1K 77 42
                                    

Katherine Bishop


Kate B:
Hola, Nat!
¿Cómo estás?

Natasha:
Hola, Kate. Bien, ¿y tú?

Kate B:
Bien, bien.
Oye, Clint me contó que vas al casamiento y me preguntaba si ya tienes vestido o lo que sea que vas a usar. Porque yo no tengo y si tú no tenías, pensé en que podemos ir juntas a ver alguno.

  Natasha Romanoff tuvo que leer el mensaje dos veces para comprenderlo, y aún así no lo hacía. La espía estaba todavía metida en su cama, se había despertado cerca de las cinco de la mañana y como supo que no iba a poder volver a conciliar el sueño, encendió la televisión de su habitación. Había encontrado de casualidad una serie que terminó siendo la razón por la cual se mantuvo debajo de sus sábanas hasta esa hora. Su gato Liho estaba acurrucado a unos centímetros de ella. No solía estar tan cerca, pero no la veía hace varios días y esa era su forma insípida de demostrar cariño. Frunciendo el entrecejo, con su pelo despeinado, aún con el pijama y confusa, la rusa estaba sosteniendo el celular a la altura de su rostro símplemente viendo la pantalla. Luego escribió:

Natasha:
No sabía que ibas a ir.

  Y por unos segundos, que a la pelirroja se le antojaron bastante largos, Kate no respondió. No la estaba viendo, pero podía sentirla vacilante, también tan desconcertada como ella. Parecía que habían perdido la línea de una conversación que apenas empezaba.

Kate B:
¿Clint no te avisó?

Natasha:
No, no me dijo nada.

  Ahí estaba esa maldita sensación otra vez. Desagradable. A Natasha no le gustaba para nada, porque no le gustaba sentirse perdida, olvidada. Sentía que la corriente se la llevaba para un lado diferente de los demás. Otra vez descubría que Barton no le contaba ciertas cosas. Otra vez comenzaba a dudar de ese hombre, cuando la duda nunca se hacía espacio entre ellos. Era inexistente. Ahora parecía que se estaba volviendo uno más en ese grupo de amigos. 

  Kate no tardó en responder.

Kate B:
Qué raro.
¿Quizá no te lo dijo a propósito?
O por ahí se olvidó, ya sabes como es él.

  Natasha Romanoff sabía perfectamente como era Clint Barton, y así como actuaba últimamente no era. El arquero actuaba anormal, distinto. O algo le estaba pasando o estaba cambiando, cosa que no tenía coherencia. Barton no era de la clase de persona que cambiaba abruptamente; así como lo conoció ni bien lo vio, así fue durante todos esos años de amistad.

  La idea de cambiar para él lo agotaba, se lo había dicho. Por eso siempre vivió en el mismo departamento que consiguió ni bien llegó a la ciudad, por eso se esforzó por mantener el mismo trabajo desde que lo consiguió hace ya tantos años, por eso sostuvo la misma relación con sus compañeros y por eso no se molestó en sumar nuevo mejores amigos a su vida. Con las dos amigas que tenía, que cada una era demasiado cercana su manera, era suficiente. «Como si tener a una arquera y una espía rusa no fuera suficiente». Eso también se lo había dicho.

  La espía desconfió, sospechó, pensó. Dudó. Quizá no había que darle tanta vuelta y en realidad se olvidó de decirselo.

  ¿Pero por qué insistió tanto de que vaya con él para no ir solo si ya tenía compañía?

  Sí, dudó. Pero no se podía detener ahí. Tecleó rápido una respuesta con sus pulgares.

ROJO PÚRPURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora