergüenza, sus mejillas tomando un color rojo bastante notorio a pesar de la poca iluminación. Un escalofrío la recorrió pues el viento soplaba y ese día había estado usando un pantalón bastante corto, junto a la sudadera de Cuatro.
Él sonrió juguetón, mordió su labio unos segundos antes de mirarla.
—¿Quieres verlo?
Ella asintió, sus mejillas poniéndose aún más rojas al sentir la mirada de Cuatro sobre ella.
Él se giró, dándole la espalda, quitó su camisa, dejando a la vista el gran tatuaje que cubría toda su piel y que pretendía cubrir varias cicatrices.
Aunque no fueran muy notorias debido a la tinta, ella las vio... Las vio porque sabía lo que era tener cicatrices así. Conocía su dolor, su miedo.
Era una columna, justo sobre sus vertebras, en la cima de ésta estaba el símbolo de Osadía, abajo el de Abnegación, estas dos más grandes que las otras tres, y tenía sentido. Su refugio, su hogar, Osadía, y luego su lugar de origen, su primera casa, Abnegación. Luego el árbol de Cordialidad, la balanza de Verdad, el ojo de Erudición.
—Es fabuloso—, pasó sus dedos sobre la espalda del muchacho. Él sintió un escalofrío recorrerlo—. Son las facciones, ¿por qué las tienes todas?
—No quiero ser una sola facción. No puedo—, miró sobre su hombro a la muchacha que parecía estar cada vez más interesada en lo que él decía—. Quiero ser valiente, quiero ser altruista, inteligente, honesto, amable. La amabilidad me cuesta un poco.
—Nadie es perfecto...-
Él se giró para encararla. Tenía una sonrisa juguetona en sus labios y un tono rojizo surcaba sus mejillas. Ella estaba totalmente sonrojada, y en cuanto vio la sonrisa del muchacho, sonrió ella también.
Cuatro se acercó, tomándola de la cintura con una mano para juntar sus cuerpos y con la otra mano tomó su nuca; juntó sus labios en un beso que ambos ansiaban. Era un beso cálido, necesitado sin llegar a ser agresivo... era una declaración.
Pasó sus brazos por el cuello del moreno, juntando aún más sus cuerpos, evitando que se separaran. Sintió sus piernas temblar de deseo y nervios. Estaba parada en las puntas de sus pies pues él era un poco más alto que ella.
Él paseó sus manos por su cintura y su espalda, delineando su figura. La apreciaba, la disfrutaba.
Una alarma se encendió en su sistema. Y no porque creyera a Cuatro aprovecharse de su debilidad. No. Fue fruto del instinto y de los recuerdos que seguían frescos, cuando casi es lanzada por el borde del Abismo.
Se separó delicadamente de él. Cuatro mordió juguetonamente su labio al separarse, con una sonrisa en su cara. Se acercó para rozar sus labios nuevamente.
—No quiero ir tan rápido—, se excusó juntando sus frentes, sintiendo el aliento cálido de Cuatro golpear contra su mejilla.
—No importa—, dijo suave con una sonrisa en su cara. Era ese tipo de sonrisa que no se borra aunque quisiera, una sonrisa genuina—. Ya tengo mi lugar en el suelo.
Ambos rieron, con sus cuerpos juntos, compartiendo el calor el uno del otro. Disfrutando por fin haberse dicho todo lo que querían decirse... sin usar ni una sola palabra.
( . . . )
"—Aléjate, rara. Lo único que haces bien es el mal.
—Dañó mis juguetes , Mack—, lloró una niña corriendo hacia su hermano.
—¡Mira lo que hiciste!—, reprendió su padre alejándola del grupo de niños que seguían jugando—. Mira la cara de esa mujer, ahora mira a su hija. ¿Acaso no ves lo decepcionadas que están?—. Apretó las mejillas de la menor con fuerza.
Dejará marca.
—Yo... yo no quise hacerlo...-
—No me digas que no quisiste hacerlo. Siempre quieres hacerlo. Y terminas estropeándolo todo, mocosa insolente—, tiró de su brazo lejos de todos los Cordiales, se internaron en un pequeño bosque cerca de los cultivos.
Tomó una rama de un árbol: —De rodillas.
Obedeció.
Lo siguiente que sintió fue la rama estrellarse contra su espalda. Dos, tres, cuatro, cinco veces, también golpeó su rostro, ahora sangre escurría de su nariz; hasta que ésta cedió y se partió en pedazos. Su padre le tendió su chaqueta.
—Limpia tu cara, y ponte eso. Nos vamos a casa—, la camisa blanca que estaba usando ese día estaba totalmente sucia. Pero ella sabía que no había terminado, que la sangre que escurría por su espalda era solo el inicio.
Mis rodillas están llenas de moretones por tu culpa, mi nariz tiene sangre y mi espalda cicatrices. ¿Mamá, por qué nos dejaste?, la pequeña niña pensó siguiendo a su padre".
Despertó sobresaltada, con la respiración agitada y lágrimas mojando su rostro. A pesar de tener la visión algo borrosa por haber despertado de improviso, pudo ver a Cuatro acercándose a ella.
Olía bien, usaba la misma colonia de siempre, tenía el cabello aún húmedo lo que le daba un aspecto casi salvaje.
Acaba de salir de la ducha. Pensó casi con envidia, pues en los dormitorios jamás se podía tomar una ducha decente y privada.
Limpió todo rastro de aquel recuerdo entre sueños, y le dedicó una sonrisa perezosa.
—Despertaste—, se sentó en el borde de la cama, posando una de sus manos en su cintura cubierta por cobijas.
—Buenos días—, murmuró, su lengua aún dormida.
—Quiero mostrarte algo—, él le sonrió y se alejó para ir por su chaqueta. En menos de nada ella ya estaba usando sus botas y una nueva sudadera cortesía de Cuatro.
Caminaron por un lugar que no conocía, subieron escaleras hasta llegar al techo.
Cuatro sacó de uno de sus bolsillos un pequeño contenedor. Sabía qué era eso. Suero.
Pero, ¿Suero de qué? El de la paz no se ve así, el de las simulaciones tampoco. Rebuscó en su mente algo que se le asemejara: sin éxito.
—Es Erudición—, dijo mirando a donde Cuatro le señalaba.
—Vienen todos los días—, explicó—. Traen nuevos cargamentos a diario, computadoras, suministros y esto. Pero con lo que llevan... harían un ejército.
—Tris mencionó algo de eso—, habló rápida y torpemente—. Dijo que Erudición planea atacar Abnegación. Me pareció ridículo así que no le puse atención pero esto... esto cambia todo.
-V
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Bad Guy || Tobias Eaton (1)
Fanfiction[Terminada] Primer libro de la saga: "Young, Broke & Infamous" En las noches se escabullía fuera de los complejos de su facción, subía al tren que usaban los de Osadía y bajaba cerca de los edificios de Erudición; y al final regresaba caminando has...